Por Guillermo Pérez
El Game of Thrones
En la nota escrita para la edición anterior de Revista Fibra se mencionaron las aptitudes de las arquitecturas de red de cable y de telefonía para ofrecer servicios convergentes, considerando para uno y otro caso las formas que asumieron en sus orígenes en función de los servicios para los que fueron concebidos.
Su desarrollo histórico sirve, como veremos posteriormente, para explicar por qué las redes son como son y sus cualidades para brindar uno u otro servicio. Pero si a su estado actual le agregamos la variable “modalidad de consumo”, el análisis estático se vuelve dinámico y cobra nuevas dimensiones. Veremos entonces cómo el horizonte comienza a cambiar de color e ingresan nuevos actores en escena en la disputa por llevarse una corona que por ahora nadie reclama: administrar la red de fibra óptica que interconecta el hogar con el mundo TIC.
Las redes de cable se concibieron para prestar un mismo contenido a cada uno de los clientes. El sentido del tráfico es unidireccional: va desde el cabezal de la red, ubicado en uno de sus extremos, hacia los clientes. Dado que ese servicio incluye un conjunto de señales, la red requiere de una importante capacidad de ancho de banda.
Las señales seleccionadas por el cableoperador para integrar la grilla de programación eran bajadas a través de una antena ubicada junto con el cabezal. Una vez ingresada la señal al cabezal, se le introduce la publicidad y se conforma la grilla que posteriormente es irrigada a través de la red hacia los abonados. Es esta una segunda característica constitutiva de la arquitectura de los cableoperadores: son sistemas autónomos que no requieren de la interconexión con otras redes.
Ya que el contenido es homogéneo y unidireccional, el cabezal puede irrigar el contenido a lo largo de una única red para la totalidad del área de cobertura. Este tendido se realiza, generalmente, a partir de postes ubicados en las manzanas a través del cual el mismo cable coaxil va avanzando a lo largo de las manzanas. El sistema se denomina “casa pasada” y tiene una forma similar a la que se grafica a continuación [ver figura 1].
Cuando los hogares ubicados en manzanas que se encuentran dentro del área de cobertura de la red demandan el servicio de televisión por cable, el operador realiza una acometida desde el cable próxima al hogar.
Por tanto, una vez hundido el costo de instalación de la red, agregar un hogar adicional que se encuentra dentro del área de cobertura representa un costo marginal despreciable. En cambio, si el hogar se encuentra fuera del área de cobertura de la red, la prestación del servicio requiere de afrontar nuevos costos hundidos¹.
Se observa que las redes de cable fueron concebidas como un único sistema autónomo y unidireccional (sentido descendente desde el cabezal hacia los hogares), preparado para ofrecer un único contenido a todos los clientes conectados a su red.
A mediados de los años noventa, los cableoperadores comenzaron a reconvertir sus redes con el objetivo de ofrecer Internet a los hogares utilizando para ello las redes de cable.
Si bien ello implicó, en la mayoría de los casos, afrontar fuertes inversiones, el diseño de red mantuvo su forma inicial. Fue necesaria una inversión para incrementar la capacidad de ancho de banda de la red sustituyendo los cables coaxiales por otros de mayor porte, sustituir los amplificadores que se encontraban ubicados a lo largo de la red por otros que tengan la capacidad de amplificar la señal en ambos sentidos, así como también un conjunto de equipamiento específico de los servicios de Internet.
Una novedad de relevancia para las redes de cable fue su ingreso al mundo de la interconexión de redes: al comenzar a ofrecer los servicios de Internet debieron demandar a las operadoras telefónicas el servicio de acceder a la red de Internet (tráfico), debiendo para ello interconectarse a sus redes.
La interconexión a otras redes abrió un mundo inexplorado por este vasto universo de operadores. En primer lugar, significó la posibilidad de utilizar la misma red para proveerse de las señales, sin necesidad de contar con una bajada propia del satélite. Significó la posibilidad física (aunque no regulatoria) de utilizar un cabezal remoto que abastezca una o más redes, dando lugar al surgimiento de economías de escala en un aspecto de la red cuyo costo resulta relevante.
A su vez, una vez que readecuaron la red para brindar servicios bidireccionales, los cableoperadores comenzaron a ofrecer, además de Internet, los servicios de contenidos on-demand a los usuarios (y se encuentran en condiciones de dar servicios de telefonía).
Dado que la porción de la red que es utilizada para brindar servicios bidireccionales es común a todos los hogares, la posibilidad de ofrecer un contenido específico para cada hogar (sea Internet o un servicio on-demand), alcanza rápidamente límites físicos relacionados con la capacidad de la red.
Esta limitación ocurre tanto para el cableoperador titular de la red, así como también para un tercer operador que, en el marco de una regulación de acceso, demanda cierta capacidad a dicho operador para brindar un servicio específico a un hogar determinado.
Así, mientras que el concepto de desagregación total (unbundling), proveniente de la regulación telco, no resulta aplicable al sector audiovisual, dado que existe una única red que abastece a todos los hogares dentro una misma área de cobertura, la regulación de acceso verifica restricciones de capacidad evidentes.
Por ello es que si la carrera por el Triple Play arrancó hoy mismo, y en la plataforma de largada se encuentran las telcos y los cableros con sus respectivas plataformas, serían los cableoperadores quienes obtendrían una rápida ventaja inicial en tanto sus redes se encuentran preparadas para agregar el servicio de telefonía (si es que aún no lo han hecho).
Cabe destacar que las tendencias del consumo muestran que los servicios multicast (para todos los hogares el mismo contenido) van perdiendo terreno frente a los servicios ofertados a medida de un determinado cliente, para los cuales el hogar genera un canal exclusivo por donde transitan sus propios consumos TIC (unicast).
De esta manera es que, si bien en el corto plazo son las redes de broadcasting las que cuentan más capacidad de reacción a una apertura inmediata del mercado convergente, tienen por delante un desafío mayúsculo: preparar sus redes para las nuevas modalidades de consumo.
Los principales cableoperadores del país han iniciado este camino, agregando niveles a sus redes a través de troncales que interconectan los sistemas locales dispersos, convergiendo hacia una plataforma de red similar a las que cuentan las redes telcos².
Las redes de telecomunicaciones cuentan con tres niveles diferenciables en lo que se refiere al caudal de tráfico que transportan cada uno de ellos. Las redes troncales transportan el tráfico entre ciudades distantes, para luego derivarlo en las respectivas ciudades a través otras redes internas de menor capacidad (redes locales), las cuales transportan el tráfico en el interior de las localidades. Finalmente, las redes locales se conectan con las centrales de conmutación, quienes derivan el tráfico al hogar por intermedio de la red de acceso a los hogares o última milla.
A diferencia del diseño “casa pasada”, donde la inteligencia se encuentra al “principio” de la red, las redes telco cuentan con un conmutador/soft switch ubicado entre el acceso al hogar y la red local. De esta manera, los hogares cuentan con la posibilidad de demandar contenido específico sin que ello reste capacidad para el resto de los hogares. Es por ello que las redes de telecomunicaciones están mejor preparadas para ofrecer servicios a demanda (unicast).
Es cierto que el medio físico a través del cual se vincula el hogar a la nube tiene fuertes restricciones de capacidad, acorde al servicio de telefonía para el cual fueron concebidas. Este es, sin duda, el principal desafío de estas empresas: reemplazar la red de cobre por una fibra al hogar que permita ofrecer en el domicilio todos los servicios que actualmente demandan los hogares, más otros tantos que se podrán ofrecer a partir de contar con una capacidad de ancho de banda que responda a la demanda de los hogares.
Pero, un última instancia, observando las capacidades de las plataformas actuales para hacer frente a las características de consumo vigente, donde cobra una relevancia particular la capacidad de personalizar los servicios en función de los consumos evidentes; contar con la inteligencia cerca del hogar resulta una ventaja sustancial en el largo plazo.
En un contexto regulatorio de apertura de redes donde convivan redes TIC, las condiciones técnicas parecieran resultar beneficiosas para los cableoperadores que en el mediano plazo deberán adaptar sus redes a un contexto de consumo donde la inteligencia se acerca cada vez más al consumidor, que exige consumir en un entorno de bienes y servicios determinados por ellos mismos.
Individualización de los consumos versus grilla de contenidos.
Cada vez cobra más protagonismo el consumo a demanda a través de la red (sea esta cual fuera). Colaboran con ello los motores de búsqueda, quienes utilizan modernos robot que trabajan arduamente en indizar los contenidos generados en la web y ponerlo a disposición de los consumidores, basados en patrones de búsqueda que surgen de algoritmos matemáticos que utilizan como insumo la propia conducta del consumidor. La nube de Internet, que antes parecía ser un gran servidor de límites difusos y de capacidad ilimitada, luce a su interior cada vez mas segmentada por muchas nubes menores generadas por los motores de búsqueda a medida de cada uno de los usuarios. [ver figura 2]
En el otro extremo, en lo que refiere a la modalidad de consumo, se encuentra la grilla de programación, donde la elección esta acotada a la cantidad de canales disponibles en la oferta preestablecida por el cableoperador.
Ambos extremos conviven cotidianamente en los hogares argentinos. Cuando se desea consumir un contenido específico se ingresa a la web, mientras que cuando se desea pasividad en la selección se acude a la caja boba (y mientras más boba mejor).
Contra lo que suponen algunos enamorados del mundo OTT (Over the Top), el consumo broadcasting tiene características que lo hacen insustituibles, sobre todo para la emisión de los eventos de interés masivos (sean o no en vivo). El consumo audiovisual se disfruta cuando se está viendo y más aún cuando se comenta con otro espectador.
No menos cierto es que, considerando a éste tipo de servicio como aquel que necesita ser broadcasting, la grilla audiovisual parece estar sobredimensionada. Y ello en gran parte se explica porque es el único medio (o el medio más efectivo, en término de precio y calidad) para acceder a una biblioteca de películas para ver.
Y es allí cuando el consumidor, sentado en su cómodo sillón, termina por preguntarse: ¿cuánto tiempo más tendré que esperar para poder elegir el consumo audiovisual que me apetece en la ocasión que considere oportuna?
Muchos hogares se han volcado al consumo OTT del estilo Netflix, YouTube u otros servidores de películas o contenidos, sean pagos o gratuitos. Sin embargo, las principales señales de contenidos siguen utilizando a los cableoperadores como medio de distribución de sus contenidos. Si bien algunas señales han iniciado su mudanza a la web, el camino aún se observa difuso y lo seguirá siendo hasta tanto no exista un medio alternativo para llegar masivamente a los hogares con el ancho de banda que la calidad de las señales exige.
Este escenario que, quien más quien menos, está atravesando la industria a nivel mundial cobra especial relevancia en la Argentina de estos días, que se encuentra debatiendo (y reglamentando) una nueva ley que involucra a éste sector con un enfoque cada vez más convergente.
En efecto, si bien los grandes lobbistas de la opinión pública con intereses en el mercado del cable refieren despectivamente a la Ley Argentina Digital como la “Ley Telco”, argumentando que la apertura regulatoria implica regalarle a los grandes grupos de telecomunicaciones el negocio del cable, lo cierto es que su verdadero temor no son ellos, sino los que vienen sobre ellos: las señales, los productores de contenidos, y todo aquel OTT que a partir del movedizo mundo interactivo desafíe el reinado de la vieja y anquilosada grilla televisiva.
Cierto que, para que ello suceda, requiere que las telcos realicen una inversión en sustituir el acceso de par de cobre actual por fibra (total o parcial). Y para que la alianza, hasta ahora infranqueable, entre los productores de contenidos (sean señales o ni siquiera) y sus distribuidores a los hogares (cableras) llegue a su fin, estos últimos deberán tener a disposición un medio alternativo.
El final de esta historia, se descuenta, es la previsible por muchos… y posiblemente suceda que algún día la grilla sea un exponente del consumo audiovisual de otras épocas. Pero es precisamente la transición (cómo y cuándo) la que genera muchas dudas.
La fibra al hogar no está en la prioridad de las empresas de telecomunicaciones que, al momento, diseñan sus estrategias en sus casas matrices, lo cual genera serias limitaciones para planear un negocio en el largo plazo. La lista de prioridades, para los negocios en sus filiales, parece estar enfocada en Brasil. Y aquello que invierten en la Argentina seguramente estará destinado al negocio de la telefonía móvil: En Telefónica y Telecom, más de la mitad de los ingresos totales provienen de esa unidad, mientras que en el caso de Telmex constituye prácticamente la totalidad de los ingresos.
A ello hay que agregarle ciertos aditamentos internos: limitaciones regulatorias a la cantidad de licencias audiovisuales, restricciones al capital extranjero, limitaciones a la libre remesa de utilidad, etcétera.
Y aún sorteando las incertidumbres señaladas, sabiendo que los clientes entregarán la exclusividad de sus consumos a aquella fibra óptica que por primera vez ingrese a su hogar con capacidad de ofrecer cantidad ilimitada de servicios unicast, resta dilucidar el siguiente interrogante: ¿estarán dispuestas las telcos a realizar fuertes inversiones en fibra óptica al hogar para compartir sus beneficios con los OTT? ¿O quizá llegó la hora de decir: “El rey ha muerto, que viva el rey”?
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1 Es por ello que los organismos antitrust suelen definir el área local como el mercado geográfico donde se analizan las concentraciones y conductas relacionadas con el mercado del cable.
2 «En el caso de Argentina, la operación de consolidación de las empresas que dieron vida a Cablevisión ha permitido unificar y consolidar los esfuerzos en los grandes proyectos de inversión necesarios para convertir a la empresa de cable en una verdadera empresa de telecomunicaciones. De otra manera hubiera sido imposible ofrecer diversidad, eficiencia y pluralidad de contenidos en el mercado argentino». El cable en la Argentina como actor y dinamizador de las telecomunicaciones. El rol de Cablevisión. Disponible aquí.