El voto electrónico en las elecciones parlamentarias 2017.
Beatriz Busaniche (*)
Con el argumento de que no se puede seguir votando con un sistema antiguo cuando ya estamos en el siglo XXI, que de esta manera se termina con la lista sábana, se elimina el clientelismo y se reducen las posibilidades de realizar fraudes, así se intenta acelerar el proceso para que en las próximas elecciones nacionales se vote con la Boleta Única Electrónica. Veamos cuál es realmente la situación del voto electrónico a nivel mundial.
El presidente Mauricio Macri quiere que votemos con sistemas electrónicos en las elecciones parlamentarias de 2017. Así justifican el apuro los funcionarios de primera línea encargados de impulsar la reforma electoral que tiene, entre sus principales aspectos, la incorporación de un sistema electrónico de emisión del voto.
En su defensa del proyecto, los legisladores oficialistas asumen que se trata de una reforma supuestamente inexorable que tiende a terminar con la lista sábana, eliminar el clientelismo y legitimar el proceso electoral al reducir las posibilidades de realizar fraudes de todo tipo, incluyendo el robo de boletas. Agregan, además, que es la tendencia a nivel internacional y que no podemos seguir votando como en el siglo XIX en el siglo XXI. Desgranemos cada una de estas afirmaciones y veamos cuál es realmente el panorama del voto electrónico en el mundo.
La maldita sábana
Mucho se escucha hablar en contra de la boleta sábana, a tal punto que se ha instalado en el nivel de la opinión pública que la existencia de las listas sábanas es uno de los principales problemas de la política. Más allá de discutir este aspecto, debe quedar claro que el proyecto del Poder Ejecutivo Nacional no sólo no elimina la lista sábana, sino que la fortalece.
El artículo 63 de la propuesta establece con toda claridad que las listas sábanas siguen existiendo como forma de elegir cargos colegiados. El panorama es grave cuando se confirma que la lista sábana sólo estará escondida detrás de la figura del primer candidato a diversas categorías como senadores y diputados nacionales y parlamentarios del Mercosur. La cláusula, en ese sentido, que tiene el proyecto establece que (art. 63 incisos e, f y g) para el caso de la lista de candidatos a senadores nacionales, diputados nacionales y parlamentarios del Mercosur deberá aparecer “nombre y apellido de al menos el primer candidato o candidato titular”. Mucho se ha dicho sobre la disponibilidad de las listas completas en diversos medios como la prensa, internet o las propias paredes del cuarto oscuro, pero lo cierto es que el votante usará un método de votación que no pondrá a su disposición la lista completa de candidatos a representarlos y nada hará obligatorio que el elector vea esa información. Se desinforma al votante, se empobrece el sistema de representación y se refuerza notablemente la idea de la lista sábana. Lo mismo ocurre con el incentivo a votar por lista completa, que se convierte en la opción más sencilla a la hora de sufragar.
Otro aspecto que va en la misma sintonía tiene que ver con la modificación del sistema de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). En este caso, se propone que cada elector seleccione candidatos de una única primaria, es decir, que cada elector podrá optar entre los diversos candidatos en un único partido político. Esto reduce las posibilidades existentes hasta el momento por las que un elector podría elegir en una interna en un cargo ejecutivo y a la vez participar de la interna de otro partido para los cargos legislativos. Este cambio no es azaroso porque, pese a que se lo justifica en el supuesto fortalecimiento de los partidos políticos, tiene como razón central la inviabilidad de una votación así en el sistema de voto electrónico propuesto. La diversidad enorme de candidatos no entra en la pantalla, por lo tanto, se hace menester reducir las posibilidades abiertas para cada elector. Se adapta la oferta electoral a la capacidad del dispositivo.
El problema del clientelismo
El clientelismo político, así como cualquier forma de coerción que implique la pérdida de la libertad en el acto central de elegir a nuestros representantes, es un problema de dimensiones complejas y de difícil solución en contextos de marginación social y falta de compromiso político. Como todo problema complejo, la solución nunca es unívoca, ya que el problema en sí mismo es multicausal. Sin embargo, con total liviandad, el oficialismo propugna que el sistema de voto electrónico servirá para terminar con prácticas clientelares que poco favor hacen al sistema democrático.
Lamentablemente, tales afirmaciones están lejos de ser una realidad, y alcanza destacar que países con enormes dificultades sociales y sistemas clientelares afianzados usan voto electrónico sin que esto implique cambio alguno en esa situación, más bien todo lo contrario. Sólo por citar un ejemplo, bien vale recordar al presidente Nicolás Maduro cuando dijo sin ningún pudor que conocía el nombre y la cédula de identidad de “900 mil compañeros que votaron en su contra”. Venezuela usa un sistema de voto electrónico y nadie puede afirmar que allí se haya terminado el clientelismo electoral.
Un detalle importante se suma en este caso: para que un sistema clientelar funcione plenamente, se deben implementar trucos que permitan a los punteros involucrados corroborar los votos emitidos. Así, jugarretas como el voto cadena o la fotografía de la selección electoral están a la orden del día en este contexto. Sin embargo, pese al voluntarismo del PEN, el sistema de voto electrónico no termina con esto, sino que lo potencia y facilita al poner en serio riesgo el secreto del voto, elemento clave del derecho electoral para un voto libre, autónomo y no coercionado.
Una de las flaquezas fundamentales de los sistemas de voto electrónico, y especialmente del sistema que propone el poder ejecutivo, es la dificultad para velar por el secreto del voto. Es más, aun en contextos en los que se tomen todos los recaudos, en un sistema inauditable para el votante, ¿quién le asegura que su voto sigue siendo secreto?
Un sondeo realizado por CIPPEC —ONG que nadie puede acusar de ser anti-voto electrónico— demostró que en la provincia de Salta, tras las elecciones con el sistema de Boleta Electrónica, bajó considerablemente la confianza ciudadana en el secreto del voto.
El robo de boletas
Otro de los aspectos que se repite incansablemente como argumento a favor del voto electrónico es que se solucionan los problemas derivados de la provisión de boletas, ya sea el robo de boletas en el cuarto oscuro como el alto costo que los partidos políticos deben afrontar en cada elección para hacer llegar al votante su oferta electoral.
Ciertamente, el sistema soluciona este problema. Sin embargo, lo mismo es cierto cuando hablamos del sistema de boleta única en papel, un instrumento que ya se utiliza en las provincias de Santa Fe, Córdoba y en los consulados argentinos en el exterior donde votan ciudadanos residentes en otros países. La boleta única en papel es el sistema de emisión del voto más usado del mundo, especialmente en las democracias más avanzadas y en los países con más alto desarrollo humano como Alemania, Holanda o Australia.
El proyecto, sin embargo, la descarta de plano. En las cláusulas transitorias establecidas como recaudo ante un eventual retraso en la implementación del voto electrónico sólo se habilita la posibilidad de utilizar la vieja boleta partidaria como opción, sin la posibilidad de usar la boleta única en papel, pese a las largas loas que recibe en la presentación del proyecto de reforma electoral.
Plantear el uso de voto electrónico como solución al robo de boletas, cuando existe la posibilidad cierta de la boleta única en papel, es cuanto menos un despropósito.
El panorama internacional
Quizás lo más interesante de todo este debate tiene que ver con el panorama global en la materia. El ministerio de Modernización, a cargo de Andrés Ibarra, ya cuenta con un acuerdo de cooperación con Corea del Sur, desde donde estarían llegando los primeros prototipos del equipamiento y la promesa de un software de “regalo”. Corea vota con boleta única en papel, pese a la propaganda que se ha hecho de su “experiencia” en Boleta Electrónica.
Uno de los ejemplos más citados de la experiencia internacional es Alemania, donde el Supremo Tribunal Constitucional puso límites muy estrictos a la posibilidad de utilizar voto electrónico. La sentencia del máximo tribunal se sostiene en dos axiomas fundamentales que surgen de su Constitución: 1) El principio de la publicidad de la elección que ordena que todos los pasos esenciales de la elección estén sujetos a control público, y 2) en la utilización de aparatos electorales electrónicos, el ciudadano debe poder controlar los pasos esenciales del acto electoral y la determinación del resultado de manera fiable y sin conocimientos técnicos especiales. La Corte no prohibió el voto electrónico, pero dejó un margen muy estrecho para su implementación. De hecho, fuentes del Ministerio del Interior de Alemania establecieron, además, que no existe en el actual estado del arte, sistema de votación electrónica que pueda cumplir con los requerimientos fijados en la sentencia del Supremo Tribunal. Contrariamente a lo que dijo Adrián Pérez en la audiencia de diputados el pasado 4 de agosto, la incorporación de respaldo en papel no soluciona este inconveniente. Desde el fallo del tribunal en 2009, Alemania no volvió a probar ninguna forma electrónica de emitir sufragios.
Holanda es otro ejemplo interesante, ya que fue uno de los pioneros europeos en la incorporación de sistemas de votación electrónica. Sin embargo, también fue uno de los pioneros a la hora de abandonarlo tras comprobar fehacientemente que el secreto del voto era vulnerable. El hack implementado para vulnerar este derecho fundamental en Holanda fue replicado en las urnas electrónicas de Brasil, donde también se pudo corroborar la vulnerabilidad y el riesgo que implican los sistemas electrónicos para el derecho a sufragar de forma secreta.
Irlanda es otro caso paradigmático, porque se invirtió allí una cuantiosa suma de dinero para desarrollar un sistema que finalmente jamás se pudo implementar por las vulnerabilidades y la imposibilidad de realizar auditorías públicas. Los altos costos y la desconfianza pública llevaron a descartar el sistema en 2010.
Australia es otro ejemplo interesante, ya que allí el conteo de las elecciones es realmente un problema serio por la complejidad del sistema. Sin embargo, ese país se sigue negando a incorporar voto electrónico para sumar rapidez a un proceso que habitualmente puede durar hasta un mes. Pese a esto, las autoridades electorales y los parlamentarios australianos han afirmado una vez más que ese país, segundo en el ranking de desarrollo humano a nivel global, no está en condiciones de implementar ningún sistema de votación electrónica sin comprometer catastróficamente su sistema electoral.
Entre los que utilizan el sistema, se suele citar como caso de éxito el de Estonia, una ex república soviética con una democracia todavía muy joven, pero ampliamente tecnificada. Ciertamente, el sistema de Estonia es uno de los más controversiales, ya que es el primer país en implementar masivamente el voto a través de internet o i-vote. Más allá de los elogios oficialistas a Estonia, lo cierto es que los informes internacionales sobre el sistema son lapidarios. En 2011, la OSCE/ODIHR (Organization for Security and Cooperation in Europe/ Office for Democratic Institutions and Human Rights) alertó que el sistema de Estonia tiene numerosos problemas críticos. Entre ellos, la vulnerabilidad del secreto del voto, la vulnerabilidad de los dispositivos de cada emisor del voto, la oscuridad de los sistemas, así como las vulnerabilidades conocidas en los servidores donde se reciben los votos. Lo propio hizo en 2014 un equipo de expertos independientes que “reveló una serie de problemas alarmantes. La seguridad operativa es laxa e inconsistente, las medidas de transparencia son insuficientes para probar un conteo honesto y mientras que el diseño de software es altamente vulnerable al ataque de fuerzas extrañas”. El sistema estonio tiene flaquezas severas, pese a lo cual se sigue utilizando.
Algunas conclusiones
Pese a estas experiencias internacionales y a las firmes voces de alerta que se escucharon en los últimos días en el Congreso Nacional, el oficialismo sigue empeñado en aplicar un sistema electoral nuevo en las 95 mil mesas que componen el mapa de las elecciones en la República Argentina para las parlamentarias de 2017.Todo este proceso prevé compra de equipos, desarrollo de software electoral, capacitación de las autoridades de mesa, capacitación de los electores, aprobación e implementación por parte de la justicia electoral en un año. Ningún país del mundo ha hecho nada semejante, en lo que se vislumbra como una potencial catástrofe electoral.
(*) Presidenta de la Fundación Vía Libre. En Twitter es @beabusaniche.