Juegos para todas las pantallas

¿Qué tecnología se usó para transmitir los JJ.OO. Río 2016? Por Diego Rodríguez Si la Villa Olímpica con

¿Qué tecnología se usó para transmitir los JJ.OO. Río 2016?

Por Diego Rodríguez

Si la Villa Olímpica con sus millares de atletas y decenas de estadios y locaciones fueron el corazón y el alma de los juegos, el IBC (International Broadcasting Center) sería el cerebro de la criatura, el centro de comando que el OBS (Olympic Broadcasting Service) usó para poder abastecer las multiproducciones a los broadcasters. Este año, el número de programadoras con derechos alcanzó el récord de 110 cadenas.

 

Si soñamos alguna vez con ser los encargados de decidir una nueva sede para disputar los Juegos Olímpicos, a quién de nosotros no se le hubiese cruzado por la cabeza elegir la ciudad de Río de Janeiro. Qué mejor marco que esa hermosa ciudad fotogénica por donde se la mire, qué mejor clima que el excepcional calor permanente de esas costas, qué mejor ambiente que la alegría carioca instalada en su cultura y qué mejor ritmo deportivo acompañado por el son de una “roda do samba” o el desfile eterno de las “escolas do samba”. Agradezco y aplaudo la decisión de brindar estos juegos 2016 en la eternamente aclamada “cidade maravilhosa”. Más allá de todos los traspiés organizacionales y de un momento político y social no acorde con la festividad del evento, deportiva y turísticamente nadie puede negar la belleza ante la cual nos encontramos.

Del 5 al 21 de agosto, la ciudad se vio invadida por deportistas, atletas, periodistas, técnicos, productores, talentos y cientos de miles de turistas, por lo que la ciudad se llenó de multicoloridas banderas y acentos extraños, todos con la misma expectativa: hacer de estos juegos un evento inolvidable. Alrededor de 40 disciplinas y deportes representados, cada uno con sus diferentes modalidades y categorías, convirtieron a estos juegos del 2016 en el evento deportivo más grande de toda la historia, con una programación casi inmanejable y muy difícil de seguir. Pero, justamente, la diversidad de disciplinas es lo que lo hace tan atractivo y por eso se convirtió en alimento para aquellos miles de millones de televidentes que se volcaron a sus nuevos hábitos de consumo para ver a su atleta o disciplina favorita, dónde y cuándo lo querían.

Por lo tanto, dos barreras se rompieron por primera vez en la historia. Por un lado, la enorme cantidad de eventos simultáneos que ocurrieron a lo largo de los 16 días y, por otro, la necesidad de abastecer a una diversidad de pantallas que excedían el clásico televisor, donde tomaron forma por un siglo todos los juegos olímpicos anteriores en el hogar. En otras palabras, por primera vez en la historia no hubo disciplina, partido o evento olímpico que no quede disponible en alguna pantalla a los usuarios, y todos agradecidos por el devenir tecnológico que permitió dicho suceso. Así es como teléfono, tablets, SmarTVs, consolas de videojuego y cualquier dispositivo conectado a internet se convirtió en una pantalla olímpica, y todas las decenas de cámaras que transmiten eventos concurrentemente estuvieron ahí, disponibles y atentas a su reproducción.

¿Cómo es posible organizar semejante despliegue de cámaras en vivo y contenidos audiovisuales siendo provistos desde decenas de locaciones en simultáneo? La respuesta tiene dos nombres: OBS (siglas del inglés de Olympic Broadcasting Service) e IBC (International Broadcasting Center). El primer nombre corresponde al organismo que tiene a cargo la producción televisiva de los juegos olímpicos, desafío que parece sencillo a las palabras, pero estamos hablando del despliegue técnico y profesional más grande que nunca se ha visto en el mundo televisivo, que demanda coordinación y organización absoluta. En segundo lugar, el “IBC”, como centro de comando que OBS usó para poder abastecer las multiproducciones a los “broadcasters” —las programadoras de televisión— que han adquirido los derechos de transmisión en sus regiones o países, y en modelos de negocios determinados, y que además adhieren sus propias cámaras dispuestas en diferentes locaciones de la ciudad. Este año, el número de programadoras con derechos ha subido a un récord de 110 cadenas.

Si la Villa Olímpica con sus millares de atletas y decenas de estadios y locaciones fueron el corazón y el alma de los juegos, el IBC sería el cerebro de la criatura. Ambas se localizaron en el mismo Parque Olímpico en Barra de Tijuca, construidas sobre lo que era un viejo circuito de carreras automovilísticas. Un alambrado y paredones separaban a uno de otro, por lo que uno necesitaba una credencial especial para IBC y otra para el acceso a la Villa Olímpica.

Obviamente, como profesionales del mundo tecnológico que nos toca ser, nuestras credenciales se limitaban al acceso al IBC, lo que se traduce para cualquier persona técnica en tener acceso a una verdadera “matrix” que controló durante 16 días la pantalla televisiva mundial. Alrededor de 85 000 metros cuadrados de puro cemento y conglomerado a medio terminar, un par de pisos de alturas descomunales, pasillos enormes sin ningún lujo, miles de kilómetros de cableado y, sobre todo, una extrema seguridad para el ingreso y egreso de los acreditados definieron al IBC. Ya hacerse de una credencial conllevaba completar solicitudes previas con meses de anticipación y, una vez que se tenía en mano, rigurosos controles de acceso —al estilo aeropuertos— se llevaban a cabo en su entrada principal y única.

Dentro de este enorme “elefante gris”, más de cien “broadcasters” y proveedores de soluciones tecnológicas montaron sus bunkers, salas de no muy gran tamaño donde recibían las 45 señales producidas por OBS (a las que hacían llamar como “VandAs”, “Video y Audio”, y que se encontraban correctamente numeradas del 1 al 45). Entre todas sumaban un poco más de 9000 horas de eventos olímpicos provenientes de los diferentes “venues” (locaciones donde se llevaban a cabo las competencias). A dichas “VandAs” se le añadían 10 señales o cámaras adicionales opcionales que contenían una infinidad de tomas en vivo o producciones de hechos variados ligados a los juegos que no entraban dentro de las 45 originales. Así, las 45 principales, más las 10 opcionales y todas aquellas que el programador adicione de su autoría, hicieron de esta cobertura la más majestuosa y complicada de todas las transmisiones de eventos deportivos del mundo.

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Pero, como empezamos la nota, por primera vez la meta de todos los proveedores de los derechos y, por ende, proveedores de servicios televisivos fue poner a disposición de los usuarios el cien por ciento de lo recibido de las cámaras, más todo lo que se pudiera originar localmente, y para tamaña cantidad de ventanas de exposición, el único servicio que lo hace posible es el mundo online y el video streaming. Por esta razón, todos los broadcaster buscaron la forma de tomar esas 45 cámaras en IBC, generar las multiversiones y multiformatos que permitieran poner a disposición del televidente el video de su deporte favorito, y aquel que no tanto, en la pantalla del dispositivo elegido, llámese tablets o smartphones con sistema operativo Android, iOS o Windows, consolas de juego de una u otra marca, computadoras con sus distintos navegadores u otros dispositivos, generando así los primeros Juegos Olímpicos cien por ciento multipantallas de la historia.

Técnicamente hablando, los videos de cada “VandA” fueron contribuidos en Alta Definición a 1080 líneas, a través de interfases HD-SDI, para lo cual hacía falta conectarse a la matriz SDI general del IBC y trasladarlas hacia cada oficina del programador dentro del predio, o a través de un llamado “IP Package”, es decir, un punto de conexión GbE (‘Gigabit Ethernet’) de un router por donde viene un MPEG-TS con los mismos servicios comprimidos en MPEG a tasas de 18Mbps. Esta última opción es la óptima si se desea desplegar el completo suministro de las señales entrantes a diferentes formatos de salidas, ya que da flexibilidad de trascodificación o ruteo de ser necesario.

Cada video venía acompañado por un audio ambiente en formato estéreo al cual luego, en post producción, podía sumarse una locución propia de ser requerido. Como opcionales, OBS ofrecía algunas tomas y cámaras en calidades 4K y hasta 8K, que fueron vencidas en elección por la necesidad imperiosa de dominar la pantalla súper chica de tablets y smartphones en vez de súper televisores con súper calidades.

Además, para permitir hacer algo “llave en mano”, OBS también desplegó y dispuso a quien lo necesite un servicio de video streaming con reproductores y segurización incluida con todas las cámaras generadas, obviamente a cambio de un costo y ciertas restricciones. Solución muy propicia para aquellos que necesitaban soluciones genéricas y con rápida salida al mundo internet.

Si se optaba por una solución propia de generación de streamings, había que tener en cuenta que la salida del IBC constaba de conexiones dedicadas hacia un “pop” ubicado en la misma ciudad (datacenters concentradores de conexiones internacionales de datos) desde donde recién uno podía salir al mundo a través de internet. Por lo tanto, las necesidades de multiversiones de video para el mundo “ABR” (por sus siglas en inglés, “Adaptive Bit Rates”, que identifica la capacidad de los reproductores de elegir diferentes calidades de video de acuerdo con la velocidad de conexión de internet del momento), sumado a los multiformatos que permiten llevar y compatibilizar la reproducción en los diferentes modelos de dispositivos, condicionarían la necesidad de capacidad de datos de salida o, visto al revés, la capacidad contratada regularía las posibilidades de los servicios para ofrecer. Una vez en el “pop” de salida, lo que nos esperaba era internet con todos sus ya bien conocidos desafíos.

Como siempre, los formatos de streamings buscados para multidispositivos son:

– HLS (HTTP Live Streaming).

– HDS (http Delivery Streaming).

– Microsoft (Smoth Streaming).

– MPEG-DASH.

A estos multidispositivos hay que incorporales las segurizaciones y georestricciones requeridas por el organizador y dueño de los derechos. Entonces, si hacemos la matemática pura, y contabiliza las 45 señales, más algunas adicionales, sumado a los multiformatos y a las multicalidades de video, llegamos a cifras descomunales de centenas de videos siendo provistos en forma concurrente durante todo el día y durante toda la duración de los Juegos Olímpicos, añadiendo el gran y muy bien conocido desafío de acercar la experiencia multipantalla a las expectativas de experiencia heredadas del mundo de televisión broadcast tradicional.

Por suerte, ya nada nos asusta y, con la experiencia de live streamings de estos últimos años, apretamos on y enviamos al ciberespacio millones de millones de bits que correrán quién sabe por dónde para llegar en tiempo y forma a cada palma de miles de espectadores para convertirse ni más ni menos que en televisión. Sumado a la suerte de este desafío, estuvo el marco imponente de Río de Janeiro, una ciudad que sonríe y se mueve al ritmo de la naturaleza.

Por primera vez en la historia no hubo disciplina, partido o evento olímpico que no quede disponible en alguna pantalla a los usuarios.

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