Historia de la radio (segunda entrega)

De la crisis post televisión a la renovación de la FM. POR AGUSTÍN ESPADA (*) @agustinespada En la

De la crisis post televisión a la renovación de la FM.

POR AGUSTÍN ESPADA (*)
@agustinespada

En la Fibra 18 se describió el nacimiento, desarrollo y consolidación de la radio como medio de comunicación. El pasaje del descubrimiento de la tecnología al medio implicó un largo proceso de consolidación: equipamiento, códigos de escucha, contenidos, formatos. Sin embargo, a menos de 40 años de su aparición —hoy parece un plazo más que suficiente para el afianzamiento de una tecnología e incluso para el cumplimiento de todas las fases de su vida útil— un nuevo medio transformó por completo su andar: la televisión.

Por la novedad, las facilidades o mejoras expresivas brindadas por la transmisión de imágenes y por el auge económico que permitió la compra masiva de aparatos receptores, la televisión se instaló rápidamente en el centro de los hogares. De allí desplazó a la radio. No fue el único espacio donde se vio superada por el nuevo medio: la publicidad también migró con gran velocidad.

El lugar ganado por la TV en la vida social y su poderío económico hicieron que los principales artistas de la radio —conductores, elencos de radioteatros, músicos— se mudaran al nuevo medio. Con estos cambios se produjeron otros en los formatos y en la programación. Tanto las ficciones como los shows de tipo “magazine” se mudaron a la televisión y la radio se reubicó en la dieta mediática de su audiencia: la mañana pasó a ser el prime time así como acentuó su perfil noticioso acompañado por música grabada. La radio se transformó en un medio con formatos propios y definidos. En términos de José Luis Fernández, pasó del modo de radio-transmisión a radio-emisión.

La radio tiene como respuesta al surgimiento de la televisión la explotación de capacidades que permanecían “vírgenes” como medio: la instantaneidad ligada al régimen de noticias de actualidad y su rol como compañía. Abandona su rol artístico cultural ligado a las performances teatrales y musicales para adquirir un fuerte rol periodístico que acentúa su carácter de medio de comunicación, ya no de retransmisión.

En paralelo a estos cambios en el modelo de negocio radiofónico, se producen transformaciones tecnológicas que los facilitan. A finales de la década de 1950 surge la radio a transistores. El reemplazo del aparato valvular por uno transistorizado supone una serie de ventajas: menores costos de producción con un consecuente abaratamiento de la oferta, menor consumo energético y miniaturización del aparato por el reemplazo de piezas1. El dispositivo radiofónico se transformó en ubicuo, transportable
e individualizable.

De esta forma, la radio dejó de ofrecer un servicio a la Nación como agente e institución social clave para los objetivos civilizadores y de expansión de “la cultura nacional” para instalarse como un servicio: de compañía y de información2. Otros cambios en la programación se producen con la mayor duración de los programas que dan lugar a shows radiofónicos de más de dos horas en formato magazine, mesa de noticias o tertulia. El único evento de su época dorada que sostiene su lugar de importancia en las parrillas semanales es el deportivo: boxeo y fútbol3.

El comienzo de la década marcó también la innovación en la gestión de las emisoras radiales con la aparición de los departamentos comerciales. En espejo con la televisión, surgieron empresas productoras de programas que contrataban espacios y hasta producían sus propios enlatados, eran verdaderas “radios sin antena de emisión”4.

Del fin de los monopolios estatales, a los multimedios estadounidenses y las radios comunitarias latinoamericanas

Los inicios de la radiodifusión en Europa y Estados Unidos definieron dos modelos diferentes anclados en la relevancia económica, política y social del nuevo medio. Los avances tecnológicos (la aparición de la FM principalmente) y los cambios políticos en Europa trajeron consigo el fin de los monopolios públicos de radiodifusión. En menos de 20 años (entre 1975 y 1993) la mayoría de los países europeos dieron paso a la radiodifusión privada e instalaron la competencia en lugar de la complementariedad de las emisoras (esquema preferido por los consorcios públicos en situación monopólica).

La aparición de emisores privados (que en un primer momento fueron declarados “piratas”) llevó a Europa muchas de las fórmulas de programación, musicalización y formatos artísticos de la radio estadounidense.

Figura 1. Fecha de apertura a radiodifusores privados en Europa

En tierras norteamericanas, la llegada de la televisión también produjo un cambio en la economía del sector y, por ende, en los actores involucrados. Las primeras décadas de desarrollo de la radio fueron dominadas por las tres cadenas de radiodifusión más tradicionales de Estados Unidos: la CBS, la NBC y la ABC. El surgimiento de la televisión despojó rápidamente a la radio como principal negocio y fuente de ingresos de estos grupos multimediáticos. Tal fue así que la NBC vendió su cadena de emisoras en los 80. Además, tanto la ABC (que vendió una de sus cadenas con el cambio de siglo) como la CBS perdieron la competencia contra otros actores del mercado radiofónico como Westinghouse (a futuro se fusionaría con la CBS) o Clear Channel Corporation.

En América del Sur el desarrollo de la radio se pareció más al mercado estadounidense que al europeo: actores privados, ingresos publicitarios y expansión a través de cadenas de emisoras. En el continente, la nueva tecnología de transmisión —la FM— comenzó a utilizarse en los primeros años de la década de 1960 pero recién se instaló como opción firme y con crecimiento a finales de los 70. Si bien se debaten las fechas y los documentos que acreditan las transmisiones, Uruguay (1960, FM 106.7 Emisora Río de La Plata), Brasil (1955, Radio Imprensa) y Perú (1960, FM Estereo Lima 100) fueron países pioneros en la explotación de la frecuencia modulada. A esta discusión se sumó Argentina: en 2014, Radio Nacional se adjudicó la primera transmisión sudamericana de FM cuando publicó el audio del lanzamiento experimental de la emisora hermana de LRA1 el 7 de enero de 1946.

Los vaivenes políticos, las democracias interrumpidas por oscuros mandatos dictatoriales y sucesivos golpes de Estado y el fuerte espíritu comercial de la radio latinoamericana fue el caldo de cultivo de un actor trascendente en la historia del éter: las radios comunitarias. Con la experiencia histórica de Radio Sutatenza en Colombia (entre 1948 y 1990), explotaron en todo el continente movimientos de radios campesinas, mineras, comunitarias y alternativas que hicieron frente a fuertes procesos de censura y de privatización del acceso a las frecuencias. Esto derivó en la creación de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias en 1983, en la ciudad de Montreal, Canadá.

En Argentina: de la estatización a las privatizaciones amañadas

El escenario argentino no escapó a las generalidades del latinoamericano. El Estado sostuvo la propiedad de buena parte del espectro radiofónico por más de 20 años desde el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955. El esquema de tres redes (Mitre, Belgrano y El Mundo) se rompió en 1957 con la suspensión de las adjudicaciones y la vuelta al control estatal de las emisoras. En 1958 se adjudicaron una treintena de emisoras a empresas privadas mientras otras tantas quedaron en manos del Estado. Con la llegada del tercer peronismo, en Buenos Aires sólo subsistieron tres emisoras privadas: Continental, Del Plata y Rivadavia.

Durante los siete años que duró el último proceso dictatorial se establecieron fuertes controles y censuras (previas y posteriores) para los medios. Con los medios en su poder, la Junta Militar que tomó el poder en 1976 designó interventores para cada emisora nombrados por la Secretaría de Información Pública (SIP) —este modelo se instaló en el último tramo del gobierno democrático de Estela Martínez de Perón y estuvo a cargo de López Rega—. En el plano económico, el sector se vio beneficiado por la fuerte inversión publicitaria del proceso militar para la difusión e instalación de sus propuestas y políticas. Por otro lado, la política económica de corte neoliberal facilitó la entrada de actores extranjeros en el sector de anunciantes que aumentaron el tamaño de la torta publicitaria (Postolski y Marino, 2009).

El dominio estatal sobre el mapa radiofónico se modificó a finales de la dictadura militar de 1976-1983 cuando, luego de la sanción del Decreto-Ley de Radiodifusión Nº22 285, se diseñó el Plan Nacional de Radiodifusión (PLANARA) que programó, en diferentes etapas, el llamado a concurso para la privatización y organización de las licencias. En un primer y único tramo que se ejecutó hasta 1983, se adjudicaron seis frecuencias de radio en Capital Federal.

Mitre fue otorgada a Radiocultura S.A. —dirigida por Julio Moyano quien tuvo una fuerte cercanía con el Grupo Clarín a partir de su endeudamiento con el Banco Mariva al mediar la década5; Radio Argentina fue adjudicada a Radio Familia S.A. —poseía también el semanario católico Esquiú—; Radio Antártida (ayer América y hoy Perfil), fue adjudicada al grupo Desub SRL —ligado a grupos del Opus Dei-; Radio Del Pueblo (luego Buenos Aires) fue para Radiodifusora Esmeralda S.A. —formada por empresarios y periodistas, entre ellos Jorge Civit—; Difusora Buenos Aires S.A. —vinculada a la Marina- se quedó con Radio El Mundo; y Radiodifusora Buenos Aires S.A. —con ex integrantes del proceso de la Revolución Libertadora entre sus socios- obtuvo Radio Splendid6.

El Decreto-ley N° 22 285 sancionado en 1980 establecía, entre otras cosas, la prohibición de la participación del capital extranjero y de las organizaciones sin fines de lucro, la exclusividad de este tipo de actividad en el objeto social de las empresas licenciatarias, el impedimento a las empresas gráficas y editoriales para ser titulares de licencias y un límite de hasta 20 personas físicas para las sociedades comerciales7.

Durante la presidencia de Raúl Alfonsín se suspendió la ejecución de PLANARA y, con varios intentos por sancionar una nueva ley de radiodifusión en el camino, se congeló el sistema de adjudicaciones de todo tipo.

La década del 80 está marcada por la ebullición artística de la frecuencia modulada. En la década de 1970 la FM tuvo su fase exploratoria. El Estado asignó una frecuencia a cada licenciatario de AM para experimentar la nueva tecnología de transmisión. Por este motivo fue que las radios utilizaron esta emisora hermana para retransmitir los contenidos o programar música8.

En poco tiempo, la FM se transformó en un espacio de nuevos formatos artísticos impulsados y materializados en emisoras como la Rock & Pop (1984), la Z95 (1988), FM Horizonte (1985) y FMR (FM Rivadavia, 1980). Julio Moyano, Daniel Grinbank, Marcelo Morano, Hugo Di Guglielmo fueron productores que dieron espacio a conductores jóvenes que establecieron un nuevo código de comunicación. La trasnoche se transformó en un lugar de fuerte disputa de audiencias para las nuevas emisoras. Allí se encontraba el público joven que comenzaba a encontrar un medio cómplice, que le hablaba de cosas que no se escuchaban en la televisión y encima podían encontrarse dentro de sus habitaciones. El gran puente construido para llegar a un público hasta entonces desatendido por las emisoras (la juventud) fue la música. La novedad de esta FM fue su foco en distintos géneros musicales que segmentaron la oferta desde un comienzo9.

Figura 2. Dial de FM y AM en Buenos Aires entre 1985 y 1989
Elaboración propia. Fuente de imágenes: www.logostv.com.ar

En la segunda mitad de la década de los 80 se da el surgimiento de decenas de radios comunitarias y alternativas que, impedidas de acceder a licencias por la regulación y la inacción estatal, explotan las posibilidades que brinda la FM. Los menores costos en relación a la AM, la capacidad de utilizar transmisores de baja potencia y la facilidad para montar el equipamiento hacen de esta banda del dial un espacio, entre otros, donde se materializa la ebullición expresiva, social y cultural de la primavera democrática. Algunas de las primeras radios en nacer, y que están vigentes a 2018, fueron FM Alas en Río Negro (1987), De La Calle en Bahía Blanca (1989), En Tránsito en Castelar (1987), La Tribu en CABA (1989), Sur en Córdoba (1988), Radio Libre en Puerto Madryn (1987) y La Colifata en CABA (1989). En ese contexto nace la Asociación de Radios Comunitarias (ARCO) que en la década de 1990 se transformará en FARCO (Foro Argentino de Radios Comunitarias).

La siguiente década trajo consigo cambios regulatorios, culturales y sociales. Como ocurrió en Estados Unidos, en Argentina la radio se incorporó a grandes grupos multimedia. Los procesos de digitalización afectan la cadena productiva y el cambio de siglo trae la novedad de la radio en Internet. En Fibra 20 se contará el fuerte proceso de transformación de una industria que, antes de los 90’s, tenía una presencia total de capital nacional y bajísimos índices de concentración (ningún grupo tenía más de una AM) e ingresó al nuevo milenio extranjerizada, concentrada y multimedial.

1 Gandolfi, Fernando (2012). Historia técnica, estética y social del aparato de radio en Argentina. Revista Registros, UNMdP, 8 (8), pp. 72-102.
2 Tobi, Ximena (2007). La radio en los 60: Redefiniciones a partir de la llegada de la TV. Revista Question, 13 (1), Buenos Aires, UNLP.
3 Fraticelli, 2011.
4 Merkin, Panno, Tijman, Ulanovsky, 2000: 253.
5 Mochkofsky, 2011.
6 Postolski, Glenn y Marino, Santiago (2009). “Relaciones peligrosas: Los medios y la dictadura, entre el control, la censura y los negocios”. En: Mastrini, Guillermo (coord.) Mucho ruido, pocas leyes: economía y política de comunicación en Argentina 1920-2007. Buenos Aires, La Crujía, pp. 159-188.
7 Postolski, Glenn y Marino, Santiago (2009). Op.cit.
8 Merkin, Panno, Tijman, Ulanovsky, 2000).
9 Merkin, Panno, Tijman, Ulanovsky, 2000.

 

 

(*) Becario doctoral del Conicet. Maestrando en Industrias Culturales por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Licenciado en Comunicación Social por la UNQ. Forma parte del programa de investigación “Industrial Culturales y Espacio Público” dirigido por los doctores Martín Becerra, Guillermo Mastrini y Santiago Marino en la UNQ.