“Pasará un camello por el ojo de una aguja antes de que permitamos que se pierda un solo puesto de trabajo”

Entrevista a Claudio Marin, secretario adjunto de FOETRA Claudio Marin es secretario adjunto de la Federación de Obreros

Entrevista a Claudio Marin, secretario adjunto de FOETRA

Claudio Marin es secretario adjunto de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA). En diálogo con la revista Fibra evaluó las consecuencias de la convergencia para los afiliados al gremio, la relación del sindicato con las empresas y su injerencia en la organización de los puestos de trabajo.

¿Cómo afecta la convergencia tecnológica en la convergencia de medios? ¿Cómo podría llegar a afectar a los trabajadores?

Esta es una vieja discusión que trasciende la cuestión de la convergencia tecnológica, porque uno podría decir: ¿Qué pasa si un puesto de trabajo deja de tener un esquema taylorista? ¿Qué pasa si un trabajador comienza a tener mayores variaciones, conocimientos y responsabilidades en su puesto de trabajo? Será un tipo de trabajo menos alienante, porque implica mayores decisiones, conocimientos y especialidades. Pueden pasar muchas cosas, pero lo que define, ante todo, al trabajo es si existe presencia de la organización gremial. Sindicato siempre va a haber, el problema es si tiene en el lugar de trabajo comisión interna y cuerpo delegado que realmente actúen, es decir, que haya una relación con los compañeros. Nosotros estamos a favor de que la gente trabaje menos, me parece que es algo que hay que reivindicar sistemáticamente: cuanto menos se pueda trabajar, mejor. Claro, que sólo si yo puedo organizar el trabajo, aplicar las técnicas y las herramientas de manera tal que aumente mi productividad aún reduciendo la carga horaria. Ese es el objetivo que tenemos que buscar los sindicatos: mayor tecnificación, mayor conocimiento, más estimulante y con mayor productividad ¿por qué no?

En los 90 se tomó lo que era la polifuncionalidad o flexibilidad laboral. En ese momento, llega acá a una polifuncionalidad, una flexibilidad laboral que en realidad era pérdida de conquistas: anular los tiempos muertos, generar mayor carga, no brindar las herramientas necesarias. A muchos compañeros con mayoría de edad se los ponía, de buenas a primeras, a manejar una computadora, decían: “Bueno, esto ya no funciona más, el avance tecnológico es imparable”. Eso no es así, ni es ciego ni es inmodificable. En ese momento se le asignaba el trabajo a un compañero que no estaba en condiciones de hacerlo por falta de conocimiento o por habilidades, y así, el compañero terminaba yéndose por “retiro voluntario”, se sentía un inútil. Así se perdía ese puesto de trabajo y se reemplazaba por lo general por tercerizaciones a menor valor. Así que, ¿qué esperamos nosotros de esto? Esperamos tener mejor calidad de trabajo, mejores herramientas, y además tener mayor cantidad de trabajadores de las telecomunicaciones. O sea, hay que ampliar los puestos de trabajo.

¿Para qué lado se podría llegar a ampliar? ¿Internet, desarrollo de la fibra…?

Voy a poner un ejemplo práctico, se trata de un proyecto que estamos trabajando con las dos prestatarias principales: generamos un plan que se llamó en principio Plan Piloto y ahora se llama Plan Calidad Total. Por ejemplo, cuando el revisador (o reparador) va a tu casa porque la línea no funciona, pretendemos que ese revisador tenga un área de trabajo —que en el Microcentro podría ser de cuatro o cinco manzanas—, donde esa persona en particular sea el dueño absoluto de esa zona y tenga la responsabilidad de brindar un servicio; no de repararlo solamente y en primer lugar, sino de brindar un servicio que sea eficiente y que no se interrumpa. Entonces, eso genera mayor cantidad de revisadores, pero también genera un servicio mucho mejor y es ciertamente un puesto polifuncional porque tiene que saber absolutamente de todos los servicios, inclusive conocer sobre su comercialización. Es un plan integral que pone el acento en un servicio de carácter público, de eficiencia y calidad, no solamente apuntado a ganar dinero. Las empresas privadas podrán ganar dinero, pero su principal obligación es la de brindar un servicio para el conjunto de la población. Para eso los puestos de trabajo tienen que tener ese perfil y no otro. El perfil de la empresa no puede ser uno donde solo vaya sobre lo que se rompe, tiene que ser un perfil donde no se rompa. Eso requiere puestos de trabajo, y la convergencia necesita que esos puestos de trabajo sean además formados en una idiosincrasia diferente, que resuelvan esta contradicción entre servicio para toda la población (servicio que integre el servicio público y sea un derecho humano) y el lucro.

¿Cuál es la reacción de las empresas? ¿Lo están haciendo?

No, resisten. Estos planes son muy resistidos por las compañías. Las empresas tratan de ver de qué manera maximizan ganancias porque, justamente, si observas la estructura de las prestatarias principales, están armadas de manera tal de generar esa ganancia y no de lograr un servicio de excelencia. Entonces, todos estos planes son muy resistidos. Además de que se produce una situación muy delicada, donde el sindicato está entrando en un área donde se supone que la empresa es la única que puede determinar, que es el manejo de la organización del trabajo.

Estos últimos años, en Argentina y en el mundo, la telefonía celular ha ganado preponderancia sobre la telefonía fija. ¿Se puede reconvertir o transformar esos puestos de trabajo que podrían llegar a perderse si la telefonía fija sigue achicándose?

Pasará un camello por el ojo de una aguja antes de que este sindicato permita que se pierda un solo puesto de trabajo a manos de cualquier tipo de tecnología o convergencia. En principio, hay una determinación política de que no sea de esa forma. Es más, si hoy nosotros mantenemos y acrecentamos los puestos dentro de las comunicaciones transportadas por sistemas fijos o físicos, tiene que ver con una política del sindicato. La facturación de las empresas es inversamente proporcional a la cantidad de puestos de trabajo que tienen. Hoy pueden tener cinco mil puestos de trabajo cada una de las móviles, y 12 mil cada una de las respectivas fijas. Pero, también, la estructura de costos es absolutamente distinta: en el caso de la móvil, tenés una cantidad de equipos que ya vienen con un valor agregado de afuera que es otro tema que tenemos que ver, porque esa mano de obra no siempre está puesta en la Argentina, sino en el exterior. Hay que revisar todo lo que hace a la construcción, al diseño y a la confección de equipos de carácter local. Que no sea solamente ensamblar. Está bien ensamblar, pero sería bueno generar puestos de trabajo acá; la cantidad de puestos de trabajo que se pueden generar es infinita.

Al margen de esto, las prestatarias tienen muchos más puestos de los que dicen, porque hay una cantidad de mano de obra tercerizada, precarizada, que no figura dentro de las plantas, merced también a un negocio: hacer valer más las empresas cuanto menos puestos tienen. Y, a su vez, a eludir dentro de los balances lo que son “puestos de trabajo” para burlar al accionista pequeño.

Cuando hace referencia a que “eluden los puestos de trabajo”, ¿tiene que ver con la parte comercial, de comercialización, que uno puede ver todos los días, o también hablamos de la cuestión técnica?

No, la cuestión técnica. Acá hay cantidad de puestos todavía tercerizados y, merced al accionar de la organización gremial, ahora por lo menos están en blanco. Hoy todavía hay muchos de esos puestos de trabajo que están tercerizados, donde se les paga una parte del salario en blanco y otra en negro. Hay mucha tela para cortar, acá hacen falta muchos puestos de trabajo.

No hace falta sacar puestos de ningún sector para poner en otro. Porque si se organiza el trabajo para que el servicio sea de excelencia, se van a pensar más puestos. Es necesario que haya una visión integral del puesto y no una visión seccionada, producto de tener la mirada fija en la rotura y no en la continuidad del servicio.

Si consideramos a las telecomunicaciones como un derecho humano, que es hacia donde se tiende en este último tiempo , ¿ustedes esperan que aumente la cantidad de puestos de trabajo en el interior del país, teniendo en cuenta que cuando uno sale del área urbana la calidad y alcance de las telecomunicaciones es bastante malo?

En principio hay que tener las telecomunicaciones para un modelo inclusivo, un modelo de acumulación de sustitución de importaciones, de desarrollo de las economías locales-regionales, ver de qué manera se aprovechan realmente las ventajas comparativas que tiene nuestra geografía. Para todo eso hay que tener telecomunicaciones, porque si no, son regiones aisladas. En principio hay que tener un plan, que es el que se está desarrollando: un plan de integración nacional y de desarrollo regional. También tiene que haber un plan para la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), un plan para 600 millones de personas, desde las telecomunicaciones, como también desde el transporte, energía.

Hay que pensar a nivel regional, porque sino este plan no tiene salida ni en telecomunicaciones ni en ningún lado. Si uno piensa solamente en las fronteras nacionales, no alcanza. En ese sentido, nosotros venimos planteando las comunicaciones como un derecho humano desde hace 20 años. Anterior a esto, teníamos una visión donde planteábamos esta cuestión del apalancamiento que tienen que generar las telecomunicaciones en la economía e integración social. Este gremio viene con lo que fue Scalabrini Ortiz, FORJA, las mejores tradiciones del movimiento obrero donde centramos la pelea. Nosotros nunca hicimos una disociación como trabajadores con un intercorporativo versus usuarios. En cambio, otros gremios sí lo hicieron y, por ejemplo, ataron los aumentos de salarios a las tarifas. Nosotros siempre dijimos: “Somos lo mismo: laburantes, argentinos y tenemos que tener una visión que trascienda lo corporativo”. Nuestro estatuto —el Estatuto de Fundación del sindicato— plantea la expropiación de los medios de producción, el Socialismo Nacional, y lo sigue teniendo. Para que te des una idea de dónde venimos, ¿no?