Reseña

Los dueños de Internet. Cómo nos dominan los gigantes de la tecnología y qué hacer para cambiarlo Por

Los dueños de Internet. Cómo nos dominan los gigantes de la tecnología y qué hacer para cambiarlo

Por Natalia Zuazo
Penguin Random House Grupo Editorial, S.A. 2018.
Cantidad de páginas: 192

¿Está ayudando la tecnología a crear un mundo mejor? La respuesta puede permanecer abierta pero en este libro, la autora empieza a bosquejar un intento de respuesta. Sea lo que sea que la tecnología esté haciendo, su administración no está haciendo una sociedad más igual.

El libro de Natalia Zuazo plantea un recorrido que puede aparecer como complejo pero que pone en debate cuestiones ligadas a la tecnología que nos aparecen todos los días como naturales. Para ello se sirve de un hilo conductor basado en las historias de cuatro grandes corporaciones que pertenecen a las denominadas “Cinco grandes” del momento: Microsoft, Google, Facebook y Uber.

No se trata de una elección al azar sino de una bien argumentada. Son las plataformas tecnológicas las que tomaron el control de las promesas de democratización que traía consigo Internet y la convirtieron en un negocio. Si en 2007, cita el texto, la mitad del tráfico de Internet se distribuía entre cientos de miles de sitios dispersos, para 2014 “esa misma cifra ya se había concentrado en treinta y cinco empresas”.

Eso colocó a estas plataformas tecnológicas a competir directamente con las históricas empresas de energía y los bancos en la cúspide de la concentración económica. Pero explotando ahora una materia prima que no se extrae del suelo: los datos de millones de ciudadanos y ciudadanas alrededor del mundo. Que, paradójicamente, día a día los entregan de forma voluntaria. “El valor de las compañías —sostiene la autora— no reside en el software, sino en las redes de usuarios y los datos que cada uno de nosotros vamos dejando para que, a través de la construcción de perfiles detallados, luego nos vendan nuevos servicios”.

Es por ello que el trabajo de Zuazo resulta en ese sentido una invitación a la reflexión sobre todas las partes del problema. Las empresas de tecnología tienen una parte de la responsabilidad. Pero el cuento no se acaba allí: hay Estados y hay individuos y cada uno de ellos tiene —o debería tener— algo para decir en este tema.

Claro que nada de ello, quedará demostrado a lo largo del libro, libera de responsabilidad a empresas transnacionales y monopólicas que llevan la lógica comercial a lugares que comienzan a poner en peligro la forma de vida en sociedad. El análisis de la autora sobre el crecimiento de lo que llama el “neoimperialismo tecnológico” se sostiene en tres fuerzas combinadas: la económica, la cultural y la política. En primer lugar, el modelo de las plataformas tecnológicas lejos de reducir la brecha desigual de los ingresos la agrava, a través de la apuesta por el capital financiero y la precarización del trabajo. En segundo término, por medio de una disputa cultural que pone en el centro de la escena al dogma del tecno-optimismo, que busca reemplazar con soluciones aparentemente neutrales y tecnológicas lo que en verdad son disyuntivas políticas e ideológicas. Y, en tercer lugar, la disputa política por el lugar que debe ocupar en el Estado en esta materia.

Los cuatro casos que tomará la autora servirá para poner de ejemplo lo que puede suceder cuando se toma como natural un avance que es político. El libro ahonda en los caminos de la economía, el mercado y la relación entre los gobiernos y estas nuevas plataformas. Se trata de un recorrido que busca mostrar para cuestionar “la cara tecnológica del capitalismo”. Con un objetivo político que ya está en su título: cambiarlo. “No someternos tanto a él y ser más dueños de nuestras decisiones”, según el texto.

Así, comenzará con el análisis de Microsoft, la más “vieja” de las analizadas. Su transformación de ser proveedora de software a brindar servicios de alojamiento de servidores “en la nube” la dejó en pie cuando todos la daban como una plataforma que comenzaba a morir a manos de las innovaciones en Silicon Valley. La autora se concentra, sin embargo, en un aspecto más relevante de la influencia de Microsoft en la forma de organizar nuestras sociedades: su influencia en la educación a escala global. El lugar central que ocupa la empresa no se basa sólo en su sistema operativo sino también en los crecientes negocios con los sistemas educativos alrededor del mundo. Tras el andamiaje ideológico que impulsa el propio Bill Gates, según describe la autora, respecto de la necesidad de reformar la escuela, la empresa montó un negocio fabuloso alrededor del mundo a través de la venta de “soluciones tecnológicas” para modernizar la educación.

Pensar en Google significa abrir la puerta a un océano desafíos y complejidades. Si los datos de los usuarios son la nueva materia prima estrella, esta plataforma es la que primero y mejor entendió la cuestión. Pero a medida que avanza, el proceso de recolección de datos empieza a ser cada vez menos neutral y se vuelve ciertamente peligroso. Es que a esta realidad se le suman dos nuevos fenómenos que crean las condiciones para una tormenta perfecta: el machine learning y la inteligencia artificial. Así, sostiene la autora, “si en 2007 el lema era ´el producto sos vos´ (…) en 2017 la frase puede ser reemplazada por ´vos sos los datos que entrenan a las máquinas´”. Pero si eso cambió hubo algo que se mantuvo neutral: Google sigue siendo una empresa dedicada a obtener ganancias a través de la acumulación y el procesamiento de datos.

Logaritmos que nos muestran cierta información y nos ocultan otra: esa oscuridad que atraviesa a Google corre de la misma manera para Facebook, la tercera plataforma analizada en el libro. Si en el análisis aparece el manejo de los datos privados, la crisis de credibilidad en la plataforma por el fenómeno de las “fake news”, la autora decide concentrarte en un problema menos tratado a la hora de hablar sobre Facebook: la falta de transparencia. “La empresa de Mark Zuckerberg todavía no explica cómo funciona su algoritmo, es decir, el mecanismo con el que decide qué vemos y qué no”, asegura Zuazo. Fundado en el estudio de consumos pasados, el algoritmo de la plataforma decide qué información vemos y cuál no vemos. ¿No hay sesgos en esa decisión que merezcan una discusión abierta y transparente previa?, parece preguntarse este libro y clamar por una respuesta positiva.

Finalmente, la cuarta empresa analizada: Uber. Su estrategia agresiva de llegar a cada uno de los países e imponerse por encima de la reglamentación vigente se escuda detrás del discurso del tecno-optimismo. Así, el libro realiza un análisis de una empresa que se presenta a sí misma como una plataforma de economía colaborativa. “Las plataformas como Uber son, en realidad, compañías tradicionales que utilizan Internet para intermediar y extraer las ganancias de muchos individuos conectados”, sostiene la autora al respecto. En el medio se ponen en disputa los modelos de relaciones laborales basados en la estabilidad y los derechos laborales.

Con un análisis crudo y detallado, el libro aboga por la posibilidad de cambiar este escenario de avance irrefrenable de las plataformas tecnológicas. La autora sostiene la necesidad de avanzar en cuatro acciones a la vez: restringir las posiciones monopólicas, regular a los intermediarios tecnológicos para evitar nuevas formas de explotación laboral, mejorar las reglas para asegurar la privacidad de los datos personales y combatir la evasión generalizada de este tipo de capitales hacia guaridas fiscales. 

 

LA AUTORA

Natalia Zuazo

Es licenciada en Ciencia Política, periodista especializada en tecnopolítica y consultora en estrategia digital. Escribe en la revista Brando y Le Monde Diplomatique Edición Cono Sur, donde edita la sección Debates del Futuro. Escribió el libro “Guerras de Internet” en 2015.

 

 

 

 

 

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