Medios para los millenials

Desafíos y estrategias para un nuevo periodismo digital. Por Agustina Guido. La nueva generación de “nativos digitales” exige

Desafíos y estrategias para un nuevo periodismo digital.

Por Agustina Guido.

La nueva generación de “nativos digitales” exige a los medios de comunicación redefinir las bases de las estrategias del periodismo digital y, en consecuencia, repensar su alcance efectivo.

 

¿Quiénes son los millennials?

Según diferentes investigaciones, la generación “millennial” comprende a los jóvenes nacidos entre 1981 y 1995, de entre 20 y 35 años que se hicieron adultos con el cambio de milenio. Pero los millennials son algo más que una franja etárea (o el producto de ella): están definidos por una serie de consumos culturales y, fundamentalmente, por una nueva forma de acceso a esos consumos.

Para los jóvenes millennials los dispositivos digitales se presentan como la puerta de entrada principal al mundo: a través de su teléfono, tablet o notebook trabajan, se relacionan, se entretienen y se informan de manera constante.

Una visión antigua podría decir que los millennials son “adictos al celular” o que “sienten a la tecnología como parte de su cuerpo”. La realidad es que los dispositivos digitales a través de los cuales consumen información, realizan trámites, trabajan, adquieren productos o miran una película no son una anomalía o una adicción. Son el mundo en el que habitan y una necesidad para habitarlo, a la vez. Que el 91% de los jóvenes considere imprescindible llevar su teléfono inteligente a diario, según una encuesta publicada en 2015 por Expansión, no habla de un grupo de personas consumiendo tecnologías por gusto. Son parte de la vida cotidiana y de la forma de acceso a productos culturales.

Este fenómeno de transformación en el acceso al consumo trae aparejados ciertos cambios necesarios que obligan a repensar el negocio del entretenimiento, el mercado laboral, la comunicación y la información, entre otros. No se trata de cualquier transformación, sino de una profunda que tome en cuenta el nacimiento de un nuevo tipo de espectador. Una transformación capaz de poner en cuestión sus propias condiciones de producción. Hay una nueva realidad sobre la que tomar una decisión: adaptarse o correr el riesgo de perder una gran parte de la audiencia.

Las nuevas tecnologías “eliminaron”, por ejemplo, el contacto en persona entre vendedor y cliente. Los fríos números de las encuestas de consumo también lo dicen, pero basta el experimento de observar la franja etárea en el supermercado para notar que hay una generación que “no está”. Una franja etárea que paulatinamente se va mudando hacia las compras online y que extiende esa práctica a todos los ámbitos donde le sea posible.

Es así como se hace necesaria una transformación hacia las estructuras de los medios de comunicación, sus plataformas y, específicamente, sus formas de comunicar. Una transformación que redefina esos espacios de acuerdo a los nuevos tiempos, demandas y necesidades de una nueva realidad.

Las redes sociales como divulgadores de noticias en la era millennial

Si bien los portales de noticias en internet siguen teniendo vigencia al momento de informar, la nueva generación provocó la aparición de nuevas maneras de contar las noticias, ya sea en formato gráfico o audiovisual. Tomando en cuenta las formas de consumo de otros productos distintos a la información, los nuevos formatos se adaptan al contenido visualmente atractivo y corto, por ejemplo, en las redes sociales oficiales de los grandes medios de comunicación. El post en Facebook de un diario ya no sólo informa: invita al usuario a dar su opinión, a compartir o a expresar su desagrado. Las fotos del día en Instagram, los puntos claves de algunas noticias en Twitter son sólo ejemplos de una evolución que va más allá de las plataformas.

Las redes sociales también sufrieron su mutación. Si al principio se presentaban como redes de interacción “entre pares”, al poco tiempo también fueron moldeadas por el ingreso de los medios tradicionales clásicos para convertirse también en una fuente de información, al punto tal de ser hoy el principal “medio” que eligen los millennials para informarse. Los medios responden a este nuevo incentivo y hoy resultaría extraño que algún medio de comunicación no esté presente en redes sociales. Sería una forma de no existir para una audiencia cada vez más grande. Sin embargo, no alcanza simplemente con “estar”. Los experimentos que todos los días se ven probar y caer dan cuenta de ello. Para poder subsistir ante este nuevo público, los medios de comunicación están obligados a aceptar el desafío de adaptar sus contenidos a estos nuevos canales.

Según la publicación de 2015 de la asociación GSMA, “Impacto del ecosistema móvil: perspectivas y oportunidades”, Argentina lidera la lista de países del mundo en el uso las redes sociales, con 4,3 horas diarias de uso, casi el doble del promedio global. Además, según el mismo estudio, hay que tener en cuenta que, como consecuencia del aumento en la adopción de internet móvil, el consumo de contenidos a través de teléfonos móviles es cada vez mayor. Y hablar de contenidos que se consumen a través del teléfono celular es hablar, necesariamente, de redes sociales. Cerca del 60% de la población tiene cuentas activas y el acceso a 20 millones de esas cuentas se realiza a través de teléfonos móviles. Entre las más elegidas por los millennials están Facebook, YouTube, Instagram, Twitter y la flamante Snapchat.

Fuente: GSMA.

Fuente: GSMA.

Los medios de comunicación no pueden hacer oídos sordos a estos números. La generación millennial debe convertirse en la principal audiencia objetivo de los medios y para esto resulta necesaria una redefinición en las narrativas del periodismo digital acorde a las características de este público.

Hacia un periodismo digital renovado

El periodismo digital, tan reciente y tradicional a la vez, no queda exento al momento de repensar sus objetivos primordiales acorde a esta nueva generación de nativos digitales. Esto supone cuestionar sus cimientos: los tiempos de planificación periodística, los formatos, los mensajes y canales, el lenguaje y la narrativa son todos valores permeables a entrar en crisis frente a un nuevo consumidor versátil, cambiante e impaciente. No por ninguna característica genética particular sino, básicamente, por las condiciones sociales de consumo: los millennials no son “más dispersos” porque los anteriores consumidores eran más atentos. En todo caso, están frente a mucha mayor cantidad de estímulos que los que tenía una persona en los años 50. Es un público de atención dispersa, principalmente, porque puede.

La competencia que ofrece el hecho de estar permanentemente conectado a un dispositivo digital exige actualizar información minuto a minuto. Es una necesidad fruto de la otra característica de este nuevo público: la exigencia. El solo hecho de no encontrar en un medio una noticia que ya compartieron otros puede llevarlos a dejar de consumir esa fuente. Eso provoca una serie de transformaciones, la más importante: los periodistas deben acortar los tiempos de planificación, producción y edición de contenidos, para estar a la altura de estos requerimientos si quieren seguir atrayendo y manteniendo ese público.

En cuanto a los formatos de las noticias, el periodismo digital de la “era millennial” se encuentra obligado a incorporar las nuevas estéticas y narrativas que formatean las redes sociales, principales divulgadores de información para los cibernautas. La red social no es una plataforma inerte sobre la que el usuario actúa sino, por el contrario, un medio que también incide en el mensaje. Para citar un ejemplo, al compartir una entrevista en los medios, un equipo de producción que tenga como objetivo alcanzar este público buscará que la misma siga una estética más “youtuber, es decir, planos muy nítidos y cercanos a los rostros, tomas desordenadas e imágenes descontracturadas. Además, el espectador tendrá la posibilidad de ver la entrevista entera o desagregada por pregunta, opción práctica que acorta considerablemente el tiempo empleado por la audiencia. Los jóvenes millennials quieren la información desagregada para consumirla y editarla de acuerdo a su gusto, poniendo al periodismo en el desafío de lograr algo así como un periodismo on demand.

La misma minuciosidad en la producción de la información acorde a este nuevo segmento de cibernautas se ve reflejada en los posteos que comparten los medios en redes como Facebook y Twitter. En cuanto a la longitud de una noticia, este segmento de la población busca información cruda y rápida, obligando al periodismo a reducir la extensión de lo que quiere decir sin perder lo central del mensaje. Eso que puede parecer un inconveniente puede transformarse, en verdad, en un desafío.

El lenguaje utilizado por este nuevo periodismo es el lenguaje que marcan las redes sociales. Hay que tener en cuenta que el lenguaje evoluciona constantemente debido a las variaciones que la sociedad manifiesta, y el impacto de las redes sociales hace aún más notorio ese cambio. Contracciones en las palabras, abreviaturas, hashtags e interpelaciones informales directas a la audiencia son algunas de las características del lenguaje de las redes. El periodismo digital puede dedicarse a interpretarlo y usarlo en beneficio propio o resignarse a abandonar esa audiencia.

La primacía del instante

Con una estética definida por fotos al estilo instantáneas Polaroid y una diversidad de filtros para adornarlas, la red social Instagram, una de las más utilizadas por esta generación, tiene la capacidad de que sus usuarios cuenten historias a través de las imágenes. La comunicación visual que se da a través de las fotos resulta muy significativa para los millennials y sigue la lógica de emplear menos tiempo al momento de actualizarse. Mientras que el tiempo de lectura media de una noticia en un portal es de tres minutos, en Instagram los jóvenes ya están actualizados con sólo ver una foto y su epígrafe durante unos segundos. Es por eso que los medios de comunicación que quieran alcanzar a este público deben contar con una imagen lo que antes les llevaba mil palabras.

Snapchat, una de las aplicaciones más novedosas que en Argentina todavía se encuentra en su fase exploratoria, también comenzó a pisar fuerte como estrategia narrativa de los medios y de las personalidades públicas. La característica más atrayente de esta simple aplicación es que lleva la lógica millennial a su extremo: la instantaneidad se hace realidad en esta plataforma ya que las historias que se comparten en ese espacio a través de fotos y videos desaparecen al cabo de segundos. Es decir, esta aplicación sería la más parecida a la “vida misma” ya que, al igual que en la vida, las historias y acciones pasan, sin tener la opción de retroceder. Es una red social que, al igual que las otras, comenzó con un propósito distinto (era un sistema de mensajería “entre pares”) y que terminó siendo, también hoy, una fuente de información a la que los medios y las personalidades públicas estudian cómo acceder.

¿CM o periodistas?

¿Llegó el fin para los periodistas?, ¿un Community Manager (CM) que distribuye notas e imágenes en las redes sociales con el fin de informar puede reemplazar a un periodista? La respuesta es negativa. A diferencia del CM que administra y distribuye contenidos, el periodista realiza un trabajo de investigación profundo y complejo al momento de construir una información. Eso no quiere decir que el periodista pueda seguir trabajando tal y como lo venía haciendo. Por el contrario, necesita enfrentar el desafío de adaptar su labor a los usos y consumos que la gente hace, en este caso, de las tecnologías de la información y la comunicación con el fin último de parecérsele.

Actualmente, el periodismo digital se encuentra transitando este proceso de renovación. Algunos medios ya introdujeron modificaciones en sus formatos y contenidos y otros se encuentran en un proceso de cambio. La evolución de la tecnología y de las redes vuelve necesario desarrollar una capacidad de adaptación que, con avances y retrocesos, el periodismo siempre ha sabido acompañar. Esta vez parece que el desafío es mayúsculo: implica no sólo tener la voluntad de acompañar ese cambio, sino también la fuerte predisposición a aceptar que ese cambio puede ser, paradójicamente, permanente.

Algunos datos más…

Según la revista Forbes, un 30% de la población de Latinoamérica entra en la categoría “millennial”. El 78% de ellos posee un teléfono móvil, el 37% una tablet, el 70% una notebook y el 57% una computadora de escritorio, según Telefónica Global Millennial Survey 2014. En 2025, según una proyección de la consultora Deloitte, los millennials representarán el 75% de la fuerza laboral del mundo. Estos números reflejan que los millennials no son “una tendencia” o una especie de “tribu urbana”. Principalmente, porque no son un sector sino la siguiente generación, que empieza a moldear la forma y los sentidos de sus consumos culturales.

 

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