«La agenda mediática no puede imponerse sobre la pública sin resistencias»

Entrevista a Natalia Aruguete, autora de El poder de la agenda. Política, medios y público. Por Carolina Martínez

Entrevista a Natalia Aruguete, autora de El poder de la agenda. Política, medios y público.

Por Carolina Martínez Elebi.

Natalia Aruguete es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Quilmes y magíster en Sociología Económica por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Como investigadora del CONICET, su línea de investigación se centra en el estudio de las agendas política, mediática y pública, que es el tema central de su libro “El poder de la agenda”, publicado en 2015 por la editorial Biblos.

Aruguete habló con Revista Fibra sobre los comienzos de su investigación sobre la teoría de la agenda setting; la relación entre la agenda política, la mediática y la pública; el rol de las redes sociales en el proceso de construcción de agenda y la función social y política de los medios públicos.

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¿Cuándo empezaste a trabajar con el estudio de la agenda setting? ¿Qué podés contarme de la etapa previa a la publicación del libro El poder de la agenda?

Empecé a trabajar el tema hace 11 años, cuando ingresé al CONICET como becaria doctoral. El que me hizo la propuesta de incluir la agenda setting como perspectiva teórica fue mi director, Martín Becerra, pese a que él no viene de este ámbito. Él había visto un tema similar en su propio doctorado y se quedó con dos textos que fueron muy interesantes en términos de lectura crítica de la teoría. Uno era sobre el caso Watergate que escribieron Kurt y Gladys Lang¹, que los cito en el libro porque para mí es un texto de cabecera, y otro era uno que tocaba el tema de la agenda setting pero más colateralmente, de Martínez Nicolás, de 1996, sobre las minorías en España². De a poco fui accediendo a bibliografía de manera muy artesanal y con muchas dificultades, porque el acceso a las revistas académicas es muy caro y yo no tenía posibilidades de hacerlo, y no tenía una institución que me permitiera llegar a eso. Recibí mucha ayuda de colegas.

Un punto de inflexión central fue mi estancia de tres meses en Salamanca, donde participé del Observatorio de Contenidos Audiovisuales que dirige Juan José Igartua. Ellos estaban avanzando en un proyecto de investigación sobre inmigración desde la teoría del framing más que desde la teoría de la agenda setting. También es cierto que en mi tesis trabajé desde las dos teorías, pensadas como independientes. Esa experiencia allí, fue muy importante para pensar mi propia investigación.

Mi segundo punto de inflexión fue cuando entregué mi tesis doctoral en 2009, donde cerré esa etapa y comencé otra, que es la de leer distinto a la teoría y los casos que estaba estudiando. En mi tesis trabajé sobre la cobertura que hicieron cinco diarios nacionales de la privatización de ENTel, que fue en 1990. A partir del análisis, un patrón que se observa es que en las coberturas mediáticas prima el conflicto por encima de cuestiones más estructurales que deberíamos atender, y, sobre todo, las coberturas apuntan a cuestiones de tipo personalizadas.

En esa revisión, me empecé a dar cuenta de que estas herramientas teóricas también pueden ser para pensar políticamente la cobertura mediática, que es lo que intento plantear en el libro. Es decir, que no sean instrumentos despolitizados. Todos esos primeros años significaron trabajar muy en soledad, porque no estaba en agenda hablar de las agendas mediáticas.

Me decís que presentaste tu tesis en el 2009, que fue un año clave de debate sobre el rol que ocupan los medios en la sociedad y, principalmente, de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. ¿Cómo lo viste vos?

Fue interesante ver que, cuando yo cerré la tesis, el rol social de los medios estaba puesto en la preocupación pública. Incluso un poco antes del 2009, que fue un año clave, ya había empezado con el conflicto del campo. Algo para destacar es que, antes de ese momento, la gente asumía como dado lo que leía o escuchaba en cualquier medio de comunicación, y a partir de ese hecho, la situación cambió.

De cualquier modo, creo que el cuestionamiento sobre la fuente de información no es sólo local, pero localmente sí, ese fue un momento clave. De hecho, fue in crecendo y hoy por hoy, me sorprendo de los efectos que tuvo el libro teniendo en cuenta la coyuntura donde hoy la idea de agenda circula como idea de discusión, de debate teórico y de debate político, y que tiene que ver con el favor que se le hizo, de poner en la mira el rol social de los medios de comunicación.

En tu libro hablás de tres agendas -la mediática, la pública y la política-, pero el libro se titula «El poder de la agenda». ¿Cómo es la relación entre las tres? ¿Cuál es la que tiene más poder sobre las otras dos?

Si uno abstrae ese título a la premisa central actual de la teoría de la agenda setting, puede hacer el siguiente paralelismo. En 2010, McCombs³ escribió que la definición de agenda setting es la transferencia de importancia de una agenda hacia la otra. Inicialmente, en el año 68, el primer descubrimiento es que la agenda mediática influye sobre la agenda pública, pero después de estos más de 50 años, ya no se pudo sostener esa idea de que sólo los medios influyen sobre la agenda pública. Tampoco esta última tiene absoluto poder sobre la agenda mediática, y tampoco es que el juego entre la agenda política y la mediática sea sólo unidireccional.

En ese punto, hay autores que empiezan a hablar del proceso de “construcción de agenda” y yo adhiero mucho a esa idea. Pero el título intenta reflejar esta idea de la capacidad de una agenda de influir en la otra, y porque, además, la agenda setting es una teoría de efectos y el efecto que ellos buscan analizar y comprobar, es un efecto de agenda. Es decir, en qué medida temas que aparecen en una, después aparecen en otra. Ahora, la agenda pública no puede imponerse sobre la agenda mediática, pero sí podemos decir que la agenda mediática no puede imponerse sobre la pública sin resistencias y sin ningún tipo de diálogo.

La construcción que se da al interior de la agenda mediática no puede darse sin atender a las otras agendas, y lo mismo ocurre con las otras dos. Estas agendas están siempre en diálogo, por eso se habla de construcción, y lo que ocurre en alguna de las agendas influye a la otra, al menos en alguna medida. Por supuesto que, después, quien tiene más poder por fuera de la agenda es quien tiene mayor capacidad de imponer la suya.

¿Qué rol tienen las redes sociales como Facebook o Twitter en la relación de las tres agendas?

Las redes sociales se usan a veces para medir un poco la agenda pública, pero no podemos decir que sean representativas del público general porque hay un acceso bastante limitado a las redes. Por otro lado, lo que muestran las redes sociales es que, los que están conectados a una red, hablan de lo mismo. Entonces, uno percibe que lo que dicen sus “amigos” es una generalización cuando en realidad hay algoritmos que hacen que uno lea lo que coincide con lo que uno piensa.

Un elemento que es interesante tener en cuenta es analizar si en las redes circula la misma información que circula en los medios tradicionales. Se suele decir que hay identidad entre la relación que tengo con un medio tradicional y lo que luego vuelco en las redes. Yo me permito pensar que eso puede variar, porque también puedo postear información con la que discuto.

En el libro explicás que hay cuatro fases de la teoría de la agenda setting4, y que la última es la del proceso de construcción de la agenda mediática. ¿Cómo es el proceso?

Esta fase es lo que se denomina agenda building y lo que se analiza es cuáles son los factores que influyen en la construcción del temario de la agenda mediática. Allí es donde aparece la relación con la agenda política, con la propaganda, con la agenda de otros medios. Un elemento interesante que se analiza en el marco del efecto entre medios es el de la denominada homogeneidad, que es la que muestra que distintos medios hablan sobre los mismos temas. Eso ocurre mucho, pese incluso a que haya diferentes visiones sobre los temas. Esa homogeneidad que existe entre los medios masivos suele tener un fuerte efecto sobre la agenda pública y, también, suele constituirse en un elemento de presión sobre la agenda política.

¿Qué pasa con los medios que no son masivos y que se presentan como alternativos o populares?

Eso se trabaja un poco en la inter-media agenda setting y la verdad es que los medios masivos siguen llevando la delantera, pero no lo tengo estudiado como para dar un número certero. Sin embargo, los medios masivos tienen otro poder para instalar agenda. Primero, por la homogeneidad que te mencioné, y segundo, porque la cobertura de la mayoría de los medios masivos es una cobertura oficial, donde la mirada de las instituciones gubernamentales o estatales, y las miradas de otras instituciones con poder de veto, instalan su palabra allí. La palabra oficial siempre es más estable, en términos noticiosos, con lo cual logra fijar más agenda sobre otras que puedan discutirle, que es lo que hacen las agendas alternativas.

Ya hablamos de medios masivos y alternativos o populares. Por último, ¿cuál debería ser la agenda de los medios públicos?

La agenda de un medio público tendría que ser lo más diversa posible porque, efectivamente, como los medios comerciales tienen una agenda comercial, que les reditúe, la función del rol social y político del medio público debe ser ir en contra de eso. Desde los programas culturales, educativos y de entretenimiento hasta los programas periodísticos. Creo que como sociedad y como Estado, la Argentina no logró superar ni revertir eso. Todavía no vi que se haya logrado resolver esa necesidad de una real pluralidad de voces, que es lo que le permitiría a un medio público diferenciarse de un medio comercial. Es decir, ni el “ahora competimos” que se proponía durante el menemismo, ni el hecho de sólo volcar determinadas voces porque las otras son disidentes. Creo que necesitamos madurar eso, como gobierno, pero también como sociedad, de que reclamemos un medio público diverso.

¹ Lang, Kurt y Lang, Gladys:“Watergate: An Exploration of the Agenda-Building Process”, Mass Communication Review Yearbook 2 (Newbury Park, California; Sage, 1981).

² Martínez Nicolás, Manuel: Insignificantes minorías. La mediación de la significatividad en la cobertura periodística de los problemas vinculados a las minorías socio-culturales. En M. Ledo Andión (ed.): Comunicación na periferia atlántica. Actas do I Congreso Internacional. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela, pp. 315-327.

³ Maxwell McCombs es uno de los creadores dela teoría de la agenda setting, junto a Donald L. Shaw.

4 La primera, en la que prima el análisis de los efectos cognitivos de los medios; la segunda, en que se estudian las “condiciones contingentes” -es decir las variaciones en los efectos según factores demográficos y socioeducativos y de acuerdo al tipo de medio-; la tercera, en la que se aborda el tratamiento mediático de los “atributos”, y se determina que los medios no sólo indicarían sobre qué pensar sino también cómo pensar acerca de determinados temas o personalidades; y la cuarta, la del proceso de construccion de la agenda o agenda building.

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