«Invertir hoy en fibra es garantizar que para los 20 años que vienen tengamos margen de progresión»

Por Sebastián De Toma Entrevista a Emmanuel Jaffrot Emmanuel Jaffrot nació en Nantes, Francia, en 1973. Es doctor

Por Sebastián De Toma

Entrevista a Emmanuel Jaffrot

Emmanuel Jaffrot nació en Nantes, Francia, en 1973. Es doctor en Telecomunicaciones de la «Ecole Nacional Supérieure des Telecommunicactions» de Paris, magister en Procesamiento de Señales e Imágenes e Ingeniero en Electrónica. En el país galo se desempeñó como investigador y profesor en varias escuelas nacionales de ingeniería, participando de proyectos de investigación y desarrollo nacionales y europeos.

Hoy es secretario técnico y académico de la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Telecomunicaciones Argentina Conectada, coordinador de la División Técnica General del Consejo Asesor del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre. Dirige el Centro de Investigación y Transferencia en Telecomunicaciones de la Universidad Nacional de San Martín, donde además es docente.

Revista Fibra mantuvo con él una larga charla sobre el trabajo que se está llevando en la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO) y los efectos que tendrá sobre ellos la aprobación de la Ley Argentina Digital, la relación que tiene Argentina Conectada tanto con las grandes empresas como con las PyMEs y cooperativas del sector de las telecomunicaciones. Además, nos dio su visión sobre los cambios que sufrió la infraestructura en estos últimos años, el siempre tan discutido principio de neutralidad de la red, y los cambios que serían convenientes incluir a nivel regional para avanzar en la integración latinoamericana.

¿Qué significó la aprobación de la Ley Argentina Digital para el trabajo que están haciendo en la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO)?

La ley en sí no afecta al desarrollo de la red de fibra óptica, sino que le da un lugar más estratégico. Es el mismo proyecto que se lleva adelante desde hace cuatro años: construir una red federal de fibra óptica que permita actuar al Estado en el mercado mayorista. En un primer momento, se concibió esta red para homogeneizar un poco la oferta mayorista y que baje el precio mayorista que terminan comprando las PyMEs, las cooperativas que están diseminadas en todo el país. Si uno se encuentra ahogado con el precio mayorista, o se encuentra prestando un servicio caro, o termina prestando un servicio malo. La REFEFO —con la que se está avanzando en el despliegue de la electrónica para iluminar y brindar servicio, porque la red en sí está casi terminada— se viene a complementar muy bien con lo que plantea la Ley Argentina Digital: ahora todas las redes van a poder ser utilizadas por cualquiera, y se van a regular los precios mayoristas tanto sobre redes públicas como sobre redes privadas. Con esto se va a instalar una base con lo que corresponde a lo que es el commodity en el mercado de las telecomunicaciones, el ancho de banda mayorista. Eso se va a hacer tanto porque hubo una participación activa del Estado en el mercado, tanto porque ahora la nueva ley plantea regular precios.

¿Qué previsiones tiene para este año? ¿Van a empezar a iluminar la REFEFO?

Ya se empezó a iluminar, hay varios tramos iluminados —como es el caso de la red de Formosa, la red de Chaco, la red de La Rioja, que fueron los primeros en arrancar con sus proyectos provinciales— y, en este año la gente de ARSAT podrá seguir avanzando. A nivel de la red troncal, todo el tramo que va de Buenos Aires hasta Mendoza –que es también el primer tramo que se logró construir, porque se basaba sobre la infraestructura existente— se debería iluminar a la brevedad –de hecho, una parte ya está iluminada—.

¿Cómo es la relación tanto con los operadores más pequeños, que utilizan la red para brindar sus servicios, como con los operadores grandes con quienes tienen acuerdos para utilizar la infraestructura ya construida?

Con los más chicos, con los que siempre dependieron de los operadores grandes privados, hay una expectativa muy grande —desde hace mucho tiempo hay una expectativa muy grande—, con lo cual es imprescindible avanzar con la iluminación de esa red porque hay una necesidad de responder a esa ansiedad que el propio Estado creó. Lo que es importante entender es que la REFEFO no está diseñada como para reemplazar sí o sí a los privados. Cuando uno opera una red y presta servicios de Internet, siempre puede haber problemas técnicos sobre la red de uno o la red de otro, con lo cual siempre es bueno tener un back-up, un segundo proveedor que permita routear el tráfico de todos los clientes que me corresponden hacia una salida o hacia otra. Entonces, no sólo es mayor ancho de banda, representa una mayor calidad del servicio tener a ARSAT brindándolo junto a los privados. Los privados tomaron conciencia de que no es un proyecto para destruir a las empresas de telecomunicaciones, sino para complementarlas y razonabilizar, si es una palabra que existe, el mercado. Porque no es más valido el argumento de que yo estoy solo en tal localidad entonces cobro lo que se me da la gana. Ya no es más valido porque la red de fibra óptica está en todos los pueblos de la Argentina. Por lo cual, el operador principal, en términos de alcance, ahora es el Estado. El rol de las empresas privadas es, primero, mejorar la calidad del servicio, tanto a nivel de servicio fijo como al nivel de los servicios móviles.
Para ello es importante que haya fibra en todo el país. Ellos lo saben, lo cual no significa que hayan hecho muchas inversiones en el pasado, e incluso hoy invierten muy poco en lo que es desplegar más redes de transporte como de acceso en fibra en el país. Estamos viviendo una ola de inversión de muchos Estados en el mundo y uno se da cuenta que ese mercado es muy cíclico. Cuando digo cíclico es porque eso puede cambiar de acuerdo al signo político al frente del Estado, según el resultado de elecciones que vamos a vivir este año, y eso puede poner en peligro el lugar del Estado en el mercado de las telecomunicaciones. Para hacer la historia breve, en los años 1950, 1960 y 1970 hubo una ola de inversiones muy grande a nivel internacional para el desarrollo de la telefonía fija. Luego, en 1990, acá como en cualquier lugar del mundo, hubo olas de privatización o semi-privatización. Los países más avanzados en manejar el mercado de telecomunicaciones lograron concesionar la operación, pero mantener la propiedad de la infraestructura. Argentina, por el contrario, vendió toda la infraestructura instalada por el Estado con los impuestos de todos los argentinos, por un precio al que uno podría llamar vil. Se crearon dos monopolios a nivel territorial, con lo cual se complicó más el desarrollo del mercado, en particular el correspondiente a los actores locales, como las cooperativas y las PyMEs. Y en esta década, principio del siglo XXI, estamos viviendo una vez más en el mundo entero una inversión por parte del Estado. Ejemplos sobran: China, Australia, España, Francia. El Estado vuelve a invertir en infraestructura porque se da cuenta de que el haber puesto en manos de los privados la operación y, en ocasiones, la planificación estratégica de las telecomunicaciones, significó desbalancear el mercado en lo que a garantizar el acceso se refiere. La Argentina, entonces, no inventó nada, sino que se sumó a una tendencia mundial a partir del plan Argentina Conectada.

Una de las críticas habituales a la infraestructura, tanto de comunicaciones móviles como de Internet de Argentina, es que está retrasada respecto de otros países latinoamericanos. De hecho, suele citarse a Chile como ejemplo positivo. ¿Esto va camino a revertirse?

A partir de que un país toma la decisión de basar una red nacional de telecomunicaciones en una red de fibra óptica, con la tecnología AWS que permite garantizar calidad de servicio y ancho de banda —nunca infinito, pero muy cerca de lo infinito, porque en términos de consumo no solo es muy importante la capacidad que se puede instalar sino que es ampliable— la tecnología nos muestra que cumple esa Ley de Moore que multiplica la capacidad por dos cada dos años. Entonces, la decisión estratégica y la implementación estratégica está tomada y está hecha. Con lo cual, hay que seguir la corriente tecnológica, hay que seguir tomando decisiones estratégicas teniendo gente formada para esto —cuestión no menor—. Es por esto que hay muchas iniciativas desde el plan Argentina Conectada —y con todas las autoridades que tienen que ver con el manejo de las telecomunicaciones y las decisiones que tienen que ver con las telecomunicaciones del país— de incentivar la formación a nivel ingenieril, a nivel de maestrías, a nivel de planificación estratégica de infraestructura y de telecomunicaciones en general. Eso es fundamental, porque sino el riesgo no está solo en «dejamos a los privados planificar y actuar para todos», sino que también estamos en manos de los propios proveedores de equipamiento, que tienen sus propias tecnologías y tienen objetivos para los mercados emergentes que no son necesariamente los mismos en términos tecnológicos que para los mercados instalados, la vieja Europa, Estados Unidos e incluso China y Japón en Asia-Pacífico. También si uno va a Singapur o a Taiwán se da cuenta de que la conectividad no tiene nada que ver con la que tenemos acá, que ya están con 100 megas al hogar desde hace varios años. Ahora, comparar Argentina con Chile o comparar Argentina con Singapur en términos de avance tecnológico… comparemos los territorios. Si vamos a China, vamos a darnos cuenta que en Beijing seguramente la conectividad es buena, y si vamos al campo en Manchuria no es tan buena y capaz que viene nada más en forma inalámbrica porque la fibra no llega al pueblo chiquito. No para hacer un juicio rápido, pero digamos, planificar una red de fibra óptica en Chile es un trabajo relativamente más sencillo que planificarla en Argentina. El territorio chileno lo simplifica, la población es menor. Lo mismo con Uruguay, que tiene diez veces menos habitantes que la Argentina y está mucho más avanzado en términos de servicio al hogar en promedio. Sin embargo, si podemos comparar Uruguay con Capital Federal, en donde las limitaciones tienen que ver con la infraestructura y con la falta de inversión que vemos por parte de las grandes empresas, que siguen exprimiendo el jugo de un par de cobre que ya falleció. Lo vemos todos los días con la calidad de servicio, incluso de telefonía fija, que estamos teniendo. Entonces, el camino es la fibra, y la decisión estratégica de licitar tanto las bandas de 700 como de AWS para dar la 4G no está únicamente vinculada a una demanda de los privados diciendo «necesitamos más espectro». También es una forma de incentivarlos y obligarlos a que pongan fibra, porque sin fibra no hay 4G. Ahí hay decisiones que son interesantes y que van de la mano de esa nueva ley Argentina Digital que ya se aprobó y promulgó, y hoy estamos a la espera de que se reglamente y se conforme esta nueva autoridad federal de TIC.

En referencia a la fibra, una de las cuestiones más polémicas respecto de los privados a lo que se votó en Argentina Digital es el tema de que tengan que compartir sus redes. Los privados, más que nada Fibertel, se quejaron sobre ello. ¿Cuál es tu mirada?

Las redes siempre se pueden compartir; después uno se encuentra con dificultades técnicas según el tipo de última milla que uno tiene, cobre o fibra. Está claro que la fibra es la más sencilla de compartir y es la que más posibilidad le da a distintos operadores para competir sobre una misma infraestructura. Pero, digamos, desde hace 15, 20 años la tecnología ADSL, con una modalidad distinta de compartición de infraestructura, está funcionando muy bien en Europa, por ejemplo. A mí en Francia (soy franco-argentino) me tocó tener servicio de ADSL al hogar sobre un par de cobre que era de Fox-Telecom por parte de otro operador que funciona muy bien, y tenía 28 kilobytes por segundo con 60 canales de televisión y telefonía fija gratis —hace bastante de esto, claro—. Hay que mirar modelo/negocio y hay que mirar tecnológicamente cómo se organiza esto. El par de cobre y la fibra son distintos porque el par de cobre es dedicado a mi línea, el par de cobre que llega a mi casa es para mí. Y está enchufado a una central —para hacerlo sencillo— que corresponde únicamente a mi número y punto. La fibra permite compartirse más fácilmente desde un punto de vista lógico, se pueden virtualizar canales sobre fibra porque hay mucha más capacidad. Si bien el ADSL lo podría permitir, no lo haría de la misma forma y no con la misma capacidad global como permite una tecnología GPON¹ sobre fibra. La GPON permite prestarle hasta 1,5 giga a un hogar, suponiendo que le doy toda la capacidad a un hogar, pero puedo hacer lo que sea necesario. Hoy no hay un servicio que demande que yo tenga 1,5 gigas en mi casa, pero ya se precisan 20 megas.

Hoy ninguna compañía brinda eso a los hogares.

No, nadie está llegando a eso, ni siquiera los que invirtieron en la fibra lo están prestando. Y los que logran mayor ancho de banda hoy son los que tienen cable, los que migraron al sistema DOCSIS 3, que no son muchos y no voy a citar nombres; no son muchos porque es una inversión muy grande: toda la tecnología de cables es una tecnología propietaria y otra vez caímos en un monopolio. Entonces, es perentorio trabajar sobre estándares más abiertos. No existe ningún estándar abierto en términos tecnológicos, pero sí hay estándares que permiten hacer competir oferentes: cuando yo trabajo sobre cables hago competir Motorola con Motorola; o Motorola con algunos proveedores que tienen la autorización de Motorola para hacerlo. Es un mercado muy cerrado en este sentido y que también fija una calidad y también fija un precio básico. La palabra clave en materia de telecomunicaciones es la palabra «competencia», tanto a nivel del servicio como a nivel del equipamiento. Es importante también que haya actores más neutros sobre esa red. O por lo menos que los dueños de una red, que permitirán que otros actores se suban a esa red, tengan una unidad de negocio neutra, que no interfiera con los prestadores que van a competir sobre esa red. Y ahí hay dificultades distintas según el tipo de tecnología para lograr esto, es todo un desafío. Pero me parece que lo que se logró desde el Ministerio de Planificación en su conjunto, tanto de Argentina Conectada como de la Secretaría de Comunicaciones y la Comisión Nacional de Comunicaciones, es instalar la idea de que la fibra es algo imprescindible. La fibra es el vínculo físico que hoy se necesita para prestar servicio de alto nivel de prestación. No hay otro. Vendrán otros, pero todavía no. Invertir hoy en fibra es garantizar que para los 20 años que vienen tengamos margen de progresión. No es lo mismo que decir «vamos a reemplazar el par de cobre por otro par de cobre para mejorar la calidad, porque el cobre es viejo y tenemos que tener un cobre más nuevo», eso no es una opción. Hay entonces una necesidad de recambio tecnológico por parte de las grandes empresas, que además deben aceptar que el Estado participe de ese esfuerzo de actualización junto con otros actores locales o nacionales que tengan injerencia o ganas de empezar a competir sobre determinado territorio donde hoy sigue faltando competencia, que todos participen en una fase de inversión importante en materia de fibra óptica: ya que todos la vamos a compartir, que todos puedan participar.

La Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos decidió finalmente apoyar la cuestión de la neutralidad de la red, a pesar de la oposición de las grandes compañías proveedoras de servicios de Internet. Y en Argentina Digital también se le dedica un párrafo introductorio a esta cuestión. ¿Qué opinión le merece? ¿Es posible mantener este modelo de neutralidad de la red con estos niveles de inversión que se requieren de los privados?

Creo que ahí está el desafío del desarrollo del sector de las telecomunicaciones. Hace 10, 15 años, yo elegía un proveedor por el ancho de banda que me iba a dar. Hoy no me interesa qué proveedor, me interesa que funcione.
Hoy no busco una marca de quién me dé el ancho de banda, me interesa cuánto me da y con qué calidad.
En este sentido, hace 20 años el ancho de banda mayorista era una commodity. Hoy el commodity es el ancho de banda que llega a mi casa. Entonces, no me importa quién me de esto, porque lo que yo busco es acceder a un montón de otros servicios, que en definitiva son servicios que agregan valor a ese ancho de banda. El conflicto hoy es que el que agrega valor no es el mismo que me da ancho de banda. Entonces, volvemos al debate: está bien, hay empresas que invierten para mejorar el ancho de banda y en definitiva los que terminan cobrando el valor agregado sobre esto son otros, como Google, Facebook y toda la publicidad que manejan esas empresas; o como todos los servicios de video demanda, como puede ser Netflix. Pero, por otro lado, son estos los que le están dando valor al ancho de banda. Ayer mencionábamos que, en las telecomunicaciones primero es la telefonía fija, y que Internet era un servicio de valor agregado sobre la telefonía fija. Hace 20 años que esto ya no existe. Incluso los operadores privados manejan todo por IP, manejan todo a nivel lógico. Ya no existe la operadora, todo el mundo se dio cuenta de que ya no hay más una señora que nos atiende cuando uno levanta el tubo. Es importante entender que hoy el servicio básico es la conectividad, no Internet. Es el ancho de banda que me vincula a una red nacional y a la vez a la red internacional. Siempre separo lo que es Internet de la conectividad a mi hogar porque, en definitiva, Internet es ese concepto de nube muy borroso que nadie sabe definir, pero que en definitiva todos pagamos. Lo que me importa hoy es tener buena conectividad y barata. Los operadores privados, los que son prestadores de conectividad al hogar, ya entendieron eso, quizás un poco tarde con respecto al desarrollo del mercado. Pero ya lo entendieron; no por nada Telecom está desarrollando Arnet Play; no por nada hay un On Video de Telefónica; Claro a nivel regional también tiene su oferta, Fibertel-Cablevisión también tiene su oferta. Es decir, el mercado va para ese lado y también los grandes operadores que solían cobrar nada más como peaje tecnológico para acceder a un ancho de banda, o acceder a servicios a través de este ancho de banda que eran considerados gratis. Como todo el resto ahora ya no es gratis, porque hay servicios de mayor valor agregado sobre esto, entienden que eso también tiene que pasar por ellos y tienen que desarrollar plataformas que permitan prestar servicios de valor agregado. Entonces, ¿qué es lo que vale ahora? ¿Por qué es importante que el Estado intervenga en esto? Porque como la plata no está más sólo en el ancho de banda, y por que no se busca recaudar sólo ahí, no va a haber más desarrollo territorial de planificación estratégica por parte de un privado: eso lo tiene que hacer el Estado. Y el Estado tiene que garantizar que este ancho de banda esté, porque en definitiva todo el resto, todo ese servicio, depende de una infraestructura física.
Sobre todos esos otros servicios, que son servicios virtuales, donde los servidores están al lado de mi casa o en Estados Unidos, o en Europa, o en China, hay otro debate pendiente: todos los días nos conectamos a nuestra cuenta de Facebook, Google, Twitter, Instagram… y todos esos contenidos no están físicamente en Argentina. Esto significa que cada vez que yo quiero acceder a ellos los tengo que ir a buscar afuera, es decir, consumo ancho de banda internacional que se paga en dólares. En definitiva, hay una decisión estratégica que sería interesante que se pensara también a nivel regional, con los países limítrofes, con los países de la región. Hablemos de intercambio entre redes públicas sin costo o con un costo en lo menor posible, o yo te voy pagando lo que consumí por encima de lo que vos me consumiste. Porque es importante que estos contenidos, tanto al nivel de nuestro país o de la región, estén lo más cerca posible, resguardados, ya que hay una cuestión de seguridad y de propiedad respecto a esos datos; y además —simplificando— cuando yo doy un «me gusta» en Facebook se va un dólar afuera. Estamos gastando mucha plata en tráfico internacional, y eso lleva a que Internet termine siendo caro en términos relativos, dado que muchos contenidos no están acá y no están vinculados directamente a una red a nivel nacional. Si usáramos el data center de ARSAT para ubicar esos contenidos, acceder a ellos no significaría pagar enlaces internacionales, porque ya lo tendría mi red. Y el costo de Internet tiene únicamente que ver con esto: dónde están los contenidos a los cuales tengo que acceder. Si la base de datos de Netflix está en Argentina, el costo de acceso a Netflix debería ser más barato.

Durante el año pasado Brasil amenazó con exigir que los data center estuvieran ubicados en su territorio, aunque al final retiró este punto del proyecto de lo que luego sería la ley de Marco Civil (ver Nº 1 de Revista Fibra). ¿Qué posibilidades tiene Argentina de realizar ese tipo de exigencias a gigantes como Google o Facebook?

Siempre se puede exigir cuando se trata de proteger datos personales. Incluso en Estados Unidos están yendo por ese lado, cuando hablan de mayor neutralidad de la red están diciendo «queremos proteger los datos de la gente». Creo que hubo muchos avances en términos de infraestructura, que era y sigue siendo necesaria para homogeneizar y garantizar que todos los ciudadanos de la Argentina estén integrados a lo que es ese mundo de las TIC. La Ley Argentina Digital viene a plantear el desafío de reconfigurar el mercado de las telecomunicaciones y cambiar las relaciones de poderes en todo el mercado. Yo siempre digo que el Decreto 764/00 tenía una concepción muy liberal —para no decir neoliberal— del mercado; ponía en el centro a las grandes empresas privadas y casi que concebía al usuario como un mal necesario para que la empresa privada funcione, algo así como «alguien tiene que pagar por todo esto». Hoy Argentina Digital plantea algo distinto: pone al usuario en el centro y dice «lo que importa es el usuario, entonces lo que importa es el servicio», y sobre esta base vamos a ver qué rol tienen que jugar las empresas privadas, las PyMEs, las cooperativas para llegar a prestar servicios al usuario. Estamos invirtiendo el mercado, lo cual significa que los modelos de negocios de las empresas van a tener que reconfigurarse en una cierta medida. Hay que empezar a pensar en un mundo donde las cosas van cada vez más rápido, y no sólo por la aparición de nuevas terminales móviles cada dos meses, sino también a nivel de los servicios nuevos que aparecen. Entonces, aparecen nuevas necesidades o nuevos chiches que en definitiva o entretienen, o son útiles para trabajar, o son útiles para uno facilitarle tareas de todos los días. Pero sólo es un principio. Evolucionamos mucho y hoy estamos consumiendo cosas muy distintas de hace 10 años atrás, pero yo creo que el escalón que estamos por subir para dentro de 10 años es aún mayor y todavía no sabemos de qué estamos hablando. Pero a pesar de no saber cuáles son esos futuros servicios, en Argentina, a partir de la decisión de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y con la política que se está llevando adelante desde el Ministerio de Planificación Federal y Servicios Públicos, con el ministro De Vido, con el secretario de comunicaciones y con la Comisión Nacional de Comunicaciones y Argentina Conectada, se lograron tomar decisiones estratégicas que no van a condicionar la evolución de los servicios, sino que van a posibilitar la evolución de los servicios que se vienen.

¹ Red Óptica Pasiva con Capacidad de Gigabit, por sus siglas en inglés.

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