Guillermo Mastrini, Ana Bizberge y Diego de Charras (editores); La Crujía Ediciones, Buenos Aires, 2013.
Este libro, elaborado por el equipo de cátedra de Políticas y Planificación de la Comunicación (Facultad de Ciencias Sociales, UBA), conjuga la revisión de conceptos teóricos como concentración, ciudadanía y derecho a la comunicación, entre otros, y el análisis de algunos sectores clave de las industrias culturales, para debatir los nuevos desafíos en materia de comunicación desde una perspectiva global.
La convergencia tecnológica y el desarrollo de internet han planteado numerosos cambios en la forma de producir, distribuir y consumir cultura. Sin embargo, los intentos de rentabilizar estas nuevas prácticas y de establecer modelos de negocios adaptados al nuevo panorama por parte de las empresas e industrias del sector están aun en etapa de definición. En este contexto, permanecen interrogantes centrales más allá de la economía y que refieren a la posibilidad de redefinir algunas políticas y roles, tanto del Estado como de la ciudadanía, para promover (o no) algunas de las promesas democratizadoras de las nuevas tecnologías.
En estos debates se reconoce el rol e incidencia de organismos internacionales en la definición de políticas a nivel nacional, tanto por la gobernanza global de temas ligados a la comunicación y cultura como su gestión directa, lo cual pone en relevancia la búsqueda de espacios de participación de la sociedad civil y de los Estados nacionales. En este sentido, la mirada global de estas discusiones devuelve como contracara la centralidad de los Estados en este nuevo panorama, la necesidad de volver a evaluar conceptos clásicos y, al mismo tiempo, de observar las tendencias en las distintas regiones, sus diferencias y similitudes. La incorporación de temas de comunicación y cultura en ámbitos comerciales y técnicos, como la Organización Mundial de Comercio y la Unión Internacional de las Telecomunicación, entre otros, redefine la cuestión hacia dentro de los bloques regionales y las fronteras nacionales.
A su vez, este libro realiza una selección de temas que permite observar los ámbitos que se han visto más impactados y reconfigurados a la hora de definir políticas de comunicación en el siglo XXI. Este listado puede tomarse como una agenda de trabajo en desarrollo donde focalizar esfuerzos y apuntar la mirada en aspectos claves de incidencia. En primer lugar, Diego de Charras, Luis Lozano y Diego Rossi proponen una interesante lectura histórica de los conceptos de ciudadanía y libertad de expresión desde una mirada comunicacional, evaluando su centralidad e impacto en la vida democrática y actualizando el debate sobre el derecho a la comunicación, como punto de partida para pensar cualquier política e intervención en estos temas.
Por su parte, Guillermo Mastrini problematiza el rol de los medios públicos en la era digital para actualizar los debates en relación a su financiamiento, propuestas y espacio desde el marco del derecho a la comunicación. Las tendencias son dispares en Europa, Estados Unidos y América Latina, en donde se verifican una inversión en perspectivas e intervenciones desde una visión histórica.
El surgimiento de nuevas formas de regulación internacional es abordado por Guillermo Mastrini, Diego de Charras y Cecilia Fariña, quienes reconocen los principales ámbitos en los cuales se discuten estas políticas, algunos de ellos históricos, como la Unión Internacional de las Telecomunicaciones y la UNESCO, y otros más novedosos, como la Organización Mundial de Comercio, OMPI e ICANN. El impacto de estos organismos en el ámbito latinoamericano plantea una reconfiguración regional y nacional para estos países.
Un espacio central de poder, valorización y disputa para la convergencia tecnológica es el uso del espectro radioeléctrico. Se trata de un tema difícil de abordar por la dificultad técnica que plantea, pero justamente por ello es necesario visibilizarlo para que su debate no quede circunscripto a especialistas y técnicos, donde sólo algunos intereses sean representados. En este sentido, María Trinidad García Leiva realiza una interesante explicación de sus principales características y gestión histórica, para comprender la disputa actual entre una gestión orientada al mercado, a veces contrapuesta a la que podría proponerse desde una política de comunicación democrática. Este espacio es clave para servicios tales como las comunicaciones móviles, tanto de telefonía e internet, como la televisión digital terrestre, la radio digital y todo tipo de servicios vinculados.
El concepto de concentración es otro de los puntos clave que atraviesa cualquier política de comunicación, con particular relevancia en la actualidad, a partir de la búsqueda de expansión por parte de empresas de telecomunicaciones, informática y audiovisual, que se cruzan en terrenos afines, antes separados. Sobre este aspecto, Cecilia Labate, Luis Lozano, Santiago Marino, Guillermo Mastrini y Martín Becerra hacen un recorrido por los diversos abordajes del concepto de concentración, que busca actualizar las tensiones y posturas que atraviesan las distintas intervenciones en el área. Mientras algunos países han sancionado leyes que regulan y limitan la concentración, otros continúan flexibilizando sus políticas en la materia. Los autores dan cuentan de los diversos índices de medición y de las diferentes posturas teóricas sobre el impacto en la pluralidad y diversidad de contenidos para el debate democrático de la concentración.
En relación al análisis de un área estratégica en la que se cristalizan estos debates, Ana Bizberge, Fernando Krakowiak, Cecilia Labate y Rodolfo Morone proponen un relevamiento de las políticas de televisión digital terrestre (TDT). El desarrollo de la TDT permite evaluar las tensiones entre aquellas iniciativas ligadas a promover un sistema democrático de televisión y otras que abogan por un predominio del mercado.
Un ámbito poco investigado desde una mirada comunicacional es el relativo a la regulación de internet, a pesar de su creciente influencia en las prácticas culturales en la actualidad. Bernadette Califano y Mariela Baladron describen una forma particular de gestión de gobierno privado, su funcionamiento y principales críticas. Por último, presentan los principales desafíos actuales sobre políticas de internet y sus implicancias para el derecho a la comunicación.
Para finalizar, Mariana Baranchuk, Ana Bizberge, Diego de Charras y Guillermo Mastrini abordan un aspecto en crisis a partir de la digitalización, como la regulación de la propiedad intelectual y el desarrollo de las industrias culturales. Sin dudas se trata de un escenario de tensiones entre la protección de los creadores de obras, los gestores de sus derechos y las nuevas nociones de bien común en la era digital.
El libro propone un punto de vista global, mostrando a su vez las tensiones por resolver en los ámbitos locales. De esta forma, plantea una mirada descriptiva que supone nuevos interrogantes, pero sin perder el compromiso con la búsqueda de opciones democratizadoras para el diseño e implementación de políticas de comunicación. Si bien la propuesta tiene una fuerte impronta de divulgación e introducción a las problemáticas actuales de la comunicación, su contenido puede ser de interés tanto para investigadores como para periodistas, especialistas y público general.