Democratización y desdemocratización de la Televisión Pública argentina

El intento de Cambiemos de invisibilizar actores y problemáticas legítimas de nuestra sociedad. POR VÍCTOR TARICCO (*) @t_v

El intento de Cambiemos de invisibilizar actores y problemáticas legítimas de nuestra sociedad.

POR VÍCTOR TARICCO (*)
@t_v

Los debates sobre la televisión pública son recurrentes en la historia argentina. Se intensifican cuando toman un rol relevante en el espacio público y se relegan al lugar de los intercambios entre especialistas cuando dejan de tenerlo. Sin embargo, no siempre se ha discutido en los mismos términos, ni los consensos sobre el lugar que deberían ocupar.

Como ejemplo de estos cambios de paradigma podemos citar el libro de Heriberto Muraro (1974) —“Poner el Carro delante del Caballo”—, donde el autor argumenta a favor de la estatización de la televisión argentina y reivindica el derecho del Estado argentino a nacionalizar los canales y productoras de televisión en post de la liberación nacional. En el otro extremo del arco ideológico, podemos citar el texto publicado en el año 1969 por la Productora Proartel (Canal 13/ CBS Time-Life), bajo el título “Televisión Argentina, un enfoque nacional”, que promovía un sistema de televisión mixto y dónde Canal 7 debía “dedicarse a una actividad no comercial, específicamente cultural y de difusión de medidas de gobierno” (p.67). Es significativo que tanto en el texto de Muraro, como en el de Proartel, no se hace referencia a los medios de comunicación de propiedad del Estado como medios públicos o servicios públicos de comunicación.

Con la recuperación de la democracia en la década del ochenta, la noción de “lo público” tomó gran relevancia en el marco general de una reivindicación del sistema democrático, no sólo como forma de gobierno, sino como sistema de valores opuestos al autoritarismo. Lo público aparece tematizado como aquella instancia social de autorrepresentación de la sociedad donde el cuerpo político de una sociedad se realiza como tal cuando puede expresar y hacer públicas libremente sus opiniones (Habermas, 1964).

En este contexto teórico-político, los servicios públicos de comunicación europeos aparecen como la referencia obligada para la televisión de propiedad estatal latinoamericanos en los intentos de fortalecer un espacio público constituido bajo los principios de libre acceso y participación. Bajo este nuevo paradigma, la idea-proyecto de constituir servicios públicos de comunicación latinoamericanos encuentra un campo fértil para desarrollarse.

Como documento fundacional de este nuevo paradigma podemos señalar la conferencia que Antonio Pasquali brindó en la sesión inaugural de la ULCRA (Unión Latinoamericana y Caribeña de Radiodifusión) en el año 1986, donde a través de una serie de imperativos conceptuales y operativos intentó definir lo que años después Silvio Wainsbord y Martín Becerra (2015) conceptualizaron como Modelos Ideales de Televisión Pública.

Estos modelos ideales, en tanto elaboración teórico política que se propone establecer una dirección y legitimación para los medios de propiedad estatal, intentan conjurar desde una perspectiva socialdemócrata el rol propagandístico a los que los gobiernos dictatoriales habían subsumidos a los medios del Estado; la presiones que las políticas neoliberales ejercían en pos de su privatización, así como la huella estatal/gubernamental que habían dejado los procesos populistas.

Como idea-proyecto los Modelos Ideales de Televisión Pública no encontraron espacio para ser traducidos en prácticas efectivas hasta principios del siglo 21. Serían los gobiernos latinoamericanos progresistas o populistas los que orientaron sus esfuerzos al fortalecimiento de los medios públicos pero en muchos puntos en tensión con estos modelos que se habían consagrado como opción más adecuada para la región.

El motivo principal que llevó a los gobiernos latinoamericanos a fortalecer los medios públicos fue intentar equilibrar un espacio público donde los medios de comunicación de propiedad privada eran los grandes arquitectos. Este esfuerzo constituyó un verdadero activismo estatal (Fiss, 1997) en pos de construir espacio público más equilibrado entre campos antagonizaban por la orientación política de la sociedad.

Las características principales de este proceso de activismo estatal en el espacio público mediatizado fueron: la incorporación de los representantes de la oposición, los trabajadores y la sociedad civil en el directorio de RTA (Radio y Televisión Argentina), la actualización y renovación tecnológica de sus instalaciones, el crecimiento del encendido y las audiencias, la incorporación de temas, cuestiones y formatos televisivos en un proceso generalizado de innovación y experimentación audiovisual que alcanzaba también a las señales educativas.

En el marco de un proceso de confrontación política que el editorialista del diario Clarín Julio Blanck definiría como de “Periodismo de Guerra”, los vínculos entre Televisión Pública y Gobierno eran estrechos en las definiciones político-editoriales de sus servicios informativo, lo que redundaba en un bajo nivel de pluralismo interno. De la misma manera que señalamos esto, es necesario decir, que los mismos estudios de la Defensoría del Público que indicaban esto, también mostraban cómo estos desequilibrios en la representación de oficialismo y oposición, aportaban a construir un alto nivel de pluralismo externo, es decir un espacio público más equilibrado.

Las características positivas que hemos señalado del proceso de activismo estatal en el espacio audiovisual y de fortalecimiento de la televisión y los medios públicos, son indicadores de un proceso general, que con dificultades, aportó a una democratización del espacio público al ampliar la representación de actores sociales, temas, cuestiones y perspectivas, que no eran tenidas en cuenta (o legitimadas) por los medios de comunicación concentrados.

La gestión de Cambiemos al frente de los medios públicos

Si hay algo en que coinciden la mayoría de los especialistas consultados por Revista Fibra, es en los malos resultados de la gestión de Hernán Lombardi al frente del Sistema Público de Medios: vaciamiento, invisibilización, pérdida de audiencia, despidos arbitrarios y persecución política, son algunos de los conceptos recurrentes entre los consultados por Revista Fibra para este artículo.

Tras casi cuatro años del gobierno de Cambiemos, la situación de la televisión pública no sólo no ha mejorado en los puntos que se señalaban como problemáticos (sus niveles de pluralismo), si no que ha retrocedido significativamente en aquellos que se evaluaban positivamente. Desde que el gobierno de Mauricio Macri asumió la responsabilidad política de conducir los medios de comunicación propiedad del Estado, no sólo se ha mantenido un vínculo estrecho entre Televisión Pública y Poder Ejecutivo, sino que se produjo un proceso de vaciamiento que redujo a Canal 7/TVP, la Radio Pública y los canales Encuentro, Pakapaka y DeporTV a un lugar marginal en el sistema de medios argentino.

Para Ezequiel Rivero, investigador del CONICET UNQ/UBA, que viene señalando el sesgo oficialista de la agenda periodística de la Televisión Pública, el macrismo aplica una “austeridad selectiva” que afecta a la programación y las propuestas artísticas e informativas de los medios públicos. Como resultado general de esta austeridad selectiva, se produjo “un particular récord de dilapidación del capital simbólico que se había logrado construir en los últimos 10 años”.

Para Alejandro Linares, doctor en Ciencias Sociales, la situación de desfinanciamiento de los medios públicos queda en evidencia si se analizan los recursos destinados a la Televisión Pública en los últimos tres años. Comparados con los 241 millones de dólares de presupuesto asignado a través de distintos instrumentos en 2015, el presupuesto de 2016 fue de 207 millones de dólares, el de 2017 de 190 millones y el de 2018 de 136 millones, en una marcada pendiente descendente que han lesionado la capacidad productiva de la televisión de propiedad estatal y generaron agudos conflictos sindicales con el sector de los trabajadores y trabajadoras.

Desde el campo de la producción audiovisual, Martín Bonavetti, exdirector general de la Televisión Pública, coincide en que el resultado de cuatro años de Cambiemos deja “una pésima herencia y un grave estado de deterioro” debido un sistemático intento de invisibilizar a los medios de propiedad estatal. En un sentido similar, Andrea Mallimaci, exdirectora de ACUA Federal, señala que los medios públicos perdieron su lugar en el mapa de medios por haber abandonado las “políticas de inclusión de contenidos de interés de público en sus grillas” que habían sabido concertar el interés de audiencias disímiles a lo largo del país.

Para Carlos Figueroa, exgerente de Noticias de la Televisión Pública durante el período 2011-2015, la consecuencia más grave del proceso de vaciamiento de los medios públicos ha sido el silenciamiento de un “actor fundamental en relación con la discusión por el sentido de las cosas”.

La pérdida de relevancia de los medios públicos produjo una homogeneización de las agendas y marcos interpretativos siguiendo los parámetros promovidos por los medios de comunicación privada, así como también una sobre-representación de las posiciones políticas de Cambiemos en el espacio público, como surge del análisis que hemos realizado de los trabajos de Ezequiel Rivero, Esteban Zunino de la Universidad de Cuyo y los monitoreos de la Defensoría del Público de la Nación.

Siguiendo lo señalado por los especialistas consultados y nuestras propias conclusiones, podríamos señalar que la gestión de cambiemos al frente de los medios públicos se caracterizó por una política sistemática de vaciamiento presupuestario, de recursos humanos, de producción de contenidos audiovisuales; que tuvo como resultado general una brusca pérdida de relevancia de los medios públicos en el espacio público mediatizado y una homogeneización de esta instancia social alrededor de los temas y actores sociales legitimados por los medios de comunicación privada, así como también sobre representación de las posiciones políticas del gobierno de Mauricio Macri.

Un futuro estructuralmente más complicado

La fusión de Cablevisión y Telecom coloca a nuestro país en un escenario inédito de hiperconcentración en el acceso a los contenidos audiovisuales, la información pública y las telecomunicaciones. Según Gustavo Bulla, profesor de la Carrera de Comunicación de la UBA, con esta fusión, el grupo Clarín concentra el 38% del mercado de TV por cable, 68% de los servicios de banda ancha fijos, el 39,5% de la banda ancha móvil, el 40,9% de la telefonía fija y el 30% de la telefonía móvil. La nueva empresa Telecom Argentina S.A., fusionada y controlada por Cablevisión Holding S.A., alcanza un valor de mercado que oscila entre los US$ 11 000 y US$ 13 000 millones de dólares, ubicándose entre las diez empresas más importantes del país.

Según Martín Becerra, investigador UNQ y CONICET, la megafusión de Cablevisión y Telecom expresa un grado inédito de asimetría en la intervención estatal en favor de un conglomerado que cuenta con todos los recursos para expandirse y aprovechar la convergencia, en detrimento de otros jugadores de gran tamaño como Telefónica, Claro o Viacom y a costa de las posibilidades de desarrollos de otro tipo de empresas de telecomunicaciones sean públicas o propiedad de asociaciones de la sociedad civil.

Para Glenn Postolski, exdecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, la imposibilidad de plasmar una ley corta de convergencia para poner en condiciones similares a los grandes grupos extranjeros con el Grupo Clarín, ha dejado al país sin un marco legal adecuado a la nueva situación y ha reducido el lugar de la ciudadanía al de meros usuarios y consumidores de estos servicios.

Como señala Ezequiel Rivero, las políticas de comunicación fueron “abiertamente pronegocios” diseñadas a la medida del Grupo Clarín a través de uso intensivo de decretos, de la subordinación de la agencia de regulación y de acuerdos oficiosos con el Estado que trajeron perjuicios incluso para el mercado audiovisual.

Como en el caso de la Televisión Pública, la concentración de las empresas infocomunicacionales alrededor de un único jugador, ha ido en detrimento, no solo de otros grande jugadores del sector, sino de las posibilidades del sector sin fines de lucro o del estatal de desarrollar políticas públicas que permitan el acceso masivo a las telecomunicaciones a valores razonables.

Procesos de democratización y de desmocratización

El preocupante escenario de concentración de las telecomunicaciones y del espacio público mediatizado plantea múltiples desafíos de difícil resolución para el próximo gobierno que asumirá funciones a partir del 10 de diciembre de 2019. Sin duda el problema principal radica en la hiperconcentración del grupo Clarín y la necesidad de promover una regulación que revierta la situación o mínimamente impida los posibles abusos de esta posición dominante.

Con respecto a la Televisión Pública, y a los demás medios de propiedad del Estado, requerirá de un cierto activismo estatal que permita la recuperación de un lugar significativo en el sistema de medios argentino. Recuperar la senda del fortalecimiento de la Televisión Pública, ahora en un nuevo contexto político, económico y social, requerirá construir un acuerdo político y de gestión, que revitalice lo expresado en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y que colabore a superar los problemas que se han generado con los trabajadores y trabajadoras, adecuando también las dinámicas de producción a las nuevos desafíos del sector audiovisual. Mal que le pese a los sectores que solo parecen tener intereses particulares, recuperar la senda del crecimiento de la Televisión Pública, requerirá necesariamente refundar una cultura institucional basada en el diálogo, el consenso y la función democratizadora del medio.

Más allá de estas cuestiones programáticas, que sintéticamente hemos expresado, entendemos que este movimiento de fortalecimiento y vaciamiento de la Televisión Pública genera una pregunta respecto de la forma de interpretar estos procesos. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué motivo un gobierno define un activismo estatal en pos del empoderamiento de la Televisión Pública y otro, también elegido democráticamente, opta por una política de vaciamiento y pérdida de legitimidad de estos dispositivos?

Para entender estos movimientos pendulares, y no únicamente reducirlo a las evidentes diferencias políticas e ideológicas de los distintos gobiernos, entendemos que una matriz de análisis que infiere conclusiones a partir de la comparación entre modelos ideales y experiencias concretas adolece de limitaciones propias de un tipo de análisis que produce un particular sesgo epistemológico que valora ciertos hechos y a invisibilizar otros (Grimson, 2019).

Según Boaventura de Sousa Santos (2004), las últimas tres décadas se han caracterizado a nivel internacional por una dinámica conflictiva entre procesos de democratización y de desdemocratización, donde se han democratizado los sistemas políticos de muchos países, pero al mismo tiempo se han registrado procesos de desdemocratización con el aumento de las desigualdades sociales. Para Charles Tilly (2007), la democratización puede ser considerada como un proceso que supone el aumento de la amplitud y la igualdad en las relaciones entre los miembros de un Estado-Nación.

Cuando los conflictos sociales que atraviesan y constituyen el espacio público democrático se resuelven para el lado de los sectores que se oponen a la ampliación de los procesos de igualación de derechos, las políticas públicas en lugar de reducir las desigualdades sociales, las profundizan.

Siguiendo la matriz de análisis propuestas por de Sousa Santos y Tilly, podemos interpretar el proceso general de vaciamiento al que fue sometida la Televisión Pública Argentina, y todos los medios de comunicación de propiedad estatal, como parte de un proceso general de desdemocratización del espacio público al intentar (infructuosamente) el gobierno de Cambiemos invisibilizar a una serie de actores y problemáticas legítimas de nuestra sociedad. 

 

Bibliografía

  • De Sousa Santos, B. (2004). Reinventar la democracia: reinventar el Estado. El Alto. Ed. Abya Yala.
  • Fiss, O. (1997). Libertad de expresión y estructura social. México: Distribuciones Fontamara.
  • Habermas, J. (2017). La esfera pública: un artículo de enciclopedia en Comunicación y lucha de clases Vol. 1. Capitalismo, Imperialismo Una Antología en 2 volúmenes. Armand Mattelart, Seth Siegelaub (eds). Quito. Ed. Ciespal.
  • Linares, A. Medios Públicos en el macrismo: ajuste, vaciamiento y resistencia. Recuperado de https://www.letrap.com.ar/nota/2019-11-11-16-50-0-medios-publicos-en-el-macrismo-ajuste-vaciamiento-y-resistencia
  • Muraro, H. (1974). La estatización de la TV argentina: poner el caballo delante del carro. Buenos Aires. Revista Crisis.
  • Pasquali, A. (1991). El orden reina. Escritos sobre comunicaciones. Caracas. Ed Monte Ávila.
  • Proartel, Productora (1969). Televisión argentina: un enfoque nacional. Buenos Aires. Ed. Proartel.
  • Tilly, Charles (2007). Contienda política y democracia en Europa, 1650-200. Barcelona. Ed Hacer.
  • Wainsbord, S. y Becerra, M. (2015) Principios y “buenas prácticas” para los medios públicos en América Latina, en Cuadernos de Discusión de Comunicación e Información 3. Montevideo. Ed. UNESCO.