UNESCO y la UBA miden la calidad de la TV Pública

Por Andrea Mallimaci. Por primera vez en Argentina y en la región, la televisión pública nacional se somete

Por Andrea Mallimaci.

Por primera vez en Argentina y en la región, la televisión pública nacional se somete a un sistema de medición de calidad UNESCO para emisoras públicas. La Universidad de Buenos Aires, a través de la Facultad de Ciencias Sociales, está elaborando las herramientas para la aplicación.

En 2014 la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, UNESCO y la TV Pública argentina sellaron un acuerdo histórico: construir, medir y aplicar indicadores de calidad internacionales en la principal emisora pública de Argentina, convirtiéndose de este modo en la primera de la región en someterse a esta revisión, aportando colaboración y cooperación y, fundamentalmente, abriendo las puertas de la institución para la medición.

 

Según UNESCO¹, este acuerdo profundiza la tarea iniciada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual “proponiéndose la Televisión Pública la consolidación de su proyecto institucional, asumiendo los indicadores elaborados por UNESCO como instrumentos para la evaluación permanente de la calidad y transparencia de su gestión”. El objetivo central, dice el comunicado, es que los medios públicos fortalezcan sus procesos de diálogo con todas las partes interesadas, subrayando la transparencia y la búsqueda por más calidad.

Para iniciar el trabajo se partió de un documento común, elaborado por UNESCO mediante la intervención de tres expertos en la materia: Eugenio Bucci, Marco Chiaretti y Ana María Fiorini. En ese documento se plasman un conjunto de indicadores que funcionaron como la punta de lanza de toda la investigación posterior.

A partir de esta elaboración, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales, inició el complejo camino de generar instrumentos de medición que puedan ser aplicados en cualquier emisora pública del mundo y que permitan comprender en su complejidad a la emisora argentina.

“Tomando como punto de partida los avances en materia de indicadores desarrollados por UNESCO, se realizó un trabajo conceptual y metodológico para elaborar un sistema de indicadores específico, que permita evaluar la calidad de la TV Pública argentina, ofreciendo información concreta, útil tanto para la toma de decisiones sobre políticas institucionales como para la información de la ciudadanía y la promoción de su involucramiento en la defensa de una comunicación democrática e igualitaria”, afirma la investigadora Natalia Romé, coordinadora del equipo. “El resultado de ese proceso de trabajo fue evaluado por un equipo de expertos internacionales de Uruguay, España, Ecuador y Argentina y plasmado en una Guía de Indicadores. Con esa base, durante este año avanzamos en una primera etapa de implementación que involucró varias fases metodológicas: visualización de pantalla y web, análisis documental y entrevistas. Se trata de una primera experiencia, con pocos antecedentes en América Latina y, desde luego, un instrumento que debe ser replicado y mejorado. Entendemos, sin embargo que constituye un importante avance porque la disponibilidad de información empírica sobre la realidad del funcionamiento mediático constituye una pieza clave, tanto para el desarrollo de políticas como para el enriquecimiento del debate social”,explica la doctora Romé.

Martín Bonavetti, director ejecutivo de la TV Pública, al momento de la entrevista, dice respecto a la investigación“ aporta parámetros que permiten que las tomas de decisiones tengan legitimidad, sustento y objetivos más definidos. Así mismo, le ofrece un corpus de discusión sobre el funcionamiento de un medio público en el que participan académicos y gestores de la cultura (de la comunicación y del medio audiovisual). De esta manera, es posible ampliar y jerarquizar el debate en un lugar en el que el único espacio para reflexionar la televisión es el que establecen los programas de espectáculos o la deformación que impone el análisis del rating. Por último, creo que la medición de los indicadores otorga la posibilidad de iniciar un proceso de legitimidad social de los medios públicos que potencie el marco legal que le dio a la televisión la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. En este marco, los indicadores funcionan como elementos constitutivos de legitimidad y de legalidad”.

Qué se mide

Como se mencionó, a partir de los protocolos ofrecidos por UNESCO, el equipo de la Facultad de Ciencias Sociales elaboró un sistema de indicadores para evaluar la calidad de la TV Pública argentina. A partir de la experiencia particular, los estándares internacionales y la historia del sistema mediático argentino, se tomaron las nueve dimensiones propuestas y se incorporaron dos nuevas. De esta manera se llega a once ejes globales, que contienen más de 60 indicadores:

La primera de las dimensiones, “Transparencia y participación ciudadana”, se divide en tres mediciones: concepto de emisora pública, la que observa el manejo de los recursos económicos y participación ciudadana. En la primera de ellas se busca observar la unidad conceptual de la emisora, tanto en sus definiciones institucionales como en la pantalla. La búsqueda apunta a evaluar si la emisora tiene una idea global, y si esta se manifiesta en todos sus contactos con la sociedad. La segunda de ellas, observa las cuestiones formales en cuanto al manejo de recursos económicos tales como balances, auditorías, cumplimiento de la ley, inclusión en el presupuesto nacional, entre otras. Finalmente, la tercera rastrea las políticas de participación ciudadana que lleva adelante la emisora. En esta instancia se evalúa las políticas de la emisora para estimular la misma, la relación con organismos representantes de la sociedad civil y el vínculo con las sugerencias y comentarios de la sociedad civil no organizada.

La segunda dimensión, “Diversidad cultural”, está centrada en la programación que pone al aire la emisora. Ésta se evalúa desde su diversidad de géneros, formatos, públicos. Tal vez lo más interesante de esta dimensión es que no sólo mira la pantalla como un reflejo de un momento determinado, sino que también rastrea políticas de contenido orientadas a la diversidad de pantalla. También atiende a la presencia e interpelación de minorías y a contenidos que promuevan la inclusión social. La búsqueda de esta dimensión, entonces, está orientada a la exigencia que tiene toda televisora pública de trascender la mera búsqueda de éxito a través del rating, consolidándose como un servicio público a la comunidad.

En la tercera se evalúa la cobertura de emisión. Bajo la misma idea de servicio público, el estudio propone asumir que una condición necesaria y anterior a cualquier discusión sobre la calidad de la televisión pública es la de su capacidad técnica de llegar a cada rincón del territorio y de replicarse en diversos soportes favoreciendo el acceso. En esa línea, se evalúan las políticas de acceso a la tecnología, la pluralidad de pantallas, los convenios con otras emisoras y el nivel de cobertura.

La cuarta dimensión incorpora a la medición de calidad el trabajo periodístico. Para ello evalúa el nivel de federalismo de la agenda informativa, su atención hacia sectores menos visibilizados, la pluralidad de sus contenidos y voces, la responsabilidad pública en la comunicación de temas sensibles (discriminación, violencia, catástrofes, etc.), el desempeño riguroso de la actividad periodística y el cumplimiento de los horarios de las emisiones, entre otras.

En la siguiente dimensión, “Independencia”, la investigación separa entre las premisas formales de la independencia y los aspectos institucionales. Entre las primeras indaga en la composición de las autoridades de la emisora, cómo son elegidas, si tienen mandato establecido, es decir, si existe una conducción que pueda ampararse en premisas formales para garantizar su independencia. Entre los segundos,se investigan las condiciones institucionales para el desarrollo de la actividad de la emisora con independencia de mecanismos de presión tanto gubernamental como de otros factores de poder económico o corporativo. Para ello se evalúan las condiciones del trabajo periodístico, artístico y a la estructura organizacional en general (especialmente, sus circuitos de toma de decisión). En la sexta dimensión, como su nombre lo indica, se evalúan las fuentes de financiamiento. Los mecanismos, la protección institucional y la independencia de recursos son los factores preponderantes de la investigación.

La séptima dimensión evalúa la relación de la emisora con sus audiencias, atendiendo a las políticas dirigidas específicamente a la interpelación de públicos diversos. Para ello, indaga sobre el presupuesto, los análisis internos y la interacción con las audiencias. También situados en los públicos, pero desde otra perspectiva, la octava dimensión analiza los niveles de experimentación a la que llega la pantalla, asumiendo que una emisora pública debiera estar a la vanguardia en esa temática. Al mismo tiempo, la novena dimensión asume también un posicionamiento en la vanguardia, pero en este caso en términos técnicos. En relación con la dimensión de cobertura, en este punto se evalúa ya no sólo si se llega al territorio sino cómo se llega, en qué calidad y bajo qué soportes. Al mismo tiempo se propone investigar la política de actualización tecnológica que tiene la emisora.

Las dos últimas dimensiones fueron agregadas por el equipo de investigación específicamente para esta medición particular, proponiendo también agregarlas a la matriz general de UNESCO para la medición de toda emisora pública. Ellas son “Cultura organizacional y política de recursos humanos” y “Protección del patrimonio audiovisual”. En la primera se transciende la definición tradicional de “Recursos humanos” para proponer una más integral que atienda a los trabajadores, su capacitación, su contratación, el cumplimiento de legislación y respeto de derechos; pero también se acierta en atender a la especificidad del trabajo televisivo, que muchas veces tiene que ver con largas jornadas de trabajo, con horarios rotativos y con imprevistos derivados de la coyuntura. De esta manera, esta dimensión atiende también al espacio en el que habitan los trabajadores, indagando sobre la posibilidad que tienen de guardar sus cosas, dejar a sus hijos, comer o transitar sus descansos.

“Protección del patrimonio audiovisual” se crea en sintonía con la concepción de UNESCO acerca de proteger el patrimonio para proteger las identidades del mundo², esta dimensión, entonces, rastrea las políticas llevadas a delante por la emisora para proteger su patrimonio. Esta es una dimensión que cobra particular relevancia en el caso de la TV Pública argentina, ya que el archivo de la señal fue una de los aspectos más maltratados durante la década del 90 en el avance privatista que vivió el canal, en dónde se perdió gran parte del archivo en confusos episodios que incluyen desde ventas hasta regrabaciones por no tener insumos suficientes. En este punto, entonces, se observan las políticas de protección del patrimonio audiovisual: desde contar con un lugar físico específicamente acondicionado para la tarea, hasta contar con personal, presupuesto, procedimientos de catalogación y software específicos. Al mismo tiempo, también se toma en cuenta la política de difusión del mismo.

Para medir estos 11 indicadores se establecieron cuatro técnicas de relevamiento: la visualización de la pantalla (análisis de contenido audiovisual) de 266 horas de programación que forman una muestra de dos semanas artificiales (es decir, compuestas por registros tomados aleatoriamente durante tres meses); las entrevistas abiertas, complementadas con encuestas cerradas y observación; el análisis documental de grillas de programación y otros documentos de diversa envergadura (actas de directorio, protocolos de trabajo, normativa y reglamentos, dictámenes de diversos organismos) y finalmente, el análisis del contenido web y redes sociales de la emisora.

Un encuentro novedoso

Esta investigación, entonces, pone dos esferas en contacto que proponen una novedad. La academia y la técnica; la investigación y la práctica. Estas dos esferas, históricamente separadas, muchas veces celosas la una de la otra, generan un aporte revelador y proponen hacer caer algunas barreras históricas.

Diego de Charras, Director de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, resalta “para la Facultad, el hecho de que exista un compromiso público asumido por las autoridades de la TV Pública con UNESCO respecto de los resultados y sugerencias que pueda aportar esta investigación, ofrece la posibilidad de realizar un aporte concreto al mejoramiento de la calidad de los medios públicos que constituyen una pieza indispensable en los procesos de democratización de nuestras sociedades. La universidad tiene un compromiso con la sociedad de la que es parte y lo mejor que puede hacer al respecto es poner sus recursos técnicos, su capital intelectual, al servicio de esa comunidad. Esto no puede suponer una especie de voluntarismo sino que debe ser asumido con seriedad y rigor. No se trata de realizar cualquier aporte por mejor intencionado que sea, sino de movilizar los recursos críticos, las tradiciones teóricas y los instrumentos metodológicos para que ese aporte tenga genuino valor”.

Para la Televisión Pública, según su director ejecutivo, esta experiencia“ puso en contacto dos esferas atravesadas por lógicas distintas pero que su vinculación resultó virtuosa en tanto cada una comprendió la importancia del proceso. Durante muchos años, la televisión esperó ajena, distante, cerrada y sólo observable desde su pantalla. Todo análisis al respecto no comprendía el funcionamiento real de la institución. Por otro lado, durante mucho tiempo, la televisión como espacio se desarrolló sobre reglas personales. Un espacio público como este se debía una mirada renovadora, que pudiera examinarlo y que pusiera en valor las cosas que se habían desarrollado, como así también que marcara como objetivos pendientes aquellas cosas que necesariamente hay que definir. En resumen, creo que el proceso fue un ejercicio importantísimo para la reflexión y el aprendizaje”.

Sin dudas, este trabajo inicia un proceso complejo y profundo de articulación de esferas, campos y disciplinas que prometen una mayor comprensión en escenarios complejos y en constante movimiento.

1 s/a (2014/05/15): Comunicado UNESCO-TVP. En: www.unesco.org [Consultado el 1/12/2015].

2 Premisa fundacional de la declaración del “Día mundial del patrimonio audiovisual”, aprobado por UNESCO en 2005 para el 27 de octubre.

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