Por Andrea Mallimaci
Sobre la popularización de la Televisión Digital Terrestre.
En la era del contenido, en pleno auge de la discusión sobre el consumo audiovisual, mientras intentamos comprender las nuevas tendencias, los diferentes niveles de captura, el fenómeno de la convergencia como el proceso que todo lo anida; en medio de esta compleja trama, se indagará sobre televisión abierta. ¿Cuál es el rol de la Televisión Digital Abierta en este nuevo misterio que es el encuentro de los contenidos audiovisuales con el público?
¿Por qué discutir sobre la televisión, cuando, al parecer, ya a nadie le importa ese viejo aparato? Porque, aunque las discusiones sobre los nuevos consumos y las nuevas capturas estén más presentes que nunca y sea efectivamente un proceso social en aumento, el televisor sigue siendo el aparato de consumo audiovisual popular por excelencia¹. En Argentina, y por mucho margen, se «ve tele por la tele». El 97% de los argentinos dice consumir televisión, y el 94% indica que lo hace por medio del televisor. Esto es, ven televisión todos los días y lo hacen a través de este dispositivo.
Este consumo tiene su particularidad en Argentina: la penetración de la televisión de pago es de las más altas del mundo. No es tarea de este artículo rastrear las razones históricas de este fenómeno, pero en un exceso de simplismo se puede decir que una de las explicaciones es que en Argentina no existe (o no existió) la experiencia de «ver bien la tele» si no es por medio del cable.
Sin embargo, este sentido común es puesto en cuestión por la irrupción de la Televisión Digital Abierta (TDA), un servicio público de calidad, gratuito y que propone garantizar el acceso a todo el territorio nacional. Sin embargo, los (pocos) relevamientos que encontramos hablan de una adopción lenta y precaria de la nueva televisión. Se tratará, de aquí en más, de plantear algunas preguntas sobre la TDA atendiendo a su calidad de política pública, su alcance y sus audiencias.
El lanzamiento de la TDA en Argentina y el nacimiento de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) fueron dos hechos que se sucedieron prácticamente en simultáneo en Argentina. Dos decisiones políticas que propusieron trastocar escenarios inmóviles hacía décadas. Una nueva ley que planteó la desconcentración y la aparición de nuevos actores en el sistema de medios y la adopción del sistema ISDB-T, la norma desarrollada por Japón y perfeccionada por Brasil, para la transmisión de Televisión Digital Abierta, que brinda la posibilidad técnica real de que esas nuevas voces aparezcan y convivan en el espectro. El Estado fue el protagonista excluyente de una nueva era en términos de comunicación y regulación audiovisual.
Con el paso de la TV analógica a la TV digital, se crea el Consejo Asesor del SATVD-T para llevar adelante la implementación del sistema de TDA en todo el territorio argentino. Este espacio se propone garantizar la inclusión social, la diversidad cultural y la democratización de la información a través del acceso a la tecnología digital. Al mismo tiempo, se propone fomentar la expansión de las tecnologías e industrias de la Argentina relacionadas con la información y la comunicación y promover la creación de puestos de trabajo y la capacitación de los trabajadores en la industria tecnológica.
En cuanto a la transmisión de la nueva tecnología, el Estado, a través del ministerio de Planificación, se hizo cargo de la inversión total en infraestructura. Combinando transmisión terrestre y satelital la cobertura de la televisión digital en Argentina es hoy del 100%. Claro que, como menciona Martín Becerra en el número anterior de Revista Fibra, cobertura no equivale a acceso, ni acceso a uso.
Respecto al acceso, se tomó la decisión de otorgar receptores a los sectores más vulnerables través del plan de acceso gratuito «Mi TV digital»: establecimientos estatales que tengan por finalidad y/o función el desarrollo de actividades sociales, culturales, educativas y/o de promoción de contenidos audiovisuales; organizaciones sociales, asociaciones civiles sin fines de lucro, fundaciones o cooperativas, que tengan por objeto el desarrollo de actividades sociales, culturales, educativas y/o de promoción de contenidos audiovisuales y a titulares de alguna de las siguientes condiciones: pensiones no contributivas, asignación universal por hijo, jubilaciones y/o pensiones con haberes mínimos nacionales y/o provinciales y beneficiarios de planes sociales de algún tipo que se encuentren contemplados en alguno de los padrones de los organismos gubernamentales². La población que no pertenece a ninguno de estos grupos puede comprar receptores tanto para señal terrestre como satelital para televisores que no tienen incorporada la tecnología.
El uso es probablemente la más compleja de las dimensiones para analizar, ya que plantea la problemática de las audiencias y nos enfrenta al primero de los problemas a la hora de hacer un análisis sobre el consumo de la TDA: prácticamente no hay hoy mediciones de audiencia de esta.
Dos estudios recientes aportan una mirada enriquecedora sobre la cuestión: la encuesta nacional de consumos culturales y entorno digital realizada por el SInCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina) realizada en 2013, basada en una muestra de 3574 casos con un diseño estratificado según las seis regiones del país (AMBA, NOA, NEA, Centro, Cuyo y Patagonia), y el estudio de “Usos y consumos de la Televisión Digital terrestre en Argentina” realizado por un equipo de investigadores de la Maestría en «Industrias Culturales: políticas y gestión», y del Programa de Investigación “Industrias culturales y espacio público: comunicación y política en la Argentina” de la Universidad Nacional de Quilmes en los municipios de San Fernando y Quilmes , realizada entre 2011 y 2013 sobre 600 casos.
Estos estudios aportan datos sobre la penetración, el conocimiento y el consumo de TDA, los cuales permiten iniciar un debate sobre las audiencias, anclando en la oportunidad que encuentra la TDA en el contexto actual y la función social de la televisión abierta de un país, prestandoespecial atención al rol del Estado en estas dinámicas.
Pensar las audiencias implica enfrentarse a un espectador movedizo, en constante migración a diversas pantallas que dialogan, conviven y se interponen entre sí. Un público que programa sus propios consumos, haciendo convivir medios tradicionales con nuevas narrativas. En este contexto parece importante distinguir por qué es relevante pensar las audiencias específicamente de la TDA y no el consumo multipantalla del que nos habla el concepto de convergencia como un todo.
Principalmente, porque la convergencia es un fenómeno de consumo, que no debería confundirse con una política pública. Como todo fenómeno de consumo, está signado por las desigualdades de acceso y circulación de bienes y servicios. Al contrario, una política pública, la televisión abierta de un país, debe garantizar el acceso universal.
El decreto 1.148/09 crea el sistema argentino de televisión digital terrestre. El primero de los objetivos esbozados en el decreto es: “a) Promover la inclusión social, la diversidad cultural y el idioma del país a través del acceso a la tecnología digital, así como la democratización de la información”³. Una televisión abierta que llegue a todo el país, de calidad, que garantice el acceso a toda la población a ver televisión sin tener que pagar. Este es un derecho que el Estado debe garantizar.
Ahora bien, ¿de qué serviría que la TDA llegue a todo el país, si no lograra encontrarse con el público? ¿Qué sentido tendría la infraestructura, la tecnología, la inversión, si la emisión no lograra interpelarlo? Cuando la posibilidad técnica ya está garantizada, empieza el momento de pensar en los públicos.
En primera instancia, es importante que las poblaciones conozcan el sistema. Aún hoy el nivel de conocimiento de la TDA como un sistema de televisión abierto, gratuito y que puede convivir con otros sistemas de recepción audiovisual es bajo. Según el estudio “Usos y consumos de la televisión digital terrestre en Argentina” ya citado, ocho de cada diez entrevistados no conocen la TDA o la referencian erróneamente.
Al mismo tiempo, pensar en las audiencias es pensar en el contenido. La televisión es el consumo cultural por excelencia de las últimas décadas. La tecnología, para convertirse en un medio de comunicación, depende del contenido, y es éste quien determinará, al final del cuento, el éxito o el fracaso de su implementación.
Frente a un televisor, a una computadora o a un teléfono, lo que construye audiencia es el contenido. Es indispensable pensar en él a la hora de pensar en la comunicación audiovisual como un derecho. La tradición histórica de la televisión abierta en Argentina se basó en los canales de Capital Federal, repetidos en todo el país por señales locales, reproduciendo una lógica etnocentrista y un universo conceptual que indicaba que en televisión estaba lo que las grandes urbes determinaban.
Este universo conceptual, este sentido común, está siendo lentamente desarticulado gracias a políticas impulsadas por el Estado nacional destinadas al fomento de la producción audiovisual federal. De esta manera, sectores históricamente invisibilizados, destinados a un lugar de receptor pasivo empezaron a creer, en los últimos años, que sus historias podían ser contadas, que sus preocupaciones podían ser materializadas, que aquello que alguna vez soñaron ver en la tele ahora lo podían hacer desde sus regiones, sin tener que mudarse a la Capital, con trabajadores de sus localidades. Mucho más, grandes sectores de las poblaciones empezaron a ver que podían vivir de eso.
La política de fomento a la producción audiovisual llevada adelante por el Estado encuentra su reservorio en el BACUA, el Banco de Contenidos Universales Argentino, que funciona como una gran biblioteca audiovisual que reúne, cataloga y distribuye gratuitamente el contenido.
La idea primordial del BACUA es ofrecer un marco de contención a las nuevas señales locales que deben cumplir con las exigencias de producción nacional que determina la LSCA, al mismo tiempo que generar un diálogo federal de producción audiovisual.
Estos nuevos contenidos ¿sirven al objetivo de fortalecer las audiencias de la TDA, a través de sus expresiones particulares en las señales locales? Aún no lo sabemos a ciencia cierta, ya que la asignación de canales de TDA a nivel nacional y local es una de las asignaturas pendientes. En 2011 se lanzó un concurso de 220 señales que fue cancelado para ser reelaborado. En febrero de este año se lanzó un nuevo concurso para 82 señales locales que aún se encuentra en período de evaluación.
Lo que sí sabemos es que las producciones audiovisuales llevadas adelante por las políticas de fomento aportaron a la profesionalización de la práctica de hacer televisión. Generaron una masa crítica de realizadores, productores, guionistas, iluminadores, técnicos y otras especialidades que no estaban constituidas en las provincias, sobre todo porque no eran profesiones que tuvieran mayores posibilidades de ejercicio rentable. Esto significa que se construyó el piso, sin el cual no se podría pensar en ningún proyecto sustentable de federalización de la producción audiovisual. La profesionalización de la práctica es un primer paso indispensable para pensar la producción local. El paso siguiente será construir contenidos regionales, generados directamente por las localidades, anclados en la transmisión en vivo, la emisión de noticias, la producción cotidiana de interés general.
Hay algunos ejemplos que pueden ayudar a pensar esta relación entre contenidos locales y audiencias. La región de Cuyo en general y la ciudad de Mendoza en particular arrojan los números más altos de penetración de la TDA. En Cuyo es del 8.4% y en Mendoza de 10% contra el 7% a nivel nacional (Relevamiento Nacional sobre mercado televisivo y TDA, realizado por ARSAT). Ésta es una de las pocas localidades en las que se emiten dos señales locales, Acequia TV y Señal U, el canal de la universidad de Cuyo. Ambos canales intercalan contenido en vivo con producciones propias, sumadas a las producciones del BACUA a las que acuden.
Entonces, pantallas que llegan por la TDA y que muestran a sus usuarios contenidos en vivo y producciones de sus localidades, que tienen que ver con sus celebraciones, sus vidas cotidianas, sus colores, sus preocupaciones e intereses, necesariamente vuelven más atractiva a una plataforma que por ahora sólo les ofrece lo que en la mayoría de los casos ya tienen porque lo pagan por medio de la televisión por cable y que, al mismo tiempo, hasta ahora sólo les habló de cuestiones que los excluían, asumiendo que en la televisión sólo pasaba aquello de lo que no formaban parte.
En un país donde el gasto del cable está contemplado en la mayoría de las economías familiares, la TDA tiene que brindar alternativas de contenido para interpelar al público y para cumplir con el mandato por el que fue creada. Y esa alternativa es la producción local, son las señales locales. La TDA debe pensar en las audiencias, debe buscar el interés en la plataforma y partir de ese interés para convertirse en un medio; debe brindar un servicio complementario, porque es la única manera en que todo el desarrollo tiene sentido, cuando hay una persona del otro lado del dispositivo.
Pensar en un país en el cual las localidades puedan acceder a señales propias a través de la televisión abierta es un objetivo que se considera ambicioso y que puede chocar con la idea de rentabilidad. El concepto difundido es que no se puede pensar en modelos de negocios sustentables con señales locales. Y es aquí donde debatir el rol del Estado vuelve a ser fundamental.
¿Debe el Estado sostener el modelo de negocios de la televisión, al menos en sus economías regionales? Una vez más, nos enfrentamos a la dicotomía entre función social y criterio de rentabilidad. La LSCA establece que los servicios de comunicación audiovisual son servicios de interés público y de carácter fundamental para el desarrollo sociocultural de la población. Este desarrollo ¿no tiene que ver entonces con trabajar las asimetrías regionales, históricamente representadas en la predominancia del contenido de Capital Federal por sobre los contenidos locales?
Una política clara de acompañamiento a las señales locales, públicas o privadas, que se enmarque en la lógica del contenido, del entretenimiento televisivo, que fomente la generación de mercados locales y que permita comenzar a delinear un camino de autosustentabilidad. Tal vez haya aquí un camino para pensar una TDA que cumpla una función social atendiendo a la concepción de comunicación audiovisual como derecho que postula la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, al mismo tiempo que genere, paulatinamente, un mercado televisivo sustentable.
Pensar a la Televisión Digital Abierta como un servicio público que debe garantizar el acceso a la toda la población implica no perder de vista la lógica del contenido. Porque de nada serviría garantizar la cobertura y el acceso de una plataforma que reproduzca las desigualdades históricas o, lo que tal vez es peor, que no logre interpelar al público a través de sus contenidos.
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¹ Encuesta Nacional de Consumos Culturales, SInCA, 2013.
² Se puede leer sobre los requisitos en el siguiente enlace: http://www.tda.gob.ar/tda/141/11635/mi-tv-digital.html
³ Decreto 1.148/09.
Contenidos federales en el mundo
La proliferación y programación de contenidos locales representa un desafío para la agenda televisiva de Argentina, pero también para mundo. Al menos así lo piensa el colectivo “Federal Distribución”, una apuesta de realizadores y productores de todo el país creada para concentrar y maximizar los esfuerzos de la comercialización internacional de los contenidos producidos en todo el territorio. Cuentan con el apoyo de distintos sectores: el INCAA, el Ministerio de Cultura y Fundación Exportar, entre otros.
Bajo la premisa de la unión para la muestra y distribución de los diversos contenidos en mercados internacionales, se creó esta organización que nuclea a productores de todo el país y que generó un catálogo de contenidos diversos, de distintos géneros y formatos.
“Somos ocho compañeros de las distintas regiones del país, con compromiso y trabajo ad honorem más el acompañamiento del INCAA en cuanto a capacitaciones, logística y apoyo económico para esta primera etapa de lanzamiento. Desarrollamos una plataforma online y offline donde estén cargados todos los trailers de los contenidos más sus respectivas fichas técnicas y los datos de las casas productoras. Hemos estado en MIPCOM, NAPTE, RÍO CONTENT MARKET y MIPTV desde 2012 hasta la actualidad. Acabamos de regresar la edición 2015 de MIPTV”, dicen, orgullosos.
Ya lograron la venta de 21 horas de documentales al holding Olympusat, canal de habla hispana de Estados Unidos, 62 Horas a Alexander Street Press y otras tantas a la empresa Herrick Tv, además de un acuerdo con la plataforma digital de Isabel Lacerda por más de 250 horas de material documental. En América Latina, avanzan en acuerdos con Señal Colombia y productoras de Brasil y Chile. También están acordando con RT, la televisión rusa, para la adquisición de documentales relacionados con el medio ambiente.
Su sitio web es www.federaldistribucion.com.ar.