Atacando la desigualdad de género en el ámbito de la tecnología.
La desigualdad de género en el mundo digital no sólo no se ha reducido sino que se ha profundizado. Un informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones1 (UIT) muestra que la brecha de género entre usuarios de internet creció de 11% a 12%, en el período que va de 2013 a 2016. Para los países menos desarrollados, la cifra es alarmante: la brecha entre hombres y mujeres usuarios de internet llega al 31%. En concreto, estos números se traducen en 200 millones de mujeres menos que hombres conectadas al mundo digital. Pero el acceso no es el único aspecto donde se refleja la desigualdad. Las mujeres, sobre todo las de países menos desarrollados, tienen menos oportunidades de capacitación y alfabetización digital; están subrepresentadas en las carreras que en inglés se conocen como STEM (ciencias, tecnologías, ingeniería y matemática) y ocupan menos puestos de trabajo en el sector de la economía digital. Por último, hay menos mujeres en roles claves relacionados con políticas públicas TIC y gobernanza de internet. No sólo quedan relegadas en términos de acceso, educación y trabajo sino que no participan de los espacios donde se toman las decisiones que, en definitiva, podrían revertir este panorama desalentador.
Los frentes son tantos que es difícil diseñar programas que ataquen todos los flancos e incluyan todos los factores críticos: la escuela, la familia, el trabajo, las políticas locales y nacionales. Existen muchas iniciativas en el mundo que trabajan para la inclusión de las mujeres en el mundo digital. Hace algunos años, el foco estaba puesto en el acceso y el equipamiento. Muchos proyectos se basaban en nodos públicos de acceso a internet o en la entrega de pequeñas computadoras personales sin costo o a costo subsidiado. En la actualidad, ya sabemos que el acceso sin participación no resuelve el problema de fondo. Los programas más innovadores hoy intentan garantizar la conectividad básica, pero también asegurar que las mujeres puedan formarse en lenguajes de programación, tengan referentes femeninos dentro del sector y compartan sus objetivos, miedos y desafíos en comunidades que las contengan. El foco está en la construcción comunitaria y el desarrollo de capacidades.
Para entender mejor la complejidad de los proyectos que buscan achicar la brecha de género en el mundo digital, Revista Fibra entrevistó a los responsables de Laboratoria, Fundación Televisa y Sulá Batsú, tres organizaciones que implementan iniciativas ambiciosas y novedosas en Perú, Chile, México, Costa Rica y Estados Unidos.
¿Cuál es el foco y el objetivo de sus proyectos?
Kemly Camacho (Sulá Batsú): En Sulá Batsú tenemos distintos proyectos sobre mujeres y tecnología en Costa Rica. TIC-as, uno de ellos, es un programa que inició a principios de 2013. El objetivo es crear condiciones y oportunidades para integrar más mujeres en el sector de la tecnología digital, porque en Costa Rica, como en muchos otros países, el sector productivo de las tecnologías digitales es muy dinámico, tiene muchas oportunidades, y tiene más demanda que oferta de recursos humanos. Es un sector de oportunidades, pero, como en todo el mundo, es un espacio donde las mujeres no están integradas. Nosotros desarrollamos este proyecto originalmente con esta perspectiva de crear condiciones y oportunidades para la incorporación de las mujeres y tomamos la decisión de concentrarnos en la zona rural y trabajar con lo que nosotros llamamos toda la cadena. Eso sería trabajar con las niñas, con los colegios, con las universidades, con las empresas y con la política pública, de tal forma que pudiéramos ver un impacto en una zona específica.
Alejandro Villanueva (Fundación Televisa): En el caso de Tecnolochicas, nosotros sabemos que, en general, la población latina está severamente subrepresentada en la industria de las TIC y esto es aún más grave en el caso de las mujeres latinas. Entonces, tomamos la decisión, junto con otra organización, que es el National Center for Women & Information Technology, de lanzar una campaña especialmente dedicada a mujeres latinas en Estados Unidos. Haciendo un análisis sobre cuáles eran los retos más importantes que enfrentan las niñas, nos dimos cuenta de que había una falta de inspiración, de modelos de rol positivos que les mostraran a las niñas que hacer una carrera creando tecnología podría ser muy atractivo y emocionante. Entonces, empezamos haciendo una campaña en medios nacionales de los Estados Unidos dirigida a niñas latinas y también a sus familias. Porque sabemos que a veces las familias no apoyamos lo suficiente los intereses de nuestras hijas y, entonces, cuando tenemos la oportunidad, al niño lo metemos a robótica y a la niña la metemos a ballet o pintura, o pensamos que un emprendimiento en tecnología para las jóvenes significa tener un blog de moda o tener un blog de manualidades. Con el tiempo, el programa evolucionó en algo más complejo y ahora incluye visitas a centros de alta investigación en universidades de prestigio, a empresas de tecnología; talleres de capacitación para las niñas y una sensibilización más fuerte a las familias.
Mariana Costa (Laboratoria): En Laboratoria nos enfocamos en brindarle una carrera en el sector de la tecnología a mujeres de bajos ingresos. Tenemos un proceso de selección bastante riguroso para identificar a jóvenes con mucho potencial, capacidad de aprendizaje y perseverancia. Elegimos al grupo que creemos que tiene el perfil adecuado para participar. Luego viene la formación, que es un proceso con un período intensivo de seis meses. Básicamente, se convierten en desarrolladoras web front-end. Aprenden lenguaje de programación y herramientas como HTML, CSS, Javascript. Además, hay todo un programa de desarrollo personal. Usamos una metodología educativa que nosotros llamamos “agile classroom” y también refuerza muchas competencias como el trabajo en equipo, comunicación y manejo del estrés. Todo está orientado a prepararlas de la mejor manera posible para poder ingresar al mercado laboral. Al terminar estos seis meses, iniciamos un proceso de integración laboral junto con una red de empresas aliadas. La organización creció y ahora tenemos cuatro sedes: Lima, Arequipa, Santiago de Chile y Ciudad de México.
¿Cuáles fueron los principales desafíos y obstáculos que encontraron al implementar el proyecto?
Kemly Camacho: Es muy interesante la pregunta porque nosotros en el proyecto TIC-as teníamos unas estrategias definidas en papel que después fuimos cambiando. Por ejemplo, en un principio fuimos por lo más tradicional, poníamos a las niñas en laboratorios para que aprendan a utilizar la tecnología y listo. Después, nos dimos cuenta de que las niñas estaban en un entorno que no les iba a permitir fortalecerse. Esa fue una primera cosa a la que dijimos “no, esto no va a funcionar”, mejor tratamos de crearles mejores condiciones en su contexto y trabajamos para reducir estereotipos. Otra cosa que aprendimos es a ser muy conscientes de que los ambientes de las tecnologías digitales siguen siendo muy de relaciones de poder hoy masculinizadas, y eso también se percibe en las carreras universitarias. Hay que usar diferentes estrategias para revertir esa situación.
Alejandro Villanueva: Creo que cuando solamente tienes una intervención de muy corto plazo las posibilidades de impacto se reducen sustancialmente. O sea, cuando la niña tiene una actividad de un día, o de una tarde o de una mañana, y sobre todo, cuando son niñas que vienen de un contexto donde no tienen modelos de rol en casa, si sólo te quedas en una intervención muy pequeña, las posibilidades de que no tengas impacto son muy grandes. Entonces, en algunas de las cosas que realizamos nos dimos cuenta de que había un esfuerzo por sensibilizar, por atraer, pero que si no había seguimiento y programas de largo plazo, difícilmente íbamos a poder operar un cambio.
Mariana Costa: En Laboratoria hemos enfrentado un montón de retos. Creo que al comienzo teníamos un montón de preconcepciones sobre las beneficiarias: cómo le íbamos a enseñar a una joven que tenía una educación de base, lamentablemente, no de muy buena calidad. Probablemente, la gran mayoría de las estudiantes nunca habían tenido un trabajo formal antes. ¿Cómo hacer para que, en seis meses, estuvieran listas para trabajar en una empresa de tecnología? Con el tiempo, aprendimos a identificar a las jóvenes que tienen un perfil bien particular y que sabemos que van a luchar hasta el final y van a poder realmente darlo todo. Creo que hemos ido deshaciendo esas preconcepciones que venían de nosotros mismos al comienzo. Hoy sabemos que hay mujeres con inmenso potencial que lo único que necesitan es la oportunidad y la formación adecuada.
¿Qué elementos consideran fundamentales para que los programas tengan impacto y sean exitosos?
Kemly Camacho: Para poder romper con la relación de poder que hay en el sector creemos que es fundamental construir redes de muchachas. Esa es otra estrategia que nosotros hemos utilizado muchísimo, construir una red fuerte y sólida entre las mujeres en las tecnologías. Nosotros, por ejemplo, hemos estado trabajando muy duro en construir redes de las carreras tecnológicas o de las universidades que tienen carreras de tecnología digital. Otra estrategia es concentrarse en que las mujeres sean constructoras, hacedoras, no sólo consumidoras de tecnología. Nosotros queremos que las mujeres construyan tecnología. La tecnología hoy en día está moviendo el mundo, pero está construida desde una perspectiva masculina, es su visión del mundo. Nosotros queremos que sean ellas también las que construyan la tecnología que mueve el mundo.
Alejandro Villanueva: Yo creo que cualquier esfuerzo se tiene que hacer desde diferentes ángulos y me parece que hay un esfuerzo en el mundo por cerrar la brecha digital, pero no estoy seguro de que haya suficientes proyectos con una perspectiva de género, entonces creo que ahí hay que hacer un trabajo muy importante. En América Latina, creo que hay un gran trabajo por hacer en tres frentes. Primero, es importante generar modelos de rol positivos para inspirar a las niñas a interesarse en tecnología. Además, es fundamental empoderar a las niñas brindándoles un ambiente donde haya sensibilidad en términos de género y se las empodere como creadoras de tecnología. Por último, es fundamental trabajar con los padres y maestros para que puedan motivar e incentivar a las niñas a que puedan andar este camino.
Mariana Costa: Yo creo que, en nuestro caso, una de las cosas que funcionó es que el programa responde a una demanda real de mercado, a una necesidad real. Es un nicho de mercado que está creciendo. De hecho, en los próximos años, Latinoamérica va a necesitar más de un millón de programadores de software y, al ritmo que vamos, la mitad de esos puestos de trabajo no se van a poder cubrir, simplemente porque no hay suficiente talento. Hay una brecha de talento muy grande. Entonces, al haber tanta demanda, nosotros hemos tomado esa oportunidad y creo que eso es lo que nos permite tener un programa no sólo educativo, sino que realmente culmine en una inserción laboral, que es lo que logra al final del día este cambio de vida que tienen nuestras alumnas para su futuro. Luego, creo que también enfocarnos sólo en mujeres ha sido un elemento muy poderoso porque realmente esta demanda grande que hay en el mercado es por talento, pero además es por talento diverso. Hay una enorme falta de diversidad en las industrias tecnológicas y creo que hay cada vez más conciencia por parte de las empresas de que un equipo diverso es un mejor equipo.
1 International Telecommunication Union. ICT Facts and Figures 2016. ITU, 2016.
(*) Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA) y Magíster en Políticas Públicas (Central European University). En Twitter es @TamiColodenco