Entre vocaciones y apuestas a futuro.
Por Mariela Baladron
La inversión en sectores clave de la economía como el energético, nuclear y tecnológico que tuvo lugar en el país en los últimos años generó a su vez una demanda de profesionales con una formación específica en esos campos. El sistema educativo desarrolló también políticas públicas para promover algunos perfiles profesionales y, paulatinamente, producir más egresados de grado y posgrado en ciertas especialidades. ¿Cuáles son las profesiones de la convergencia? ¿Qué carreras estudian aquellos que quieren dedicarse a las telecomunicaciones, la informática y el audiovisual? ¿Qué áreas prometen mayores tasas de empleo en un sector que se caracteriza por su dinamismo?
La convergencia tecnológica, económica y social de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) requiere para su desarrollo de personas formadas en carreras tradicionales, como ingenierías, ciencias aplicadas, computación e informática, así como también de realizadores y creadores de contenidos, en especial audiovisuales, para llenar las múltiples pantallas y dispositivos que se multiplican. A su vez, surgen algunos nuevos perfiles en los que estos saberes están más imbricados, lo que dificulta encasillarlos en una “carrera” y aparecen en la oferta educativa en cursos, especializaciones o posgrados. Los cambios que se producen en estas industrias y mercados, y sus trabajos directos e indirectos, a veces encuentran una rápida articulación con el sistema educativo mientras que, otras veces, los tiempos de actualización son más dispares.
En el ámbito audiovisual y de las industrias culturales, la Argentina cuenta con una larga tradición y es uno de los principales productores y exportadores de la región junto a México y Brasil. Por ello cuenta con carreras, cursos y capacitaciones para el sector, donde también los sindicatos cumplen un rol importante, e incluye un gran número de trabajadores: actores, locutores, productores, periodistas, editores, directores, camarógrafos, sonidistas, etcétera. A su vez, la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2009 y los diversos concursos, planes de promoción e impulso del sector audiovisual (para la televisión digital y a través de internet como Contenidos Digitales Argentinos –CDA–) también aumentó la demanda de personas formadas y especializadas en la producción de contenidos y el surgimiento de nuevas carreras, posgrados y especializaciones. El rol de las universidades nacionales con carreras de Comunicación se ha destacado en la oferta educativa para el sector.
En este contexto, la lógica convergente es la propuesta de la Maestría Interdisciplinaria en Estudios sobre Servicios de Comunicación Audiovisual, que se dicta en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y plantea una formación de posgrado que reúne los aportes de diversas disciplinas de varias facultades de la Universidad: Arquitectura, Derecho, Ciencias Económicas, Ingeniería y Ciencias Sociales. Esta interdisciplinariedad está representada en la Comisión de la Maestría, que cuenta con un representante de cada una de esas Facultades de la UBA. Su director, Damián Loreti, destaca que se reúnen “los distintos saberes y aspectos que tienen que ver con la convergencia en una misma maestría, lo cual se refleja en la trama curricular y en el modelo de trabajo final. La multiplicidad de las distintas disciplinas se fortalece en el intercambio de los maestrandos en los cursos, que aportan sus distintas trayectorias y pertenencias institucionales”.
Un nuevo oficio surgido en los últimos años cuenta también con numerosos cursos y capacitaciones, en especial en el sector privado: el de Community Manager y/o Social Media Manager. Es un perfil solicitado en numerosas búsquedas de empleo y que, con mayor o menor especialización, es reconocido por casi todas las empresas, organismos e instituciones que entienden o intuyen que también deben tener presencia en el mundo digital de las redes sociales.
Además de investigadores y analistas que se especializan en la convergencia, cuya formación inicial a veces proviene de las Ciencias Sociales, el Derecho, Economía o Ingenierías, por nombrar algunas, hay un espacio fundamental que es el de negociación multilateral en ámbitos internacionales y regionales. Cada vez son más las decisiones clave que se toman a nivel de la gobernanza global y regional en organismos de ONU (como UIT, OMPI y CMSI), OMC, ICANN UNASUR, Mercosur1, etcétera, con fuerte impacto para los países a nivel nacional. La participación y representación con cuadros formados y con capacidad de negociación requiere no sólo de un componente político y estratégico, sino que debe acompañarse a su vez de saberes técnicos. Los países centrales desarrollan estos perfiles lobistas desde hace años y también es un espacio reconocido y de crecimiento para otros países (como los BRICS2). Sin duda es un lugar estratégico al cual dirigir esfuerzos.
Los ingenieros, primeros en el ranking de los más pedidos
Entre los múltiples y diversos perfiles de trabajos directos e indirectos asociados a la convergencia, el sector que reclama más profesionales es el de las infraestructuras, por la falta de ingenieros en distintas ramas de la economía en general en el país, entre las que se incluyen las TIC.
En los últimos años se han desarrollado programas específicos desde la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del Ministerio de Educación de la Nación que buscan promover la formación de ingenieros en el país, ante la demanda del mercado y el crecimiento del sector industrial. Según datos publicados por el diario Clarín, en 2015 por primera vez en los últimos 30 años los inscriptos en las carreras de Ingeniería de la UBA (3215) superaron a los de las Ciencias Sociales (2797).
Según las estadísticas del período 2013-2014 relevadas por la SPU del Ministerio de Educación, el 58% de las ofertas de pregrado y grado corresponden a las ramas de las Ciencias Sociales y Ciencias Humanas en la Argentina. Sin embargo, a nivel de doctorado los números muestran algunas variantes. La mayor proporción de ofertas de doctorado son de ciencias aplicadas, con un 29%, seguido por un 24% correspondiente a las Ciencias Sociales. La oferta de doctorados en Ciencias Básicas es alta, con un 15%. En relación a los nuevos inscriptos en carreras de Ingeniería de grado de todo el país, el sector estatal contiene al 90% y genera el 84% de los egresados.
La formación en el ámbito de las infraestructuras: el sector satelital
A diferencia de otros sectores industriales, la actividad espacial presenta algunas particularidades, ya que requiere de una serie de factores políticos y estratégicos para su desarrollo. Demanda una fuerte inversión del Estado porque requiere de una prolongada acumulación de conocimientos, con una complejidad técnica superior a otras industrias.
Una actividad que contó con impulso sostenido del Estado desde la década de 1990 es la de satélites de observación de la Tierra, con la creación en 1991 de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que implicó el traspaso desde el ámbito militar al civil de este sector. A través del Plan Nacional Espacial, la CONAE tiene como misión utilizar la ciencia y la tecnología espacial con fines pacíficos y desarrollar las misiones espaciales a su cargo, lo que también consiste en promover los sectores científicos y educativos asociados. Para ello cuenta con el Instituto de Altos Estudios Espaciales “Mario Gulich”, creado por convenio entre la CONAE y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en 1997, donde se desarrollan e implementan aplicaciones innovadoras de la información espacial y se forman científicos.
Además de cursos y talleres para capacitaciones especiales, en 2009 el Instituto lanzó su primera carrera de posgrado, la Maestría en Aplicaciones Espaciales de Alerta y Respuesta Temprana a Emergencias. También dicta cursos relacionados a mecánica orbital y aplicaciones, análisis de misión, ingeniería espacial, desarrollo de software para la industria y formación de jefes de proyectos, entre otros. En 2015 la oferta es amplia e incluye otras tres maestrías, en asociación con universidades nacionales, que ofrecen las siguientes especializaciones: Tecnología Satelital, Desarrollos Informáticos de Aplicación Espacial e Instrumentos Satelitales3.
En el ámbito de los satélites geoestacionarios de telecomunicaciones la historia fue un poco distinta. Durante la década de 1990, el sector quedó en manos de un consorcio de empresas extranjeras y, ante el incumplimiento con sus obligaciones, las posiciones orbitales asignadas al país por la UIT corrían riesgo de perderse. En 2006 el Estado resolvió tomar a su cargo la defensa y ocupación de las posiciones orbitales, a lo que agregó una decisión audaz: hacerlo con satélites propios. Este tipo de satélites presentan requerimientos particulares para su construcción y sólo 8 países en el mundo fabrican satélites geoestacionarios en la actualidad, a los que se sumó la Argentina en 2014 con el ARSAT-1. Para ello fue fundamental la experiencia previa de la industria espacial local en la construcción de satélites de observación de la Tierra de CONAE e INVAP (Investigaciones Aplicadas, Sociedad del Estado). De hecho, la computadora principal del ARSAT-1 es una evolución de la que se desarrolló para el SAC-D, un satélite argentino de observación de la Tierra, de la CONAE.
En septiembre de 2015, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva firmó un convenio con ARSAT (Empresa Argentina de Soluciones Satelitales Sociedad Anónima), la empresa nacional que tiene a su cargo los satélites argentinos de telecomunicaciones, para impulsar líneas de investigación que permitan mejorar la eficiencia de la plataforma satelital. El objetivo es alcanzar una nueva plataforma con mayor potencia de carga útil, acorde a los desarrollos de la industria en el mundo, para implementar sistemas de propulsión químico-eléctricos (híbridos) o eléctricos. Además, se buscará incrementar el componente nacional de los satélites argentinos, lo que permitiría generar un impacto positivo en el sector satelital y en el entramado industrial en su conjunto.
Desde organismos y empresas hacia las escuelas
A su vez, la CONAE cuenta con el Programa de entrenamiento satelital para niños y jóvenes 2Mp, con el objetivo de acercar la tecnología satelital a 2 millones de niños y niñas desde los 8 años en las escuelas del país. Las actividades proponen el conocimiento, acceso y utilización de información de origen satelital para aplicarla en actividades de la vida cotidiana. El Programa incluye el Software 2Mp, desarrollado para que los docentes puedan generar propuestas de enseñanza que habilite la interacción con los estudiantes.
Por su parte, desde el área de Educación de ARSAT también se realizan diversas acciones para promover las vocaciones técnicas para niños y niñas y jóvenes de escuelas primarias y secundarias del país. A principios de 2015 se realizó una convocatoria a docentes de todo el país para presentar proyectos educativos de telecomunicaciones con el objetivo de articular el Sistema Educativo Nacional con los organismos y empresas nacionales de ciencia y tecnología.
Físicos e ingenieros electrónicos para la fibra óptica
Otra de las tecnologías clave de la convergencia es la fibra óptica, que consiste en el envío de pulsos de luz que representan los datos a transmitir a través de un hilo fino de material transparente (vidrio o plástico). La fibra óptica presenta algunas ventajas en relación con el cable de cobre: la velocidad de transmisión de datos es mucho más rápida, permite un mejor uso del ancho de banda, no sufre interferencias electromagnéticas y es más segura, porque la intervención en las transmisiones de datos es más fácil de detectar.
Estas características la convierten en una tecnología más efectiva para los operadores de telecomunicaciones, ya que permite aumentar su capacidad de transmisión sin tener más cables. Además, su capilaridad y posibilidad de transmisión no sólo habilita brindar Internet de alta velocidad en la actualidad (con todos los servicios al usuario que eso implica), sino también dar respuesta a futuras demandas de avances tecnológicos.
“De hecho hoy en día la idea de la convergencia es que vos lleves un cable de fibra óptica a tu casa y tengas todo, la TV por cable, la voz, los datos, todo ahí. Las comunicaciones ópticas son la tecnología fundamental que da sustento a la convergencia”, explica Andrés Rieznik, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) e integrante del área de las telecomunicaciones ópticas en ARSAT.
La formación y saberes que requieren los técnicos, investigadores, especialistas y científicos dedicados al campo de la fibra óptica es un área mixta entre la física y la ingeniería electrónica. Según Andrés Rieznik, a pesar de ser un área de gran crecimiento, no hay muchos contenidos específicos en la formación universitaria de grado: “generalmente hay muchos físicos trabajando, haciendo física aplicada y muchos ingenieros electrónicos, pero en ninguna de las dos carreras, ni en Física ni en Ingeniería Electrónica, se da con demasiada profundidad, se ve muy por encima todo. Es un área en la cual la gente que empezó a trabajar es muy autodidacta o adquirió experiencia trabajando en una empresa muy tempranamente”.
En el área de posgrado tampoco hay una oferta que brinde una formación focalizada en esta especialidad. Si bien algunas carreras de Ingeniería en Telecomunicaciones incluyen algunas materias en comunicaciones ópticas, no hay posgrados específicos en fotónica y comunicaciones ópticas. “Es una falencia, un área de vacancia muy grande. En Argentina faltan ingenieros formados, pero si preguntás en qué área específica falta más gente, todos te dicen Óptica. Hay pocos en general en Ingeniería Electrónica, pero menos todavía en Óptica”, describe Rieznik.
La falta de formación para especialistas dedicados a las comunicaciones ópticas también se debe al desarrollo más reciente de esta infraestructura en el país. Las empresas privadas prestadoras de servicios de telecomunicaciones sólo habían desarrollado redes de fibra óptica en las zonas y corredores de las principales ciudades del país, las más rentables desde la perspectiva comercial. En 2010 el Estado lanzó el Plan Argentina Conectada, que incluye la Red Federal de Fibra Óptica. El tendido actual de la Red alcanza los 35 mil kilómetros, un 60% del total previsto, con el fin de extender los servicios de conexión de banda ancha de alta velocidad a todo el país. En América Latina, Brasil es el país con más desarrollo en fibra óptica, sector que consideró prioritario y en el que se han realizado fuertes inversiones desde hace más de 30 años.
Al tratarse de un sector en crecimiento, la pregunta es qué posibilidades de desarrollo e inserción laboral existen en la Argentina para aquellos capacitados en las comunicaciones ópticas. Andrés Rieznik observa dos momentos: “lo más inmediato es la implementación, el diseño, el despliegue y la operación de las redes ópticas. Y después, más a largo plazo, lo que uno querría hacer es desarrollos e investigación en Argentina, para generar productos locales y que no tengamos que importar los equipos, que es lo que sucede hoy en día”.
1 Las siglas mencionadas, en orden, refieren a los siguientes organismos: Organización de las Naciones Unidas, Unión Internacional de Telecomunicaciones, Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, Organización Mundial de Comercio, Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (por sus siglas en inglés), Unión de Naciones Suramericanas y Mercado Común del Sur.
2 En economía internacional, se emplea la sigla BRICS para referirse conjuntamente a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
3 Unidad de Formación Superior de la CONAE, disponible en: http://200.16.81.178/