Argentina cuenta con su primer satélite de telecomunicaciones

El ARSAT-1 brindará servicios de TDH, Internet, datos y telefonía IP. Por Mariela Baladrón Con el lanzamiento del

El ARSAT-1 brindará servicios de TDH, Internet, datos y telefonía IP.

Por Mariela Baladrón

Con el lanzamiento del primer satélite argentino de telecomunicaciones el pasado 16 de octubre, el país dejará de alquilar estos servicios a operadores extranjeros. La fabricación de satélites de estas características en el país por parte del Estado, que incluye la explotación de sus servicios, impacta no sólo en la industria espacial local y regional, sino también en otros sectores de la economía. Además, forma parte de un conjunto de políticas públicas de desarrollo de infraestructura de las telecomunicaciones con perspectiva social.

Cuando el ARSAT-1 ganó espacio en el discurso público y mediático durante los últimos meses, el binomio soberanía satelital (y su correspondiente hashtag #SoberaníaSatelital en las redes sociales) funcionó como la síntesis de un todo bastante más complejo. Sin embargo, es posible que muchos aspectos relacionados con el primer satélite argentino de telecomunicaciones sean desconocidos o no tengan aún mucha prensa. Por lo tanto, la pregunta es: ¿De qué hablamos cuando hablamos de #SoberaníaSatelital?

Primer paso: preservación de las posiciones orbitales

En primer lugar, para lanzar un satélite de telecomunicaciones se debe contar con un bien escaso: la asignación de una posición orbital geoestacionaria por parte de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Este organismo establece los criterios para otorgar las 180 posiciones orbitales disponibles en el mundo y, dado su valor estratégico, administra y verifica su uso eficiente. La explotación se puede dar de forma directa o alquilar la ubicación a una empresa que pueda brindar el servicio. En cada posición orbital se puede autorizar la localización de hasta 4 satélites, bajo el cumplimiento de ciertos parámetros técnicos.

La Argentina estuvo a punto de perder una de sus posiciones orbitales en 2005 (en la actualidad tiene asignadas dos, 71,8° y 81° longitud Oeste) por incumplir con la obligación de poner un satélite en órbita. Como parte de las políticas de privatización llevadas adelante durante la década de 1990, las posiciones orbitales habían quedado en manos de la empresa de capitales extranjeros NahuelSat S.A. Frente al incumplimiento de ocupar la posición orbital 81° de longitud Oeste por parte de la empresa que tenía a su cargo la explotación del servicio, el Estado realizó una serie de gestiones ante la UIT que permitió preservar la posición en manos de la Argentina.

Segundo paso: el sueño del satélite propio

Una vez asegurada la posición orbital para el país, el Estado debía resolver de qué forma garantizaría la explotación de ese recurso. Y la respuesta llegó en 2006 con la creación por ley de la empresa ARSAT, una sociedad anónima del Estado que tiene a su cargo la puesta en marcha del Sistema Geoestacionario Argentino de Telecomunicaciones. Este proyecto implicaba el diseño de los satélites geoestacionarios de telecomunicaciones, su desarrollo, la construcción en el país, su lanzamiento y puesta en servicio en las posiciones orbitales (y bandas de frecuencias asociadas) asignadas a la Argentina por UIT y la comercialización de los servicios satelitales y conexos. Esta decisión fue crucial, ya que no sólo se protegió un recurso estratégico para el país, sino que también se apostó a posicionar al crecimiento de la industria espacial y al desarrollo tecnológico local.

Mientras tanto, la empresa NahuelSat no sólo había incumplido con la obligación de poner un satélite en órbita, sino que tampoco reemplazó al Nahuel-1 en 2007 cuando presentó una falla irreversible en su sistema de propulsión. Finalmente, se llegó a un acuerdo con dicha empresa a través del cual ARSAT absorbió sus activos y obligaciones.

La argentinidad del ARSAT-1

Uno de los diferenciales del primer satélite argentino de telecomunicaciones es su diseño de huella. Su pisada cubre todo el territorio nacional —desde La Quiaca a Ushuaia, la Antártida argentina y las Islas Malvinas— y países limítrofes con mayor potencia de señal. De esta forma puede ofrecer servicios de igual calidad a todos los puntos del país, superando barreras topográficas y llegando a zonas alejadas de centros urbanos o con baja densidad poblacional que tenían una oferta limitada o inexistente por parte de los prestadores privados.

Otro punto fundamental es que todas las fases del proyecto del ARSAT-1 fueron realizadas en el país: su especificación, diseño, integración y ensayos contienen más de un millón de horas hombre de trabajo calificado local. ARSAT fue la empresa encargada de la especificación y monitoreo de todas las etapas del proyecto, mientras que INVAP, la empresa rionegrina de alta tecnología, fue contratada para el diseño y la integración del satélite. Para los ensayos se creó el Centro de Ensayos de Alta Tecnología Sociedad Anónima (CEATSA), una empresa de ARSAT e INVAP, dado que no había ningún país en la región con la infraestructura necesaria para realizar ensayos con satélites de esta magnitud. Los altos costos de trasladar el satélite y contratar esos servicios en Estados Unidos o Europa para todos los ensayos que debe atravesar un satélite de estas características —para simular las duras condiciones durante el lanzamiento y la vida en órbita a 35.786 km de la Tierra— motivaron la decisión de hacer la inversión en el país y dejar la capacidad instalada para futuros ensayos espaciales y de otras industrias, como la aeronáutica, la electrónica, la automotriz, la de defensa, la de energía y la de bienes de capital en general.

Si bien la Argentina no contaba con antecedentes en proyectos de satélites geoestacionarios, tenía una vasta experiencia en el desarrollo de satélites de observación de la Tierra a partir del trabajo realizado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) e INVAP. Además, ARSAT cumplió un rol fundamental no sólo en especificar el satélite, sino también durante todo el proceso por la experiencia de sus ingenieros en la operación y prestación de servicios satelitales de telecomunicaciones. Si bien ese saber acumulado fue indispensable para la fabricación del ARSAT-1, se plantearon desafíos por las particulares diferencias entre los dos tipos de satélites. Un satélite de observación tiene una vida útil aproximada entre 3 y 5 años y orbita entre los 200 y 1200 kilómetros de distancia del planeta, con un peso que oscila entre los 500 y 1500 kilos. En cambio, un satélite de telecomunicaciones se ubica en la órbita geoestacionaria (a 35 786 kilómetros) en un hábitat hostil, su vida útil se estipula en 15 años y, en el caso del ARSAT-1, tiene un peso de 1,5 toneladas (sin combustible), lo que implica la necesidad de contar con requerimientos mucho más estrictos para su diseño y fabricación.

Con relación al desarrollo tecnológico nacional, el ARSAT-1 cuenta con varias partes diseñadas y fabricadas en el país, como los paneles de telecomunicaciones y la computadora principal del satélite. Y respecto de la calidad de los procesos y de las metodologías de trabajo, el aseguramiento del ARSAT-1 validó el desarrollo del satélite, que obtuvo una póliza de largo plazo por sus 15 años de vida útil y tasas 50% más bajas en promedio que las del mercado para una plataforma inaugural. Estas condiciones de aseguramiento surgieron sobre la base de los procesos de auditoría, revisión de procedimientos, manejo de riesgo y control de calidad por parte de expertos internacionales.

Los servicios y la rentabilidad de la industria satelital local

Para evaluar los servicios y recupero de la inversión del ARSAT-1 es necesario considerar en realidad al Sistema Geoestacionario Argentino de Telecomunicaciones en su conjunto. Además del primer satélite de telecomunicaciones, se fabricó un segundo satélite, el ARSAT-2, actualmente en fase de ensayos y con fecha estimada de lanzamiento durante el segundo semestre de 2015. A su vez, está en proceso de diseño un próximo satélite y la posibilidad de colaborar en otros proyectos a nivel regional, a partir de la capacidad desarrollada.

En este sentido, conviene tener en cuenta que, mientras que el ARSAT-1 focalizará su huella en la Argentina y los países limítrofes, el ARSAT-2 tendrá pisada sobre todo el continente americano. Por lo tanto, el primer satélite brindará señal principalmente a nivel nacional y gran parte de su capacidad será ocupada por servicios que actualmente se prestan sobre un satélite adyacente alquilado, el AMC-6 (al cual se migraron los que brindaba el Nahuel-1 hasta 2007). Es decir, se dejará de alquilar capacidad satelital y el ARSAT-1 contará con una elevada ocupación desde el comienzo de su puesta en servicio, con una capacidad remanente para sumar a nuevos clientes. En cambio, el ARSAT-2 tendrá toda su capacidad disponible para nuevos clientes y servicios y su cobertura permitirá exportar y comercializar señales de video a países de toda América.

Para pasar en limpio: construir más de un satélite abarata los costos de los siguientes prototipos y, además, permite extender la variedad y cobertura de los servicios que se prestan. De esta forma, la inversión inicial de 270 millones de dólares que implicó el ARSAT-1 (la cual incluye los costos de lanzamiento y seguros) se recuperará en menos de la mitad de la vida útil del satélite. Si se considera el costo estimado de la construcción de los primeros tres satélites de este tipo en el país, la cifra total es de 540 millones de dólares, lo cual demuestra una importante disminución de los costos de los siguientes GEO (satélites geoestacionarios).

La articulación con otras políticas públicas de infraestructura

Los principales servicios que brindará el ARSAT-1 son: televisión directa al hogar (TDH), acceso a Internet para su recepción en antenas VSAT, datos y telefonía sobre IP. También transportará señales de video de los operadores de televisión de cable y será utilizado para las transmisiones de noticias desde unidades móviles. Sin embargo, la verdadera dimensión de estos servicios se da a partir de la complementariedad con otras tecnologías como la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO) y el despliegue de la Televisión Digital Abierta (TDA). Por ejemplo, en aquellas localidades donde no se puede acceder a la señal terrestre de la TDA, que llega a aproximadamente el 86% de la población, se podrá acceder a través de un kit satelital y cubrir mediante ambas tecnologías el 100% del territorio nacional. Con respecto a la fibra óptica, mientras se calcula que 36 millones de personas serán alcanzadas por ese servicio, el resto de la población tendrá acceso en iguales condiciones, pero a través del satélite.

Por su parte, el ARSAT-2 brindará la plataforma para promover el posicionamiento de la Argentina como exportador de contenidos audiovisuales. Dada su cobertura sobre todo el continente americano, este satélite dará soporte para que las empresas argentinas puedan exportar servicios de datos y un DTH (Directo al hogar, por sus siglas en inglés) sudamericano, lo mismo que establecer enlaces punto a punto y acceso a Internet con antenas VSAT¹, además de posibilitar el transporte de video a todo el continente para la exportación de señales de televisión.

Todas estas políticas permiten ampliar el desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones argentina, no sólo para intentar garantizar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación a la mayor parte de la población, sino también tiende a reducir otra de las brechas digitales, que tiene que ver con la inversión y el desarrollo local.

El impactonacional y regional

El desarrollo del ARSAT-1 logró concretarse porque el país contaba con una industria satelital preexistente, compuesta por instituciones del sector público y privado, que creció mucho durante la última década. Las instituciones referentes de este sector en el ámbito civil son ARSAT, como responsable del Sistema Satelital Geoestacionario Argentino de Telecomunicaciones, y CONAE, como responsable del Plan Espacial Nacional en relación a los emprendimientos espaciales dedicados a la observación de la Tierra. Por su parte, INVAP es el integrador principal de los proyectos satelitales de ambas instituciones, CEATSA se sumó recientemente para los ensayos medioambientales de la industria y la empresa VENG SA2 está dedicada al desarrollo de lanzadores para el acceso al espacio.

Además de la aplicación comercial que pueden brindar los satélites de observación y de telecomunicaciones, se trata de actividades que crean las condiciones de mercado para otros sectores y servicios. El impulso de la inversión pública, tanto a través de las instituciones referentes como de los centros de investigación, impulso la creación de numerosas empresas de base tecnológica en los últimos años, a partir del crecimiento de los proyectos espaciales. Estas empresas aportan al desarrollo de la ingeniería, el software y los componentes para el sector espacial argentino. Este auge también se retroalimenta con la inversión y crecimiento de una masa crítica de recursos humanos formados en el ámbito científico.

La actividad espacial también tuvo gran auge en diversos países de la región, como es el caso de Venezuela, que cuenta con las misiones Simón Bolívar (comunicaciones) y Miranda (observación de la Tierra). Por su parte, Bolivia puso en órbita el Tupac Katari (comunicaciones) en 2014, Ecuador lanzó las misiones Cubesat y Uruguay desarrolló el satélite cubesat de 2 unidades Antel-Sat. Perú adquirió recientemente un satélite de observación submétrico, como también lo hizo Chile hace unos años. Brasil cuenta con un ambicioso plan espacial, incluso con una misión en cooperación con la CONAE: el Sabiamar.

Este panorama, sumado a las propias características de cooperación que implica la industria satelital, abre una interesante perspectiva para el desarrollo satelital e innovación tecnológica a nivel regional. Sería interesante sostener el concepto de #SoberaníaSatelital con una impronta de integración regional que evite las asimetrías y con un claro respeto hacia la determinación de cada país. Una propuesta a futuro podría implicar el desarrollo de una agencia espacial regional para sumar las experiencias laborales y colaborar con una visión y estrategia internacional.

La Argentina logró fabricar su primer satélite geoestacionario de telecomunicaciones. Su impacto se extiende al diseño y a la complementariedad de políticas públicas para las telecomunicaciones, el desarrollo de una industria espacial local así como también para el desarrollo de recursos humanos e industrias afines, además de ahorro de divisas por alquiler de capacidad satelital. Es posible que expandir esta política con una perspectiva regional permita trasladar ese impulso y garantizar su ampliación y continuidad.

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¹ Very Small Aperture Terminal – antenas satelitales pequeñas que permiten conectar zonas remotas o donde no llega la transmisión de datos con otras tecnologías (por ejemplo, cuando no llega la TDT por cuestiones topográficas o la REFEFO para internet, etcétera) Se instalan en escuelas rurales, por ej, te mando una foto ilustrativa adjunta. Con esa pequeña antena es posible brindar servicio en cualquier lado donde tiene pisada el satélite.

² Las siglas significan Vehículo Espacial de Nueva Generación. Es una empresa creada por el Poder Ejecutivo Nacional.

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