Entrevista a Edmundo Poggio
Por Sebastián De Toma
Edmundo Poggio es Ingeniero en Telecomunicaciones recibido en la Universidad Nacional de La Plata. Se incorporó a Telecom al comienzo de la privatización de la Empresa en 1990 y allí desempeñó diversos cargos directivos, llegando a ser Director General de la Unidad de Telefonía Fija y Director general de Estrategia del Grupo. Desde 2007, y hasta su retiro en 2013, se desempeñó Director de Marco Regulatorio de la empresa. Actualmente se desarrolla como consultor independiente y profesor universitario de posgrado.
Fibra lo entrevistó para conocer su opinión sobre el reciente llamado a licitación de las frecuencias 4G: plazos de adjudicación, modelos de negocios, posibles dificultades técnicas que puedan suscitarse. Además, hablamos de la incorporación efectiva de la figura del operador virtual y sobre las distintas convergencias de medios, empresas y servicios que hoy en día se desarrollan ante nuestros ojos.
Se anunció el llamado a licitación de frecuencias destinadas a prestar servicios de 4G. ¿Cuál es su opinión en relación a ese llamado y a las características de los pliegos?
El llamado es obviamente positivo. Después de tantos años sin novedades es una cosa muy importante para el sector. El problema es que, como tantas cosas acá en Argentina, nos vamos de un extremo al otro. O sea, luego de más de 15 años sin espectro, ahora vamos a licitar un paquete inmenso de espectro todo junto. Eso es algo poco común para el mercado. Y en cualquier otro mercado tampoco es muy bueno, porque cuando uno tiene un producto lo trata de fraccionar para sacarle mayor valor y aprovechar mejor la demanda. Entonces, esto de poner todo junto a la vez en juego es como un shock. Es un shock para los proveedores, para los operadores, para el regulador.
Se va a complicar la situación para todos, teniendo en cuenta que la inversión que va a haber que hacer al comienzo es bastante grande.
No es sólo un problema de plata, es un problema de recursos, un problema de estructura de empresas. O sea, cada uno de estos despliegues es una obra gigantesca en sí misma. Y acá hay, por lo menos, tres despliegues al mismo tiempo. Está el despliegue 3G y los dos despliegues en 4G. Es una cosa que va a estresar un montón la capacidad de todos.
De la industria, de los proveedores…
Claro. Y hay cosas que no sé si se van a poder hacer, realmente.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo conseguir todos los mástiles que van a hacer falta. No es sólo un problema particularmente de las estructuras, no es un problema de tiempos, sino más bien un problema de reglamentaciones y de diversidad de normas en los distintos municipios. Entonces es muy difícil prever los tiempos, porque los tiempos pueden ser infinitos.
A diferencia de las anteriores adjudicaciones, que fueron sine die, se establece un plazo de duración de 15 años. ¿Cómo evalúa esos plazos?
Hubiera sido mejor un poco más, veinte años o veinticinco años, como se planteó en otros lugares. Hay además un problema adicional, que es que muchas partes del espectro no están libres. Entonces creo que lo menos que los oferentes van a pedir es que los quince años se cuenten a partir de que realmente les liberen el espectro. El pliego es un poco impreciso en ese aspecto, porque dice que liberar el espectro es responsabilidad de la Secretaría y no dice cuáles partes del espectro están ocupadas.
Puede pasar que una de las compañías que está usando el espectro interponga un recurso ante el regulador y la Justicia. Entonces eso es una cosa un poco difícil, y se te empiezan a correr las obligaciones y los plazos y encima se te disminuyen los 15 años.
¿Cuál es la inversión que usted estima deberá hacer el sector para que las nuevas redes 4G estén operativas?
La inversión para un operador nuevo es muy difícil de precisar. Calculo que no menos de 2.000 millones de dólares.
¿Cree usted que le falta algo a los pliegos del llamado a licitación?
Se le da mucha importancia a lo social, a lo técnico. Pero se le da poca importancia al negocio, que es lo que en realidad mueve todo lo demás. Entonces se hace algo con pocos precedentes. En el mundo, en general, se hacen subastas que se llaman Beauty Contest o se hacen subastas al mejor postor. Y algunos hacen cosas intermedias, o sea, “un poquito de acá, un poquito de allá”. En definitiva, es lo que se hizo acá hasta ahora. En Argentina hubo subastas por precio, y en el caso que ganó CTI, era una Beauty Contest: el que cubría más lugares en menos tiempo ganaba. Este concurso de ahora es muy exigente en los dos aspectos: el precio es muy alto y las exigencias también.
Los pliegos incluyen la obligación para los operadores de brindar servicio a MVN (operadores móviles virtuales). ¿Le parece que ese esquema de negocios puede funcionar en nuestro país?
Este es el esquema de negocios que debería funcionar en nuestro país. En su momento, hace unos años, se hizo un acuerdo y existe un operador virtual a nivel cooperativo. Así que creo que sí, que definitivamente funcionaría con empresas que estén dispuestas a invertir en marketing y sistemas. Pero es algo que lo debería facilitar el mismo mercado y, de alguna manera, el regulador tendría que intervenir si realmente es necesario.
A partir de la licitación del espectro anunciada, se duplicaría el ancho de banda disponible para servicios de datos móvil, llegando a casi 380MHz. ¿Es suficiente ese ancho de banda para abastecer el crecimiento proyectado del parque de equipos con conexiones móviles?
Hay dos respuestas. La primera es que por un tiempo va a sobrar, hasta que aparezcan los terminales con LTE1 y la demanda. La segunda es que no es suficiente, o sea, este es un trabajo que no se puede terminar acá. Hoy la Argentina tiene 170 Mega, se va a llegar a casi 400. Hay países que ya tienen 500, como Estados Unidos, y están pensando en 1000, están viendo cómo lo hacen. Lo que nos ha pasado nos debería enseñar que esto no es algo que debemos limitar, que ya debemos estar trabajando en otras bandas. Porque esto obviamente es el futuro del crecimiento del mercado de las comunicaciones en el país.
Si uno mira hacia atrás y ve que siempre que hubo ancho de banda disponible, tanto en fijo como en móvil, se ocupó. Lo único por lo que hay que preocuparse es por hacer crecer el ancho de banda, ya que la demanda va a venir.
Desde mi punto de vista, inclusive esta licitación como se hizo, de alguna manera, es poco eficiente. Porque ¿para qué queremos en muchos lugares del país tener tres o cuatro bandas de LTE/3G?. El pliego te permite compartir sólo en las rutas, pero hay muchos más lugares. Diría que en el 80 por ciento del territorio argentino, hablando de kilómetros cuadrados, se debería compartir y tener una red, o dos, con mayor ancho de banda. ¿Para que invertir en lo mismo tres o cuatro veces si la demanda no lo justifica?
Esta idea de compartir ahora se utiliza mucho, porque el problema del LTE es que todo el mundo habla de él como si fuera un nuevo servicio. Pero no es un nuevo servicio, es una nueva tecnología. Hay una diferencia muy grande entre tecnología y servicio. El servicio brindado es mejor, pero es el mismo. No es que se va a vender otra cosa. Sigue siendo el mismo mercado, el mismo servicio, con mayor demanda de ancho de banda. Entonces, al final, todos los mayores costos por inversiones duplicadas se reflejarán en el costo del servicio.
¿Usted dice que habría que dejar que el mercado hiciera la demanda y no imponerlo?
Claro. ¿Qué quiero decir con esto? Se pueden fijar metas, pero habría que permitirle a los oferentes decidir cómo alcanzarlas, no fijar ambas. Si lo que se desea es tener la cobertura, ¿por qué no se puede cumplir con roaming? ¿O por qué compartir sólo en rutas? Esto les permitiría a los operadores, para poder enfocarse en determinadas áreas, cumplir el objetivo en esa área y complementarse con el otro. Es decir, “yo cumplo acá, vos cumplís allá”. El objetivo lo logramos. El roaming es algo que no es negocio para nadie, nadie quiere pagar roaming. Entonces, con el tiempo, todo el mundo va a desarrollar su propia infraestructura, pero es el mismo mercado el que lo va a decidir.
Hay al menos 5 proyectos de ley que impulsan la definición de la telefonía celular como un servicio público. ¿Cuál es su opinión respecto de esta definición y de qué forma modificaría al sector si alguno de esos proyectos finalmente se convierte en Ley?
La verdad es que un Servicio Público es un servicio que no puede brindar el mercado. O sea, un servicio es público cuando hay la necesidad de que el Estado lo brinde, porque si no, no lo hace nadie, como las cloacas, por ejemplo.
Claro, pero, por ejemplo, la telefonía fija estuvo planteada siempre como Servicio Público. Incluso cuando se privatizó.
La telefonía fija originalmente era un Servicio Público y lo daba el Estado. Después, cuando se privatiza, sigue siendo un Servicio Público y sigue teniendo la tarifa regulada. En cambio, en los mercados evolucionados, continúa como un Servicio Público, pero la tarifa se ha desregulado, y una vez que hay competencia pasa a ser un Servicio de Uso Público, o de Interés Público.
¿No se cartelizan las tarifas en nuestro mercados, al ser solo tres empresas importantes en el negocio de la telefonía celular?
Eso no es cierto. Primero que nuestro mercado es uno de los más competitivos del mundo. Si uno observa, hay tres empresas que tiene cada una el 30 por ciento del mercado. En Estados Unidos, tienen dos: Verizon y AT&T, los demás están casi fundidos o en venta. No todos los países tienen un equilibrio como el nuestro. Me parece difícil que entre un cuarto operador a nuestro mercado. El paso lógico siguiente sería la introducción de operadores virtuales que se ocupen de los nichos de mercado. Eso es más o menos lo que pasa en el mundo. Lo que si hace falta es crear las condiciones para que haya más competencia.
¿A qué se refiere con condiciones?
Número 1: el espectro. Número 2: el problema de las antenas. Hay otros países no muy lejanos, Chile y Brasil, que han sacado leyes para facilitar el problema del despliegue de las antenas. Después, todo el tema del CPP, son cosas que están obsoletas en el mercado. Argentina es el único país que tiene CPP, todos los demás países tienen cargo de interconexión a la baja para el móvil.
Está muy bien obligar a las empresas al Principio de Transparencia, a que ellas tengan que brindar información a sus clientes, fijar metas de calidad para que se puedan comparar las empresas, no para sancionarlas únicamente. Si se impone la calidad de servicio, pero no se pueden instalar antenas o fibra óptica, es muy difícil jugar así.
Esta medida ya generará un gran movimiento en el mercado porque, las empresas se van a querer diferenciar. Ahora tendrán una oportunidad como cuando pasó lo del 3G o lo del PCS. Cuando existen oportunidades, las empresas se quieren destacar: quieren ser las primeras en instalar, las primeras en dar servicio. Este es el tipo de cosas que dinamiza y hace más competitivo al mercado.
O sea que, a pesar de todas las salvedades que usted ha señalado, el llamado a licitación es positivo.
Absolutamente. Es lo primero que te dije, porque esto es una buena noticia para la competencia. A mí, sinceramente, me parece estupendo, porque este tipo de cosas son las que estimulan la diferenciación. En este momento todos estarán pensando, primero, qué caro es; segundo, ¿qué hará el otro?
Convergencia de servicios: ¿Mito o futuro próximo?
No hay una convergencia: hay muchas convergencias juntas. Hay convergencia de empresas: empresas de telecomunicaciones compran empresas de medios, las empresas de medios compran de informática. O sea, Microsoft compra Nokia. Los tres mundos que había, que eran las telecomunicaciones, la informática y las empresas de electrónica —Apple, Sony— se están mezclando de una manera infernal. Esa es una convergencia.
Después tenés la otra convergencia, que es la del transporte. Obviamente que todo se transporta sobre el mismo medio, ya sea alámbrico o inalámbrico.
También existe la convergencia en los terminales, prácticamente que en un terminal hoy, en un teléfono, se tienen voz, video y datos.
Es un fenómeno difícil de explicar, como decir “la” convergencia. Es un concepto muy amplio y que a su vez es bastante cambiante. Particularmente en las telecomunicaciones, el fenómeno que se ha dado es desde hace unos diez años.
Los operadores de telecomunicaciones están compitiendo por los mismos clientes, porque ya se ha llegado a una penetración que superó el 100 por ciento, y por los mismos servicios. Es lo que hablábamos antes, no es que hay cosas nuevas. El problema es que cuando empezás a competir por los mismos clientes y los mismos servicios, la cosa cambia mucho, es mucho más dura. Una cosa es competir cuando todos están creciendo y ganando clientes, y otra cosa es competir cuando le estás sacando clientes a otro. Y no hay nada más caro hoy que recuperar a un cliente perdido.
Sin embargo, mientras las empresas de telecomunicaciones están en esa pelea, que está mezclada con los cables, porque algunos dan telefonía, empiezan a aparecer por un costado los “competidores tecnológicos”, los que ofrecen voz sobre IP, o los que ofrecen servicios de video o de mensajes.
Estaba pensando en el conflicto que tiene Netflix en Estados Unidos, que podría llegar a los celulares en algún momento.
Ese conflicto no es “que podría llegar”, existe. El fenómeno de la convergencia no es ningún mito, es algo real y absoluto. Las comunicaciones tuvieron eras: la era del Estado, la era de la competencia, y ahora es la era de la convergencia. En cada era había una tecnología dominante, servicios diferentes y distintos protagonistas.
Particularmente en esta era, la cosa más nueva que ha aparecido son los Over The Top: los servicios que son peligrosos para todos, porque le roban clientes a la telefonía, al cable, al cine, y además congestionan las redes. Pero bueno, son una realidad con la que hay que convivir, no un mito. Basta con preguntarle a cualquiera que esté en este negocio y ver si no lo está afectando.
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